sábado, 17 de enero de 2009

Presentó Enrique Pineda Barnet su documental El Charentón del Buendía

Enrique Pineda Barnet

Joel del Río

La Habana. El cineasta Enrique Pineda Barnet, quien está enfrascado actualmente en la posproducción del largometraje de ficción La anunciación, ofreció una conferencia de prensa a propósito de la presentación, por primera vez con público, del documental El Charentón del Buendía, que a lo largo de 45 minutos explica y pone en pantalla las múltiples estrategias artísticas pulsadas por el grupo Buendía para ofrecer al público esta nueva versión de la obra teatral Marat/Sade, de Peter Weiss, de la cual ya existía una importante versión cinematográfica realizada en 1967, dirigida por Peter Brook.

La directora del teatro Buendía, Flora Lauten, y la dramaturga Raquel Carrió explican en el documental el modo en que se estructuró y puso en escena este duro y largo proceso, documentado por el cineasta, con cámaras de miniDV y en 55 casetes que abarcaron 55 monumentales horas de grabación y alrededor de 500 fotos fijas.

Con dirección, guión y producción de Pineda Barnet y fotografía de Pablo Massip, el documental fue realizado a lo largo de tres años, durante los cuales el director y su equipo comenzaron a grabar los testimonios sobre cómo iba a ser la puesta, el trabajo de los actores en su preparación y los resultados del encuentro con el público. El Charentón del Buendía se integra a la pertinaz voluntad del director por rendir homenaje al teatro cubano mediante el poder y popularidad del cine.

Desde los primeros momentos en su carrera de cineasta, Pineda Barnet se acercó a la escena nacional, primero mediante documentales muy cortos, que se titularon, como las obras que los inspiraban, Aire frío y Fuenteovejuna, ambos de 1962. Luego, llegarían Giselle y La bella del Alambra, largometrajes del director muy relacionados con el mundo teatral.

Con El Charentón del Buendía se propuso mostrar, por supuesto, el cotidiano de una de las principales compañías que trabajan en la capital cubana, y además, mostrar “esa hecatombe que se nos avecina, porque los teatros se nos están cayendo, y yo quise mostrar el trabajo de unos artistas extraordinarios, quienes consiguen mantener muy alto, el buen nombre del teatro cubano, a pesar de las enormes dificultades materiales”.
El realizador subrayó en la conferencia de prensa que el documental existe gracias a la cooperación de la Escuela Internacional de Cine y Televisión, de San Antonio de los Baños, donde tuvo lugar la difícil posproducción del filme, para reducir y sonorizar tantísimas horas de rodaje en un documental asequible. Pineda se explayó en elogios a la creativa colaboración de dos jóvenes que colaboraron creativamente en la terminación del filme: Ilka Valdés, en la edición, y Rubén Valdés en el sonido.
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Ambos han estudiado en la escuela en sus respectivas especialidades, reconocieron con orgullo que un consagrado como Pineda Barnet los llamara para laborar en una obra suya, y el director no dejó de elogiar la capacidad de Ilka para reconcentrar el material rodado, encontrarle ejes temáticos y estructuras lógicas, al tiempo que subrayaba la capacidad de Rubén para crear una banda sonora artística, sugerente, hermosa.

Gracias a la mirada fresca de sus colaboradores, a la sensibilidad del director para detectar los temas artísticos más importantes, y sobre todo al talento y creatividad que despliegan los miembros de la compañía Buendía, se muestra de manera culta y entretenida, el proceso de montaje de la puesta teatral Charentón, desde su concepción hasta la misma escenificación, incluyendo la preparación del teatro, el entrenamiento de los actores, la concepción de cada personaje, la búsqueda de máscaras, trajes y elementos escenográficos, el trabajo dramatúrgico, ejercicios, improvisaciones y ensayos, la elaboración de las músicas y las sonoridades, la luces y otros elementos escénicos, hasta la representación y encuentros con el público.

Respecto al largometraje de ficción Anunciación, con guión y dirección de Pineda Barnet, también con fotografía de Pablo Massip, diseño sonoro de Raúl García y la interpretación de Verónica Lynn, Héctor Noas y Broselianda Hernández, entre otros, trata sobre Amalia, anciana espiritista que acaba de enviudar. Ella vive en el apartamento más reducido, del último piso del más viejo edificio, de la históricamente más vieja esquina del barrio del Vedado, con Cristóbal, su nieto de 10 años, y su hijo menor, el joven Mayito.

Amalia convoca a la familia dividida para leerles el Testamento Moral de su recientemente difunto esposo, Octavio. El reencuentro familiar sirve para dirimir cuentas de sus vidas. Amalia, fiel creyente, esta vez adultera el legado paterno como elemento unificador. Pero, al convocar al espíritu del esposo muerto, este habla por medio del nieto, revela la existencia del documento legítimo, y es el niño quien descubre su verdad.

El realizador le declaró al portal cubano cubasí, respecto a sus proyectos, que “quisiera hacer Verde verde, que es un golpe muy necesario y urgente a la homofobia para Cuba y para el mundo entero, porque eso de las nuevas leyes más tolerantes no se lo cree nadie, como no se cree nadie que no existe la discriminación racial, o de la mujer, son elementos que aún están vigentes en las sociedades. Todavía hay ferocidades, aún estamos cazando brujas, todavía se queman pensamientos e ideas, de manera que Verde verde sería una película muy importante.

Me gustaría también hacer Bolero rosa, Nostalgia rosa, esa película tan soñada que la voy a hacer un día, ese sería el último aldabonazo. También quiero hacer un proyecto muy hermoso basado en un guión de Rosa Ileana Boudet que se llama Nora@direccionequivocada que es un filme que puede ser riquísimo, que justamente se haría con Broselianda Hernández y Bolero la haría con mi Beatriz Valdés. En fin hay muchos proyectos y también documentales, quiero hacer Vodkafé sobre los amores ruso-cubanos, lo que quedó por encima de los partidos, de la política, de las tendencias y las guerras, el amor de la gente que me parece tan importante.

Está pendiente una larga colección llamada Memoriarte que no es ni más ni menos que rescatar las memorias de todos los cineastas cubanos que estén donde estén, y que tengan la especialidad que tengan, merecen que esa historia nuestra no se borre”.

La Jiribilla, 17 – 01 – 09

La Quinta Pata

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