Rolando Lazarte
El mundo donde vivo no es tanto lo que está ahí afuera. Es en parte lo que está ahí afuera, pero es más lo que voy haciendo, lo que hago a toda hora, lo que voy modelando y moldeando con mis manos, con mis deseos, con mi oración, con mis miedos, con mis medios. Me dio ganas de escribir esto y lo hice, qué tanto. Leía los poemas de una amiga mía. Y los poemas acostumbran llevarme a un mundo translúcido.
Un mundo que fui construyendo con mi propia imaginación, o con mi percepción, con esa capacidad humana que tenemos los humanos de ahumarnos en el humo, de hermanarnos con el vaho, de vaporizarnos en el silencio. No le busques explicaciones a esto que te digo, che pibe o piba, pues no la tiene, o si la tiene será siempre un poco arbitraria, o no, dependiendo de los casos. En todo caso, por si acaso, en caso de que todavía estés leyendo estas cosas que se me han venido ocurriendo después de leer un par de poemas de esta amiga poetisa y escritora tan querida, te diré lo siguiente: ¿qué tal?
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