domingo, 3 de julio de 2011

Osvaldo Sabino Rosales

Nino Bonoldi

Este fin de semana pasado acompañamos el regreso a Bowen de los huesos recuperados de Osvaldo Sabino Rosales.

Fue un fin de semana muy frío, como debe ser en ese sur (¿cómo será más allá…?)

Confieso que la magnitud de lo vivido se me escapa de lo aprehensible y necesita "domesticarse", en la suposición que lo cercano (doméstico) contiene a esas experiencias sobrehumanas.

Digamos que ese viaje de regreso empezó con una voluntad "femenina" (¡perdón Juanas!) de Isabel y Mariú.

Con esa energía doméstica nos dijeron " ya lo vamos a encontrar...seguro que debe andar por acá, ya lo vamos a encontrar...y buscaron y no esperaron" ¡y así fue!

Fue también Mariú quien dijo "hay que volver las cosas a su lugar", al lugar de la vida de donde fueron arrancadas.

Y así es que quiero imaginar que Osvaldo también escuchó eso y decidió que no podía irse sin despedir ni ser despedido.

Lo esperamos en caravana a la entrada de Bowen, como el equipo campeón (¡uy, ojalá que no sea de River!), y nos llevó a la Plaza, ya había coordinado con Rosita Pérez todos los detalles, a quiénes quería escuchar y con quiénes quería estar...ahí estuvieron los otros compañeros del sur, aunque algunos solo mandaron sus fotos porque aún no llegan...
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¡Que frio hacia!, pero él no se preocupaba porque conoce lo que es estar solo y desnudo tanto tiempo, y allí en la Plaza había tanta gente, tanto corazón.

Después medio a regañadientes los hermanos lo llevaron a una sala enorme con flores y todo eso para pasar la noche. Después de todo no creo que se haya aburrido con todo el culillerío que daba vueltas y jugaba...Y pensar que algunos de aquellos cobardes supusieron que ya no quedaba sangre en esos restos, ¡joder! había que mirar esa enorme familia Rosales con tantas generaciones que podrían hacer un banco de sangre.

Nosotros lo dejamos en familia y nos fuimos a lo de Sonia en banda. El frío no pudo con la cazuela, empanadas y vino.

A la mañana salió el sol (como debe ser luego de la noche), allí nos pusimos más formales, él pidió silencio y que estuviéramos juntos.

Después no sé si dijo algo, pero sí, se despidió de sus hermanos, y se quedó con las flores y ese frío sureño que no podrá con ese rescoldo de amor.

A mí no se me ocurría nada, solo recordé unas palabras que no son mías "Guíanos para alcanzar a ser dignos de ti"

Después nos volvimos, porque aun quedan otros viajes de regreso.

La Quinta Pata, 03 – 07 – 11

La Quinta Pata

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