domingo, 1 de diciembre de 2013

Campo de torturas en inmueble de la iglesia

Ramón Ábalo

Como en ninguna otra parte de Latinoamérica la Iglesia Católica estuvo tan vinculada como en la Argentina con el terrorismo de Estado. Después de la dictadura se comprobó, por ejemplo, que la Armada ocupó para campo de concentración, tortura y exterminio, una casa y predio para descanso del arzobispado de la provincia de Buenos Aire. Esta sirvió como campo de concentración para detener y torturar a detenidos de militancia política y se le denominó "El Silencio". Y recientemente quedó al descubierto otro inmueble de la curia de Rosario donde el Ejército "práctico" sistemáticamente la tortura y el exterminio de militantes populares de aquella época de plomo. Se trata del Seminario Salesiano "Ceferino Namuncurá" que se utilizó para secuestrar y torturar. Allí pasó sus últimos años de descanso el Pro Vicario Castrense Victorio Bonamín.

Al menos la cúpula y otros estamentos menores fueron parte de la complicidad con los genocidas. Pío Laghi, representante diplomático en nuestro país del Vaticano solía jugar al tenis con el contralmirante Massera, el más alto en el rango de los represores y genocidas. El monseñor hacía oídos sordos a los lamentos y dolores de los familiares de las víctimas que acudían a él para solicitarle que intercediera para preservar la vida de sus seres queridos.

Monseñores fascistas

Con este subtítulo escribimos en nuestro libro El Terrorismo de Estado en Mendoza (1a. edición, en 1997): "El gobierno de Isabel protestaba ante el nuncio Pío Laghi, por las declaraciones del obispo de La Plata, monseñor Antonio Plaza, criticando la situación (enero de 1976) y criticando a todo el gobierno. Decía: "...la crisis es económica y social, pero también política y moral. El gobierno -acusaba- ha marchado a la deriva expuesto a la improvisación y a la impavidez de sus dirigentes. La ausencia de autoridad y el mal ejemplo desde arriba fomentan el desorden y el peculado. Pocas veces se ha visto un espectáculo tan impúdico de corrupción en los poderes públicos. El delito común, los raptos y los asesinatos son secuelas de la inmoralidad institucionalizada". El referirse a las FFAA, afirmaba fervoroso: "...han asumido la peligrosa y abnegada misión de combatir la subversión y de dar una imagen de autoridad ante la falta de ella a los círculos civiles..." Este sacerdote, en verdad, sacerdote de las tinieblas- fue quizás el mayor apologista de los genocidas, a quienes santificaba a diario, con cada acto represivo, con cada rapto o asesinato de un militante popular.

No le iba en zaga monseñor Victorio Bonmín, capellán de las FFAA, quien afirmaba para el Día de Reyes, el 5 de enero de ese año nefasto: "La Patria rescató en Tucumán la grandeza mancillada en otros ambientes, renegada en muchos sitios, y la grandeza se salvó en Tucumán por el Ejército argentino...Estaba escrito, estaba en los planes de Dios que la Argentina no debía perder su grandeza, y la salvó su natural custodia: el Ejército...”

Bendiciendo la tortura y el exterminio

Varios sacerdotes aparecen en el expediente en que se investiga el terrorismo de Estado en Rosario. Fue el fiscal Gonzalo Stara quien investigó hasta dar con el predio de los salesianos y comprobar que había sido cedido al Ejército para convertirlo en campo de torturas y exterminio de presos políticos. En el expediente aparece el ex cura Santiago Mac Guire, quien había sido parte de un grupo de curas tercermundistas que tuvieron un encontronazo con, ese entonces, arzobispo de Rosario, Guillermo Bolatti. Mac Guire, como otros, dejó los hábitos, y después detenido fue quien dio detalles del lugar de su de detención, o sea el dicho seminario. En un momento, fue visitado por otro sacerdote que había sido su compañeros de estudios, el cura Eugenio Zielli, pero que siguió en la curia y llegó a ser capellán de la policía de Rosario: "Yo tenía el cuerpo lastimado por efecto de la picana y las golpizas y se lo hice ver a Zitelli para que lo denunciara, pero me contestó: "...que usen la picana se justifica porque estamos en guerra. Y es un método apto para obtener información. Pero la violación es contra la moral y los militares nos prometieron que eso no iba a pasar..." Zitelli siguió siendo sacerdote vinculado con Bolatti, y fue distinguido por el Vaticano. Mac Guire recuerda otra frase de éste cura: "Sin tortura no hay información".

El obispo olvidado por su iglesia

"No dejaremos que generales del Ejército usurpen la misión de velar por la fe católica", había escrito el obispo Angelelli a sus pares varios meses antes de morir en un accidente, a todas luces fraguado como tal en agosto de 1976. No le hicieron caso y, tal como se viene ventilando en el juicio, la connivencia de la dictadura con la cúpula católica, que abandonó a ese obispo cuando lo sabía perseguido y amenazado, va quedando más clara. Los acusados son el ex comodoro Luis Estrella y Luciano Menéndez. Sin embargo, otros tres imputados murieron antes de sentarse en el banquillo- La querella tendrá en cuenta este rol de la iglesia en los alegatos que se vienen.

La Quinta Pata

1 comentario :

José Pepe Parrot dijo...

Alguna vez tendrán que reconocer en serio sus crímenes. Quizás en ese momento alguien les quiera creer el verso de la reconciliación, el perdón y toda la sanata ad hoc.

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