Carlos Del Frade
Los pueblos de todo el planeta han acuñado historias y leyendas que hablan de la necesidad de cuidar la casa cósmica para que las nuevas generaciones tengan alguna posibilidad de vivir la aventura humana.
Aquellos mitos hacen mención a distintas eras que fueron sucediéndose como consecuencia de la soberbia de algunos que quisieron dominar las fuerzas naturales al servicio de esos intereses minúsculos.
Desde las estepas rusas a la cordillera de los Andes, el culto a la Tierra es sinónimo de mañana, de esperanza y ofrenda de amor a los hijos.
En Occidente, por ejemplo, el diluvio fue consecuencia de permanentes alteraciones a la vida comunitaria y el equilibrio con la naturaleza.
Y antes de esta crónica, los griegos impusieron el mito de la Atlántida que resume la ceguera de un sistema político y económico que pretende erigirse como una nueva deidad sobre las mayorías humanas.
Las aguas del océano se tragaron la isla como lógica respuesta de la propia naturaleza ante tanta depredación y ferocidad.
Aunque hubo advertencias, dicen aquellas crónicas, nadie reparaba en los costos. Las minorías dominantes solamente pensaban en seguir acumulando poder sea como sea.
Cuentos de viejos, fue la síntesis que hizo la racionalidad del capitalismo cada vez que asomaron estas crónicas desde la noche de los tiempos.
Sin embargo parece cada vez más cierto que la casa cósmica comienza a dar señales de hartazgo para con la criatura humana.
Leer todo el artículoSegún Ban Ki-moon, secretario general de las Naciones Unidas: "Tenemos el pie pegado al acelerador y nos hundimos hacia el abismo", dijo en la tercera Conferencia de la ONU sobre el Clima, reunida en Ginebra.
"Los científicos han sido acusados durante años de ser alarmistas. Pero los verdaderos alarmistas son los que dicen que no podemos permitirnos iniciar una acción contra el clima porque eso ralentizaría el crecimiento económico", agregó el funcionario.
"Están equivocados. El cambio climático podría desencadenar un desastre masivo... ¿Qué van a hacer cuando las tempestades empujen el mar hacia el interior de las tierras? ¿A dónde irán?", se preguntó Ban.
La idea del futuro está en un “crecimiento económico verde, un crecimiento sostenible. Nos hace falta una política que ponga un precio al dióxido de carbono. Un política que envíe una señal fuerte del mercado a las empresas pioneras para un futuro con un nivel bajo de dióxido de carbono. Necesitamos un programa de inversión público para la energía renovable. Necesitamos transferencias de tecnología para una eficacia energética", aseguró el secretario general de la ONU.
Es difícil creer que el capitalismo cambie su esencia. Porque el sistema acumula riquezas a partir de la depredación de la naturaleza y las mayorías humanas. Quizás vuelva a ser el tiempo de contar aquellos viejos mitos, de volver a esa comunión de intereses entre las poblaciones y sus hábitats como única forma de lograr un mañana distinto al que también anuncian las leyendas.
Porque si el futuro está en manos de los que manejan el capitalismo será raro que haya una nueva oportunidad en esta cápsula espacial.
ACTA, 20 – 09 – 09
La Quinta Pata
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