
Coco Cuba
Oruro. Fiesta de luz y alegría, de creencias y saberes encontrados, el Carnaval en Bolivia se puso en escena el sábado, con Lucifer en cabeza de un ejército de 60.000 danzarines y músicos en las tablas y medio millón de personas en las calles de la andina Oruro, 230 km al sur de La Paz, entre ellas el presidente Evo Morales.
Bolivia olvidaba sus problemas y pendencias y se sumergía en el Carnaval, tiempo de reminiscencias gozosas, totémicas y fálicas, con la promesa de recogerse la noche del martes -de ch’alla (rito de veneración a la Pachamama o Madre Tierra- al Miércoles de Ceniza, introito de la cuaresma cristiana).
"Los músicos y bailarines nos hacen olvidar algunos problemas que tenemos", afirmó Morales, cuya juventud temprana está vinculada a esta celebración popular y que por más de tres horas apenas ha despegado las sentaderas de la poltrona que le permite una vista privilegiada de las demostraciones coreográficas sin par que halagan la vista y endulzan el oído.
Morales ha bailado de todo un poco, lo mismo que García Linera.
Muestra de un poderoso sincretismo, miles de danzarines brincan sobre una plataforma de asfalto de ocho kilómetros de recorrido, guiados por el diablo, un personaje de ojos refulgentes y cuernos puntiagudos que, como todos el resto de feligreses, terminará de rodillas en el altar de la Virgen del Socavón, patrona del Carnaval de Oruro.
Bajado del averno y emplazado en carne y hueso en esta expresión variopinta, reliquia de tiempos pasados sagrados, es así como la ficción popular retrata hoy a Luzbel, tal como los indígenas catequizados y explotados, látigo en mano, por los españoles en los centros mineros más ricos el siglo XVI en el Nuevo Mundo, lo describieron entre miedo y tiritar de dientes.
Leer todo el artículoLa fiesta que envuelve toda la ciudad desbordada por cerca de un millón de personas, mueve entre 15 y 25 millones de dólares y hectolitros de hectolitros de buena cerveza, fabricada en base de agua altamente mineralizada de deshiele, y singani, un macerado de uvas seductor y aleve a la vez.
En el Carnaval de Oruro es donde lo arcaico y prehistórico copulan para parir el mito de Don Carnal, bajado de la mitología griega, que se enseñorea en la fiesta del desenfreno y el erotismo callejero.
Junto al diablo, multiplicado por mil, se desplaza al mismo compás de trompetas y flautines, tambores, platillos y trombones, la China Supay, que hace alarde, con obscena coquetería, de su multicolor vestimenta que deja al desnudo sus brazos y piernas esbeltas.
Es la fiesta del apogeo de la máscara. Las Chinas Morenas seducen con sus polleras cortas, otro sincretismo de lo español y lo indígena, que dejan ver ex profeso encajes de sus taparrabos que apenas ocultan los cachetes.
Ante el regocijo de miles de turistas de Europa, Estados Unidos y Sudamérica y de otros llegados de la misma Bolivia -se calcula que orillan los 500.000- saltan también los cocanis, una reverencia a los cultores de la hoja de coca.
Uno de ellos se acercó al palco desde donde Morales y su vicepresidente Álvaro García Linera expectaban la fiesta y le invitó a recordar su juventud temprana, alcanzándole instrumentos de percusión.
Antes de convertirse en líder de los cultivadores de coca del Chapare, Morales se ganó la vida como pastor de llamas (camélido), heladero y trompetista. El dignatario ha accedido y ensayado algunos arpegios.
Camino al santuario de la Virgen de la Candelaria, se mueven con particular candencia los morenos, sátira de los capataces españoles de la colonia, que muestran unas máscaras multiformes forjadas al bronce y tocadas por sombreros Borsalino.
Sus mujeres que llevan las caderas de un lado para el otro, alborotan los sentidos despertando la concupiscencia de unos y el recato de otros.
Oruro es, este sábado y el domingo al alba, el teatro callejero, donde los danzarines que visten disfraces con formas inhumanas para ahuyentar los espíritus del mal, se dejan cabalgar por la alegría y la desinhibición.
Espectáculo catártico, las danzas, sátira del pasado, se mofan de la vida y la muerte, del diablo.
La belleza de la mujer andina, que baila con toque sensual y cuyos ropajes multicolores y centellantes muestran lo estrictamente necesario como para dejar volar la imaginación, se ha tomado las calles de esta ciudad donde se liba y baila para agradar y desagraviar, para reír y llorar.
Como si se tratara de los "últimos cuatro días", el Carnaval cubre toda Bolivia. El domingo será La Paz, donde el Anata o carnaval andino se soltará por las calles y en la noche será Santa Cruz, que acaparará la atención por la belleza sin igual de sus mujeres en ascenso a la gloria.
Lo mismo Tarija y Cochabamba, Sucre en los valles centrales y Potosí y Beni y Pando en el Amazonas.
Los humos de la carnestolenda 2009 se disiparán el miércoles que viene, cuando los bolivianos volverán a la rutina de la política y la producción, del Estado y el mercado, de lo indio y lo blanco.
ABI, 22 – 02 – 09
La Quinta Pata
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