domingo, 15 de abril de 2012

Avivar giles

Hugo De Marinis

…los grandes grupos mediáticos cotizan en Bolsa. ¿Tiene este hecho alguna influencia en los contenidos? Sí, los medios de comunicación que les pertenecen suelen censurar las noticias que los pueden perjudicar.
Ignacio Ramonet
La explosión del periodismo

Toronto. Quien tuvo oportunidad de leer la reflexión de Fidel Castro el 8 de abril pasado, “Las ilusiones de Stephen Harper ”, se habrá percatado que las ironías del comandante deberían haber despertado iras mediáticas y políticas yanquis y canadienses. En cambio, salvo un par de flashes en el portal de Yahoo y alguna que otra referencia jocosa respecto a las guayaberas en otros sitios, en Norteamérica, a todas las noticias que apuntan a avivar giles, el poder empresario de los medios las hacen pasar desapercibidas.


Pobres los que habitamos providencialmente en estos territorios que no cuentan – salvo las bondades de la Internet – con servicios masivos de comunicación alternativos. Estamos obligados a consistir con lo que hay y a padecer desazones con lo informado, a excepción que nos concentremos en deportes, entretenimientos…y ¡negocios! (en esta última sección se encuentra, si se busca, la verdad de la milanesa).

Muchos de los que por aquí se precian de progresistas, ignoran u omiten que en otros lados – especifiquemos: América Latina – la batalla por los medios viene adquiriendo matices feroces. En esos lugares lejanos de allá abajo los empresarios de la prensa no se la llevan tan de arriba. Peleada a lo largo de años, este rasgo constituye todo una tradición. Al contrario, de un tiempo a esta parte y en esta parte del mundo, cada vez con mayor énfasis y menos resistencia, prevalece la noción de que la comunicación – y no solo ella sino todo lo que atañe al género humano – es solo un bien de consumo y no, aunque parcialmente, un servicio social.

Sobre las reflexiones de Fidel, quien levantó el guante ofendido, fue el prestigioso y correcto corresponsal en América Latina, Oakland Ross, con una nota titulada “Castro blasts Canadian mining” (“Castro arremete contra la minería canadiense”) que salió en el Toronto Star el martes 10 de abril.
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Ross lamenta que el comandante en su primer párrafo omita que Canadá colma de turistas los hoteles cubanos, que es un socio importante de la isla en diversos emprendimientos y que es uno de los dos países de la región que nunca rompió relaciones diplomáticas con el gobierno revolucionario (el otro es México). También acusa recibo del agravio que Fidel desliza cuando señala no estar seguro del nombre del primer ministro canadiense. El periodista no alude, sin embargo, a la impopular postura de Canadá en la Cumbre de las Américas, junto a Estados Unidos, de negarse a que la isla participe de la Cumbre, en contra la posición de los otros 32 países. Da la impresión que para el ex mandatario cubano tiene más trascendencia la dignidad de su país que el par de detalles que insinúa Ross, que por otra parte no son mérito del actual primer ministro canadiense, sino de administraciones previas.

En lo que siguió de la semana se prescindió del incidente, no así otras menciones al comandante que aparecieron en otra perlita que tenemos por acá: el Globe & Mail. En la sección Deportes, el diario levantó un cable de Associated Press para informar del berenjenal en el que se metió el manager del equipo de béisbol Miami Marlins, Ozzie Guillén, quien tuvo que pedir disculpas públicas a los simpatizantes del club por haber declarado a la revista Time su admiración por el líder cubano (“Marlins suspend Guillen for 5 games after Castro comments”). Hablame aquí de libertad de expresión.

En una nota sobre el mismo tema del jueves 12 de abril en la sección negocios, (“When Ozzie praised Castro”) Morgan Campbell advierte, divertido, a los lectores canadienses del dinero que podría perder la entidad deportiva porque un notable entre sus empleados ejerció el derecho de expresarse libremente. En nombre de la obtención de dividendos no solo relativiza un derecho garantizado por la constitución de Estados Unidos sino que se defenestra y humilla públicamente a quien osó decir lo que pensaba.

El mismo jueves 12 los titulares del Star fueron tan sosos como de costumbre. En un rinconcito de la página 16, un corto informaba que cientos de estudiantes en Montreal que continuaban sus reclamos callejeros contra el aumento de la matrícula universitaria, chocaron con la policía. Las protestas tienen más de dos meses, han paralizado las clases y algunos comentaristas señalan que son las más numerosas e importantes movilizaciones estudiantiles en la historia de Canadá. Uno sale a la calle, le pregunta al vecino si ha escuchado, visto o leído al respecto y ni noticia. En esta época de recortes presupuestarios a salud y educación, ¿por qué un diario respetable habría de abocarse a avivar giles?

El asunto estudiantil no se termina de disipar para malasangre de las autoridades gubernamentales y periodísticas. Ocurre lo opuesto: el reportero Andrew Chung del Star de ayer sábado, ya en un lugar un poco menos escondido que la nota del jueves 12, señaló que en la represión del viernes 13 a los estudiantes, la policía arrestó a siete a quienes acusó de haber cometido desmanes. En la volteada fueron detenidos también un periodista y un fotógrafo del diario La Presse de Montreal, a los que se les confiscó sus materiales de trabajo. El vicepresidente de información de ese diario, Éric Trottier, manifestó: Estos arrestos son un serio ataque a la libertad de expresión…le pido a la policía que libere a los periodistas de inmediato y que devuelva los materiales, especialmente las fotografías, sin hacerles copias” . Llama la atención el silencio de los colegas mediáticos de Trottier y los excesos de las fuerzas de seguridad de un país tan civilizado. Pero para los que hemos presenciado de lo que es capaz la policía canadiense – en la reunión del G20 en Toronto en junio de 2010 – esto no constituye mayor sorpresa.

La Cumbre de Cartagena no pareciera ser un asunto trascendente para el público local. En el mismo Star de ayer, aparece en la parte inferior de la página 6 un artículo de Jennifer Ditchburn que comenta que entre otros, Brasil, Argentina, Chile y Perú han capeado el temporal de la crisis económica mundial y les augura un crecimiento sustancial para el año en curso. Hasta ahora el gobierno y la hegemonía mediática de este país no habían reconocido tales progresos: ¿para qué avivar a los giles de acá? La periodista informa asimismo que Harper debería cambiar su lenguaje por uno menos desatento que el empleado hasta ahora si quiere avanzar en entendimientos con la región más allá de un restringido acuerdo aeronáutico alcanzado con Colombia y algunas naciones centroamericanas. Es que, piensa Ditchburn, los países del antiguo patio trasero ahora “actúan en bloque” y eso redunda en un intríngulis que parece haberse tornado irreversible.

La Quinta Pata, 15 – 04 – 12

La Quinta Pata

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