Elina Giffoni y Antonio Romeo
Esta es una reflexión sobre la militancia social que incluye a todas las necesidades del Hombre y de la Mujer porque todos somos sujetos de derechos.
Estas necesidades muchas veces no son escuchadas por las administraciones locales, provinciales o nacionales, dado que solo apuestan a la masificación. Hasta ahora hemos creado una generación de personas que yo llamaría generación “P” “P” de programas. No se han implementado políticas de Estado serias y profundas, con continuidad, en todos los ámbitos de gobierno, se sigue apuntando al viejo dicho de que solo llevan votos las mayorías silenciosas, que ya no son tal.
Estas minorías-mayorías se han fragmentado no por su condición social, si no que se han dividido según qué plan reciben y los que están a cargo, no saben resolver las distintas problemáticas y se enredan en las normativas que a veces están pasadas de moda. Solo se dedican hacer la tarea y hasta creen que le están haciendo un favor a la sociedad, como la limpieza del barrio, las luminarias y otros temas, que son una obligación que deben cumplir por la simple necesidad de mantener una comunidad organizada y esto no es caritativo, los vecinos pagamos para mantener los servicios.
Tomo como factor de comparación a los jóvenes que se han agrupado por tribus que persiguen un objetivo, para sentirse acompañados, contenidos, ya que el Estado no sabe qué propuesta hacerles, claro, ellos son parte de una minoría que quizás no aportan los votos suficientes que se necesitan para un concejal y esto, los políticos tradicionales no se dan cuenta, que ni los votan, porque las minorías no son esclavos de los favores que les hacen. Lo que consiguen, hacer valer sus derechos o reivindicaciones, es por su lucha y sus convicciones.
Desde nuestra humilde experiencia, cada uno desde su trabajo, la docencia y el trabajo social, vemos que a las minorías no se las tiene en cuenta y deben luchar el doble para que sean reconocidos sus derechos. Estamos en el siglo 21 y todavía se debaten algunos derechos básicos en nuestro país, inclusive los derechos humanos.
Los jóvenes y los adultos de la generación del 83 que tenemos sueños, utopías y pensamos en un mundo mejor, debemos trabajar y proponer que se traten temas y problemas que sean parte de la agenda política de la administración del presente y del futuro. Debemos hablar de la adopción, de la identidad biológica, de los obesos, de los celíacos, de los “huesitos de cristal” de los autistas, de los derechos civiles de las parejas gay y otras problemáticas que ayudan al desarrollo humano. Quizás los mencionados somos minorías que en la sumatoria somos la nueva mayoría silenciosa. No necesitamos programas o planes, solo se necesitan políticas claras y dejar que la sociedad en su conjunto pueda acceder a la información y así crear corrientes de opinión diversas. Debemos construir una nueva Argentina que en su base esté la tolerancia, el respeto, la solidaridad y, principalmente, ciudadanos que sepan elegir con la fuerza del conocimiento, ya que el conocimiento libera al hombre.
Sepamos fortalecer la Democracia en sus 25 años, respetemos la diversidad. Seamos protagonistas en cada rol que tengamos.
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Redacción La Quinta Pata, 09 – 01 – 09
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