domingo, 2 de noviembre de 2008

Diego, nuevamente contra todos

Diego Maradona

En su nueva función de entrenador, Diego Maradona no sólo deberá seleccionar jugadores, ubicarlos en el terreno de juego e indicarle cómo jugar, sino que también se topará con empresarios, deberá lidiar contra Julio Grondona, el periodismo sanguchero y contra su propio mito.

Buenos Aires. Deberá lidiar con todos. Con los empresarios rusos que compraron al seleccionado y deciden cada convocatoria. Con un grupo de jugadores adictos a la play station, millonarios y 25 años más jóvenes que él. Con un personaje deleznable y sospechado como Julio Grondona, que lo ninguneó siempre y ahora, en pleno naufragio futbolero, recurre a él como salvavidas o excusa final.

Con un país colmado de entrenadores que amenaza con olvidar todo tras un resultado fallido. Con un periodismo deportivo y televisado que, en su gran mayoría, lo dejará solo y arrinconará contra una pared ante la primera duda, la convocatoria negada, el cambio mal hecho, el gesto mezquino o la hidalguía de negarle una nota. Y también deberá lidiar con el mito, esa condición que, como escribió el periodista Daniel Arcucci días atrás, "está arriesgando demasiado" por transformarse, otra vez, en el personaje más importante del fútbol argentino.

"No necesitamos el celular de dios, lo tenemos sentado en el banco", publicaron algunos de sus fieles en Internet. La religión maradoniana se pone en juego como nunca desde su creación. Su máximo referente, la imagen venerada, fue presentado esta semana como técnico de un seleccionado en riesgo de participar del próximo campeonato mundial. Como si fuera político o un producto lácteo, los medios de prensa utilizaron su elección para medirlo en cientos de encuestas: todas le dieron en contra. Adjetivos críticos como inexperto, irascible y soberbio esconden, aunque apenas, comentarios cobardes que lo desplazan por su adicción a las drogas, enfermedad de la que intentó curarse y salir varias veces, y de la que ahora, justo ahora, parece recuperado.
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Lejos de los títulos, los goles y las vueltas olímpicas, se expone de nuevo a los comentarios sospechosos y recalcitrantes que lo persiguieron en su peor época. Esos que utilizan para justificar la imputabilidad de los menores, el desalojo de los asentamientos, el gatillo fácil y la moneda falsa sobre una mano tendida y necesitada.

Para "controlarlo" le armaron a su alrededor un grupo de personas supuestamente más sabias que él, entre ellos Carlos Bilardo. Contó Diego que cuando lo vio en la reunión definitiva pensó que todo era "una joda de Tinelli". Es que lo parece.

Son incontables las veces que Maradona, Bilardo y Grondona se pelearon entre sí como una lucha australiana de Titanes en el ring. Hace dos años, Diego dijo del ferretero don Julio, "con toda la fortuna que amasó, puedo decir que en vez de vender bulones, vende diamantes".

El negociado del fútbol argentino está en riesgo, ya no sólo por su deshonestidad y la crisis mundial de los ricos, sino porque la participación en Sudáfrica 2010, aunque todavía segura desde el cuarto puesto de las posiciones, se volvió una duda palpable.

Por eso era necesario Maradona, para garantizar los millones, los amistosos y las giras. Para que la dirigencia pueda "hacer caja".

Y allí está "el Diego de la gente", bajando de la estatua, desempolvándose y mirando a quienes, en muchos casos, lo palmean sonrientes y desconfiados. Sale de su iglesia para entrar en la catedral de la AFA, esa que, como dijo en su momento del Vaticano, tiene oro hasta en los techos. Allí y en la cancha, además del mito, puede arriesgar su propia carne, como cuando fue jugador. Sólo el deseo de que no vuelva a caer en la tentación y lo libren de todo mal.

Agencia Walsh, 01 – 11 – 08

La Quinta Pata

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