Ricardo Peidro
*En nuestro país existe cierto "progresismo" que, pese a que adorne su discurso con una retórica académica, termina siendo funcional al coro estable de la "mano dura" para criminalizar a los pibes pobres. Así de simple.
Por más esfuerzo que hagan en demostrar las mejores intenciones o que naveguen en los mares del progresismo, la realidad es que abonan el terreno para hacer más digerible el discurso (y no sólo el discurso) de los que colocan a los jóvenes y especialmente a los jóvenes y adolescentes pobres en la primera línea de fuego en el “combate contra la inseguridad”. No le den más vueltas: quieren hacer punibles a los pibes y pibas de 14 años.
Con la excusa del respeto a las garantías penales de adolescentes, evaden la discusión principal que es cómo hacer para garantizar la vida de los 25 pibes y pibas que mueren por causas evitables, cómo achicar la brecha de la desigualdad para que la mayoría de nuestros jóvenes no sean pobres, cómo poner los esfuerzos para garantizar la Asignación Universal por Hijo y no para financiar a los grupos económicos.
¿Cómo puede ser que se plantee que como único modo de brindarles garantías constitucionales es la introducción en el sistema penal a adolescentes de 14 o 15 años? Como dice un documento firmado por más de 30 organizaciones sociales, gremiales y de derechos humanos: “los adolescentes que hoy tienen entre 14 y 18 años son las principales víctimas de las políticas neoliberales desarrolladas durante el menemismo y que expresa sus efectos y continuidades en la actualidad. Mientras miles de padres se quedaban sin trabajo, los pibes nacían en un país en dónde se destruía la educación, la salud y el trabajo con la consecuencia de la desintegración social y la marginación. Por ende nos parece imprescindible en este contexto garantizar la asignación universal por hijo. Entendemos que antes de preocuparnos sobre lo que hacen los chicos con los adultos, es imprescindible ocuparse de lo que hacemos los adultos con nuestros pibes. Los adultos responsables sabemos y nos consta que ningún pibe nace chorro ni drogadicto. Que el crimen organizado para la venta, tráfico, alquiler de armas y desarmaderos de autos están liderados por el mundo adulto, que sólo es posible con la complicidad del poder político, judicial y policial. Que la inducción al consumo de drogas produce indefectiblemente la degradación del ser humano, y en el caso de niños y jóvenes les impide proyectarse en el tiempo y vivir en libertad, y que esta economía informal del “menudeo de drogas” sostiene a la misma partidocracia que impide reformas estructurales en materia de violencia urbana”.
Leer todo el artículo
No hay comentarios :
Publicar un comentario