Juan Isidro Maza, Mujeres en la historia de Mendoza, Buenos Aires, 1989, Fundación Boston. “Proseguimos la lectura de este texto que menciona a aquellas mujeres primeras que hicieron la historia de Mendoza, todas ellas nativas y pertenecientes a familias de la nobleza indígena, procesos de transformación de identidad que la historiografía clásica no ha podido ver, más centrada en valorar categorías -sarmientinas quizá- de progreso, institucionalización urbana, raza y que hoy podrían encuadrarse dentro del amplio margen de los procesos de la transculturación y el ejercicio del poder.”
Eduardo Paganini
Existe un nombre, un temperamento y una voluntad firmes que marcaron el destino de aquella primera mujer, que acompañó fielmente a su marido primeramente en Chile y poco tiempo después no vaciló en seguir a su esposo en el cruce de la cordillera y unida con su amor al mismo, hizo honor a su raza en estas tierras de Cuyo, que la vieran constituir el primer hogar.
Así, en la misma fundación de la ciudad de Mendoza, se arraiga aquel joven matrimonio en las comarcas que comprenden al antiguo Valle de Huantata, la tierra pródiga y amiga que le brinda los mismos indios huarpes y donde levantan unidos su primer rancho de jarillas y totoras en el solar que les asigna el capitán Pedro del Castillo, en el suelo generoso que habrá de verlos luchar unidos como verdaderos pioneros de estas tierras andinas que pasó a cobijarlos para siempre, porque sus vidas no terminan cuando llega el descanso eterno, pues sus nombres siguen viviendo y pertenecen a nuestra historia.
En el primer plano de la ciudad de Mendoza, trazado de puño y letra y firmado por su fundador, figura la distribución de los solares y en una de aquellas parcelas se lee: “A don Gaspar de Lemos y a su señora su mujer sus dos suertes en esta cuadra del rincón” (i).
De no haber venido don Gaspar de Lemos con su esposa a la fundación de la ciudad de Mendoza, no hubiera existido razón en el capitán Pedro del Castillo para que hiciera dicha designación y hubiera procedido como lo hizo con los demás que lo acompañaron. [Nota al pie: “En la sede de la Junta de Estudios Históricos de Mendoza existe el documento firmado por el capitán Pedro del Castillo en el que figura la designación del solar que se le adjudicó a la princesa incaica Marina Gallegos, figurando también en la "Historia de Mendoza" de José Aníbal Verdaguer”]
Con este documento importante se justifica que en la parte sudeste de la ciudad trazada se encontraba el solar que habitó aquella admirable mujer, hija de un toqui de la nobleza incaica(ii), que siguió al que había aceptado por marido, quien respondiendo a su amor le dio el nombre de Marina y por apellido el de su pueblito de España, como queriendo rememorar en su mujer recuerdos que dejara en su lejana patria.
Ya se ha manifestado que el conquistador Hernán Cortés le llamó Marina a su princesa azteca: Marina le llamaron cariñosamente en Chile a la mujer de Pedro de Valdivia y Marina le llamó también el capitán Gaspar de Lemos a su primera mujer, a la que cabe agregar que este nombre no lo utilizaban por lo general los españoles para bautizar a sus hijas, aunque el mismo lo encontramos en dos santas honradas en iglesias de la Madre Patria: Santa Marina, mártir de la provincia de Galicia y Marina Villarino, que fue beatificada en 1.300.
Su Santidad el Papa León XIII, en una de sus encíclicas, dice: “La primera ley de la historia es no atreverse a mentir, y la segunda es no temer decir la verdad”.
Los indígenas huarpes hablaban dos o tres idiomas no muy distintos entre sí, siendo ellos el milcayac, el allentiac y el quichua (iii), razón por la cual no debe existir lugar a dudas de que la esposa del capitán Gaspar de Lemos pudo desempeñar el papel de intérprete, como en el Norte lo desempeñó Marina, la princesa azteca, y en Cuyo lo hicieron los incas Gerónimo, Martín, Gaelenguele y Telenco, que vinieron a la fundación de la ciudad de Mendoza, y a quienes también el fundador les asignó solares.
Así nació en Cuyo aquel primer hogar, mitad hispánico y mitad incaico, alumbrado a diario por el sol radiante de los cuyunches (iv), hermoseado por la mole andina, irrigado por los canales ya existentes de los mismos indios huarpes y bendecido por el advenimiento de los primeros hijos mendocinos.
En 1562 el capitán Gaspar de Lemos pasó a actuar en la fundación de la ciudad de San Juan de la Frontera, donde figuró recibiendo también un solar, y en 1565 aparece contrayendo matrimonio en segundas nupcias con la nativa de dicho lugar, que fue bautizada con el nombre de Teresa Gil, acontecimiento que revela que Marina, su primera mujer, debió fallecer en aquella ciudad con anterioridad a esta segunda unión matrimonial.
Los documentos existentes de la época hacen difícil ésta y otras investigaciones, razón por la cual no se puede precisar si los hijos del capitán Gaspar de Lemos fueron algunos de Marina o fueron todos de la india Teresa Gil.
No debemos ignorar que en las líneas genealógicas por lo general se omitían o se ocultaban intencionalmente las descendencias que provenían por una parte de rama indígena, como aconteciera con Martín Cortés, hijo de Hernán el conquistador y de Marina la princesa azteca, quien para heredar el título de nobleza y fortuna de su padre, fue necesario que la corona de España por gestiones ante la Santa Sede lo declarara hijo legítimo y a la vez lo nombrara gobernador general de Cuba, pero al desembarcar en la isla del Caribe fue asesinado con premeditación y alevosía.
Con los antecedentes expuestos se puede precisar que las documentaciones dejan definido que la primera mujer que llegó a Cuyo con los conquistadores fue Marina Gallegos, primera esposa del capitán Gaspar de Lemos, cofundador de las ciudades de Mendoza y de San Juan de la Frontera.
(ii) Se señaló que toqui corresponde a la cultura mapuche, por lo que se puede presumir una anacronía lingüística al designar así un rango keshwa. Quizá debería haber utilizado la expresión “curaca”: “Cacique, potentado o gobernador” según la R.A.E.
(iii) Probablemente el keshwa se hablara como una suerte de idioma de contacto intercultural.
(iv) Referencia global a los pueblos indígenas de la actual región de Cuyo, derivado probablemente de cuyum = ‘tierra/país de arena y pedregal’ + che = ‘gente/pueblo’. Teoría que merece mayor sustento pues también es una anacronía lingüística ya que une sin explicaciones un término huarpe con uno mapudungún.
(Imagen) “Gracias a Malinche Cortés tenía su equipo de traductores. Cuando se encontraban con un azteca, Malinche hablaba con él, después se lo contaba a Jerónimo de Aguilar en maya y este a Cortés en español. Gracias a ello Malinche o Doña Marina, como luego sería conocida por los soldados, ocupó un puesto superior al resto de las mujeres que fueron entregadas a Cortés por los mayas como presente y que este repartió entre sus hombres , siendo una especie de mujeres de compañía, criadas y , en realidad, esclavas. Malinche tendría un hijo con Cortés y gracias a los servicios prestados a los conquistadores, consiguió un matrimonio con un hidalgo . Aunque es considerada hoy como una traidora, Malinche había sido vendida por su propio pueblo a los mayas, por lo que no es de extrañar que no mantuviera apego alguno hacia ellos. Sobre la historia de amor que se ha querido construir alrededor de Cortés y Malinche , a pesar de tener un hijo en común, probablemente no tuvo la intensidad que luego se le quiso dar (imagen procedente de http://barricadaletrahispanic.blogspot.com)”
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