domingo, 7 de junio de 2009

Una virtud de la campaña es sincerar los planteos de varios candidatos y partidos

Campaña

Emilio Marín

Se dice que en esta campaña no hay demasiadas ideas ni debates, y es dolorosamente cierto. Una de las pocas cosas positivas es que varios candidatos, y otros que no lo son, han blanqueado sus opiniones.

En materia de sinceridad, y aunque le duela a la oposición conservadora, el gobierno le saca varios cuerpos a las listas que lo quieren pasar a degüello. Es que en las tribunas prosélitas Néstor Kirchner, y desde los atriles presidenciales Cristina Fernández, vienen diciendo lo mismo. Que es una elección crucial porque confrontan dos modelos. El suyo sería el virtuoso, de producción, trabajo, integración latinoamericana y otras supuestas características benéficas.

El oficialismo está defendiendo su "modelo", al que atribuye haber sacado de la pobreza a 14 millones de argentinos. No tiene grandes promesas para el porvenir; se solaza con lo hecho en estos seis años y la idea de capear el temporal de la crisis mundial con amortiguadores argentinos.

Otro acto de sinceramiento fue que Cristina y su marido hayan cenado con Bill Clinton, presentado en Buenos Aires como un paradigma de democracia, escamoteando los bombardeos en Sudán, Afganistán, Irak y los Balcanes.

El 20 de enero pasado, con la asunción de Barack Obama, ha generado un acercamiento perceptible entre la Casa Rosada y la Blanca. En estos días la presidenta contestó una carta del morocho, llevando a cuatro las epístolas intercambiadas.

El acompañamiento de Washington, bien que a regañadientes, a la resolución de la OEA que terminó las sanciones de la entidad contra Cuba, le dio letra a la jefa de Estado para pintar una nueva era de diálogo y democracia mundial que tendría a EE UU en el vértice.

No deja de ser valiente que el Ejecutivo explicite una política de alianzas de ese tipo con el imperio, aunque no faltarán cortocircuitos y diferencias en esa relación bilateral. Los habrá y mucho más serios de lo que la versión ingenua del gobierno argentino se imagina.
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Una consecuencia y retroalimentación de esa política tan amistosa con la administración Obama se vio en la concurrencia de la jefa de Estado a la planta de General Motors en Alvear, cercanías de Rosario. Allí anunció un crédito de 70 millones de dólares para que la multinacional con sede en Detroit pueda financiar el lanzamiento de una nueva línea. El argumento fue que hay 2.200 empleos que deben protegerse, lo que está fuera de toda duda.

Pero hay certeza en que el gobierno no tenía por qué financiar a semejante empresa con los dineros procedentes del Anses. Como ese gigante con motor fundido es ahora propiedad del gobierno norteamericano en un 60 por ciento, ¿por qué no prestó el dinero el Tesoro de Timothy Geithner?

No es que el kirchnerismo no lo sepa. Lo hace a sabiendas porque tiene un interés político y electoral: atraer no tanto a la planta de empleados como a las cúpulas empresarias, para sustraerlas de la maniobra envolvente de la oposición, que le entona cantos de sirena a partir del affaire Techint. Y, obvio, Cristina quiere ganarse la confianza de Obama, aunque la "tercera posición" se vea obligada a toser, envuelta en el polvo del camino.

Sinceridad del Colorado
En varios aspectos Francisco de Narváez se maneja con el hermetismo que lo caracteriza como hombre de negocios no muy relucientes a la vista del público. La cantidad de dinero que ha gastado desde el año pasado para ganar la chapa de primer aspirante por Unión PRO y luego ya como candidato bonaerense, es uno de esos tópicos donde prevalece el signo de interrogación. Igual con el caso que investiga la justicia a pedido de la Aduana, sobre su eventual relación con un contrabandista detenido por tráfico de efedrina.

En ese asunto al Colorado solamente se lo vio en las pantallas de su canal América y en el resto de los medios despotricar contra una supuesta persecución política organizada por el gobierno.

Sin embargo había un punto clave donde se lo acusaba (también desde esta columna) de expresar al peronismo derechoso, animado desde las sombras por el ex senador de Lomas de Zamora. De Narváez se empecinó en negar tal relación tantas veces como se lo preguntaron, por oportunismo electoral. Ese misma que lo llevó a vetar algunas candidaturas provenientes de esa corriente y fogoneadas por su socio y rival Felipe Solá, como las de Jorge Sarghini y Carlos Brown.

Finalmente llegó el blanqueo. En un video chat con lanacion.com, De Narváez manifestó que "Duhalde fue el mejor presidente de los últimos 25 años".

