domingo, 18 de marzo de 2012

La insuperable ciudad de Los Mirtos, orgullo mendocino (II)

Aurelio R. Fernández y Teodoro Argerich

Continuamos con la publicación del curioso texto de principios del siglo XX que nos habla de la maravillosa ciudad de Los Mirtos, ejemplo de arquitectura y humanismo, destinada a erigirse como un avance sin parangón aquí nomás, detrás del Parque Gral. San Martin.
Eduardo H. Paganini

b- La ciudad de Los Mirtos y sus características.
ALGUNAS CONSIDERACIONES ACERCA DE LA FUTURA CIUDAD
No podríamos continuar estas líneas sin traer á la memoria las palabras del inolvidable Paracelso, el gran sabio de su tiempo que desde remota época ilumina todavía el campo de la ciencia moderna con sus admirables conocimientos, y esto se nos ocurre en razón de que muchas personas dudarán de que se lleve á la práctica el proyecto que va á realizar el propietario de Los Mirtos, precisamente porque se trata de una empresa de muchísima labor y que reclama grandes energías para ponerla en marcha.
Hasta hace poco tiempo, el eminente filósofo y sabio que hemos nombrado, era criticado con amargura por los catedráticos de la época; pero hoy, las generaciones del presente, los hombres de estudio y de saber, orientan sus investigaciones científicas por los rumbos trazados desde algunos siglos atrás por este gran visionario de una época pasada.

El pensamiento de referencia es el siguiente: «Para los que ignoran la solución de un problema difícil, les es más fácil burlarse de él que explicarlo».

Es tan cierto esto, que basta, por ejemplo, dirigir una mirada retrospectiva para comprobar de un modo concluyente que lo que fueron grandes verdades en lo pasado, se considera hoy como grandes errores, y lo que en una época fue considerado como un error, fue tomado después como una gran verdad.
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Estableciendo estas consideraciones universalmente aceptadas, forzoso es que aceptemos también nosotros que, no es posible en la hora presente ejercitar los prejuicios condenatorios, sin antes habernos dado cuenta de los fundamentos en que se basa el programa que dejamos esbozado, pues se trata de una ciudad que en gran parte escapa á los procedimientos seguidos hasta ahora en todo aquello que se refiere al arte de construir y fundar pueblos; se trata de una ciudad en que se van á resolver, no solamente los problemas de resistencia y acumulación de materiales, sino también el del aprovechamiento de las energías y fuerzas existentes que hoy pasan inadvertidas para la generalidad de los hombres, cuyas ambiciones están orientadas solamente en busca de riquezas y de placeres, ó experimentando las sensaciones emotivas de la vida de club, embruteciéndose en los salones de juego.

Al trazar, pues, las ideas generales de lo que constituye el programa de la nueva ciudad de Los Mirtos, hemos renunciado al propósito de entrar en una serie de consideraciones y estudios que desfigurarían el objeto de estas páginas, en atención á que en una obra aparte, va á tratar el propietario de los terrenos en donde se va á levantar dicha población, todas las cuestiones relacionadas con los preceptos de la ciencia moderna en su relación con las fuerzas provenientes de la naturaleza.

Pasemos ahora á ocuparnos del proyecto constitutivo de la ciudad de Los Mirtos, tal cual ha sido planeado por el doctor don Moisés del Campo, ex propietario del valioso y extenso inmueble en donde se hallan comprendidos los terrenos que se destinan para erigir dicha población.

El doctor del Campo está dotado de atributos que abren á su actividad muy amplias perspectivas. Médico higienista de primera fila, sus conferencias y disertaciones han causado siempre la admiración de los oyentes. Criterio ilustradísimo y carácter siempre dispuesto á irradiar el brillo de su vida de estudio, no dudamos de que el lector leerá con agrado las páginas subsiguientes referentes á la ciudad que se proyecta, y máxime, sabiendo que el mismo doctor del Campo será el director general de todas las obras que van á realizarse.

EL PLAN DE LOS TRABAJOS
La fundación de la ciudad que se proyecta responde ó debe responder á una necesidad nacional, para cuyo objeto deberá consultar todas las exigencias correspondientes á una población de tal naturaleza.

Desde luego, será la expresión más fiel de la ciudad higiénica, hasta el punto de que pueda merecer el honor de ser considerada como un gran sanatorio nacional; como la nota más alta que pueda dar la arquitectura moderna asociada á los preceptos científicos de la higiene.

Es claro que una ciudad de esta índole, en estos momentos de prosperidad económica, viene á llenar un gran vacío en las necesidades del país, evitando la emigración de las más acaudaladas personas obligadas actualmente á salir en busca de salud á los sanatorios de Europa.

Por otra parte, y esto es lo más importante; esta ciudad viene á ofrecer también un fácil asilo á esa inmensa mayoría que no puede hacer los penosos sacrificios de un largo y costoso viaje, abandonando intereses y los más caros afectos de la familia.
Los servidores públicos, el Ejército, la Marina, Escuela Militar, Escuela de Agricultura, y los numerosos extranjeros que salen de la República en busca de un paraje sano y confortable donde descansar y distraer el espíritu, encontrarán en esta ciudad el sitio ideal adonde podrán colmar sus ambiciones en tal sentido.

Estas consideraciones apuntadas al correr de la pluma, nos permitirán darnos cuenta del carácter eminentemente nacional y patriótico que reviste la empresa gigantesca que se intenta llevar á cabo, consultando los más grandes intereses de esta nación próspera y rica.

Para consumar esta obra, se ha tomado en cuenta que dicha población deberá estar rodeada de lagos que mantengan cierto grado de humedad en el aire; de bosques compuestos de árboles que deben llenar misiones distintas; de flores cuyo conjunto de perfumes embalsamen el aire; de plantas que sirvan para atender y curar las enfermedades y epidemias reinantes, y así por ese orden.

Ahora bien; como la vegetación va á llenar muy altos fines, también se han consultado en la construcción de los edificios, todos los mayores adelantos de la ciencia moderna para convertir cada casa en un sitio de salud y transformar así la ciudad en un gran sanatorio, sin que verdaderamente lo sea.

Para llenar este objeto primordial, se ha creído necesario que las calles de la futura ciudad sean grandes avenidas orientadas de norte á sur, tomando como base los vientos reinantes que puedan hacer el servicio profiláctico, llevando las brisas balsámicas de la flora variada y hermosa de las faldas orientales de los Andes, y, al mismo tiempo, que arrastren consigo ese ambiente peculiar de las grandes ciudades provistas de obras sanitarias, en que la salud se difunde extendiéndose más y más á medida que el pueblo aumenta.

Esas avenidas tendrán 36 metros de ancho con 10 metros de jardines al centro, pavimentadas con un subsuelo de conglomerado calcáreo y un suelo de adoquines de rocas porfídicas, lo que en conjunto vendrá á ofrecer la suficiente impermeabilidad para que las substancias orgánicas no puedan penetrar al través de esa capa impermeable, facilitando así su arrastre por medio de los riegos. De este modo naturalmente la limpieza de las calles será perfecta.

Refiriéndonos ahora á la edificación, debemos insistir y llamar especialmente la atención de los lectores acerca de la gran conveniencia de construir los edificios orientando los diversos departamentos de que se compongan en la misma forma en que están orientadas las calles; es decir, de oriente á poniente, tomando como base el norte magnético.


Baulero: Eduardo H. Paganini

Prontuario de la Provincia de Mendoza : Entrega Primera, enero de 1912

La Quinta Pata, 18 – 03 – 12

La Quinta Pata

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