Nino Bonoldi
Este fin de semana pasado acompañamos el regreso a Bowen de los huesos recuperados de Osvaldo Sabino Rosales.
Fue un fin de semana muy frío, como debe ser en ese sur (¿cómo será más allá…?)
Confieso que la magnitud de lo vivido se me escapa de lo aprehensible y necesita "domesticarse", en la suposición que lo cercano (doméstico) contiene a esas experiencias sobrehumanas.
Digamos que ese viaje de regreso empezó con una voluntad "femenina" (¡perdón Juanas!) de Isabel y Mariú.
Con esa energía doméstica nos dijeron " ya lo vamos a encontrar...seguro que debe andar por acá, ya lo vamos a encontrar...y buscaron y no esperaron" ¡y así fue!
Fue también Mariú quien dijo "hay que volver las cosas a su lugar", al lugar de la vida de donde fueron arrancadas.
Y así es que quiero imaginar que Osvaldo también escuchó eso y decidió que no podía irse sin despedir ni ser despedido.
Lo esperamos en caravana a la entrada de Bowen, como el equipo campeón (¡uy, ojalá que no sea de River!), y nos llevó a la Plaza, ya había coordinado con Rosita Pérez todos los detalles, a quiénes quería escuchar y con quiénes quería estar...ahí estuvieron los otros compañeros del sur, aunque algunos solo mandaron sus fotos porque aún no llegan...
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