Esa opinión seguramente no es compartida por los ahorristas que pusieron dólares y les devolvieron pesos, por los piqueteros que sufrieron dos asesinatos y represiones varias en 2002, por los muchos bonaerenses que soportaron a la "mejor policía del mundo", por los argentinos que se indignaron con las devaluaciones que favorecieron a grupos endeudados como Techint y Clarín, etcétera.

El candidato de Unión PRO no está evidentemente en esa lista de perjudicados por ese gobierno sino en la de beneficiados con sumas importantes de dinero. Y de allí su rapto de sinceridad en un chat de poca difusión. Sería importante que se atreva a gritar a los cuatro vientos que Duhalde fue ese fenómeno inigualable del último cuarto de siglo.

Es casi seguro que De Narváez no hará semejante acto de sinceramiento. La que cambiaría años de su vida para que ocurriera una cosa así es Elisa Carrió. Es que le daría pie a su teoría conspirativa entre los "dos PJ" y para tratar de recuperar el segundo lugar en las encuestas, que por ahora mantiene el dueño de América TV.

La matrona había hecho su aporte a la clarificación del electorado, cuando apoyó a los propietarios de grandes medios de comunicación, al alinearse con Techint contra el gobierno K y, sobre todo, al deslizar que se debería volver al FMI. Esta última proposición, indecente, fue ratificada por Alfonso Prat Gay y su asesor de campaña Pedro Lacoste, con la "zanahoria" de que la entidad podría prestar muchos millones de dólares a tasas bajas.

El pedido de Carrió a la cancillería para que tramite veedores internacionales para el 28 de junio por posibilidad de fraude dejó ver su temor a una derrota. Además, ¿no se le ocurrió ir a otro lado en vez de la desprestigiada OEA para pedir ayuda en pos de la excelencia comicial?

¿Quién es el pelotudo?
Sin ningún fraude, el denostado Kirchner parece encaminado a ganar en Buenos Aires y la mayoría de las provincias, aún cuando pueda darse el vaticinio de consultoras de la derecha, como Nueva Mayoría, de que en comparación con 2007 perderá entre 10 y 13 puntos.

No puede tomarse como acto de sinceridad sino de brutalidad las declaraciones de Alfredo de Angeli insultando al ex presidente. Todo el mundo ya debe saber a esta altura del campeonato que el bocón de Gualeguaychú tiene "la lengua muy larga", como canta de una de sus ex amantes Joaquín Sabina. Su vuelo mental es cortito como el de la perdiz.

Así se explica que insultara justo en el momento más inoportuno para los productores sojeros, cuando estaban bajo la lupa por los escraches violentos contra la presidenta, el gobernador de Buenos Aires y el legislador santafecino Agustín Rossi.

Esa modalidad antidemocrática era tan repudiable que hasta la Mesa de Enlace debió reunirse en la sede de CRA para hacer declaraciones oportunistas donde decía entender la bronca de sus afiliados pero a la vez los desalentaban de aquellas expresiones de violencia.

Eduardo Buzzi, Hugo Biolcati, Mario Llambías y Carlos Garetto, los representantes de las capas enriquecidas del agro, pusieron cara de circunstancias para desaconsejar tales escraches. Lo hicieron con varios meses de atraso porque esas manifestaciones empezaron a mediados del año pasado, lo que induce a pensar en dos opciones: o tuvieron complicidad o actuaron con inoperancia ante esos brotes ruralistas.

Hasta Buzzi debió salir a diferenciarse del torpe entrerriano, con el dicho maradoniano de que "se le escapó la tortuga" y adjudicándole que – por esas expresiones desgraciadas – el kirchnerismo aparecía como la víctima.

En realidad fue a la Mesa a quien se le escapó la tortuga, porque no es la primera vez que De Angeli mete la pata hasta la ingle y deja mal parada a toda la cúpula agropecuaria. Que no lo sacrifiquen ahora como vaca vieja y recuerden que fue Buzzi quien manifestó en su momento que la principal tarea del sector era "desgastar al gobierno". Y ni qué hablar de los dichos de Biolcati ante Mariano Grondona, chacoteando con que el 28 de junio el gobierno iba a ser derrotado y podía irse la presidenta.

Comparado con esas políticas destituyentes de sus cuatro espadas, el insulto primitivo de De Angeli parece una travesura de un chico. Todos los dirigentes estaban enojados porque el ex presidente les dio en el plexo cuando dijo que habían cambiado "los tanques por tractores". Y el que se fue de boca fue el bocón, que no es candidato formal pero hasta ahora participó de la campaña tanto como si lo fuera.

A partir de ahora De Angeli puede correr el mismo destino que el seudo ingeniero Juan Carlos Blumberg, otra fugaz estrella mediática de la derecha que debe estar agonizando bajo los escombros del muro derribado por los vecinos pobres de San Fernando y San Isidro.

La Arena, 07 – 06 – 09

La Quinta Pata

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