sábado, 26 de septiembre de 2009

Tecumseh: guerrero shawnee

Mary Ruiz de Zárate

Después de la firma de tratados entre los pieles rojas y los Estados Unidos, que establecieron la cesión de tierras, en territorio de Indiana en los años 1804 y 1805, dos guerreros shawnees: Tecumseh – Pantera Agachada – y su hermano gemelo Profeta, inician un movimiento que desafiaba la autoridad de los jefes, dentro de las antiguas formas de organización de las tribus.

Convencido Tecumseh que sin la unión de todo el pueblo piel roja no podría entablar una lucha formal contra el inmenso poderío de la nación norteamericana, aconsejó a los guerreros la formación de una vasta confederación de todas las tribus desde el Canadá hasta la Florida.

El jefe indio propuso una organización territorial cuya estructura semejaba a la de una república, con el objetivo de destruir la antigua base tribal de las naciones pieles rojas.

Los jefes debían ser sustituidos por una clase de guerrero que mandara a la Confederación, en oposición a los jefes tradicionales que habían mantenido una amistad traidora con los agentes norteamericanos.

El proyecto capital de Tecumseh era expulsar a los colonos blancos de sus establecimientos, rechazándolos hacia el sur, en una gran ofensiva que volvería todas las fuerzas de las naciones indias contra los usurpadores de su suelo.

Sabio conocedor de su pueblo, el jefe Shawnee utilizó inteligentemente las supersticiones y la religión para sumarlos, enviando a Profeta, a recorrer diversas tribus proclamando que la rebelión estaba protegida por el Gran Espíritu y que los indios que no se unieran a la liga que se estaba gestando contra los blancos, serían destruidos por tambores de tierra y por rayos.

Esta agitación, que aprovechaba las creencias animistas de los pieles rojas la mantuvo constantemente Tecumseh, por medio de otros profetas auxiliares, que proclamaban la guerra justa en todos los territorios indios.

En 1805, Tecumseh y sus seguidores las tierras de Tippecanoe Creek, a la entrada de Wabash, y allí establecieron “la ciudad de los profetas”, a la que afluyeron los más valiosos guerreros de la región.
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Mientras esto sucedía, se habían producido violentos conflictos internos entre las fuerzas proesclavitud y antiesclavitud en el territorio de Indiana. Bajo el mando del gobernador William Henry Harrison, se había tratado de violar la Ordenanza del Noroeste que prohibía la esclavitud. Se había importado esclavos y virtualmente, por diversos actos, quedado legalizada la odiada institución.

Sin embargo, la mayoría de pequeños colonos a los que afectaba la labor esclava que atentaba contra su base económica de producción, se opusieron con energía y finalmente derrotaron a los esclavistas. Harrison se ganó la enemistad de todo el pueblo de su región y en general se le creó un clima político desfavorable.

Para restaurar su perdido prestigio, Harrison resolvió intentar una rápida expansión hacia el noroeste a través d fáciles tratados con los indios.

Mediante las usuales y pérfidas añagazas de los inescrupulosos agentes gubernamentales, varios jefes indios corrompidos, firman un “tratado de cesión” en 1807. Inmediatamente la reacción se produjo entre los guerreros de Tecumseh, que denunciaron el pacto y mataron a los jefes traidores.

Por su parte el gobierno de Estados Unidos, conocedor de los preparativos de guerra de Tecumseh, ordenó a los gobernadores de Ohio, Indiana y Michigan, atacar cualquier tribu que ostentase las pinturas de la guerra. Obviamente, esta era la cobertura para atacar a indefensos poblados de pieles rojas en esas regiones que todavía no se habían unido a Tecumseh.

Mientras, graves conflictos con la Gran Bretaña se hallaban a punto de generar una guerra en la frontera canadiense y en la Florida, de lo que se aprovechaban las tribus indias para ganar fuerza y unión para lanzarse desde el norte en plan de combate.

En 1810 y 1811 Tecumseh prepara incansablemente la guerra, y la inicia al atacar por el valle de Wabash, donde estaban los últimos terrenos de caza que quedaban a los indios en territorio de Indiana y de los cuales habían sido desposeídos en 1807 por medio de uno de los inicuos tratados del yanqui Harrison.

Al llegar la primavera de 1811, Tecumseh se encaminó al suroeste donde los choctaws del oeste, la Confederación de los creeks, junto con los seminolas de la Florida, se habían agrupado ante el avance de los “pioneros” norteamericanos que los despojaron de sus inmensos y riquísimos territorios de pastos y caza. Ignorando a los pusilánimes jefes que solo atinaban a retroceder otorgando a los blancos cada día más concesiones, creyendo así calmar su geofagia insaciable, Tecumseh encargó a los más valientes entre sus guerreros que organizaran activamente grupos decididos a luchar.

El resultado fue el surgimiento de los Red Sticks – Palos Rojos – llamados así a causa de sus armas.

Al ampliar su esfera de influencia, la guerra de los indios amenazaba a toda la nación americana, mientras los ingleses, por su parte, iniciaban la guerra aprovechando los problemas internos de los Estados Unidos.

El pánico se impuso en el Congreso, lo que aprovecharon los anexionistas para agitar la bandera de un ultranacionalismo expansionista, y mientras se elaboraba un plan de resistencia armada contra los ingleses por una parte y contra los indios por otra, se proponía la anexión de Canadá como provincia de la Unión y la expansión por todo el continente americano desde el Ártico hasta América del Sur. Ya entonces, también se bosquejaba la anexión del estado mexicano de Texas.

El resultado de las reuniones en el Congreso fue la creación de un gran ejército que mandado por el general Andrew Jackson y acompañado de los celebérrimos David Crocket y Sam Houston inició una marcha de 160 millas desde el Tennesse, a través del desierto, hacia la fortaleza de las tribus creeks en el Hickery Ground.

El punto de reunión de los ríos Coosa y Tallaposa, en la Herradura de Caballo, rodearon el campamento indio que se hallaba cercado por un fuerte parapeto de vigas, por la parte no circundada por el río. Allí el 27 de marzo de 1813, los norteamericanos a bayoneta calada, escalaron la empalizada y derribaron a los creeks que se les oponían. Estos pelearon con desesperación, y murieron 557 de los 900 guerreros que defendían la plaza.

Entre ellos cayeron Profeta y sus principales colaboradores. Esto quebró la ofensiva india definitivamente.

Andrew Jackson firmó un tratado con las condiciones que Estados Unidos impuso, y que fueron las siguientes: la entrega de la mitad de las tierras de los creeks (tres cuartas partes de las cuales forman ahora el Estado de Alabama) y una banda de tierra de la frontera entre Giorgia y la Florida.

Tecumseh, el jefe indio de más talento para la guerra y notable organizador político, que entreviera para su raza una organización republicana, ha sido situado en la historia de Estados Unidos como un “indio traidor”, aliado de los ingleses.

Lo notable es que no se explica traidor a quién. ¿Acaso a una nación que no era la suya, a la que por el contrario odiaba por opresora y enemiga?

Juventud Rebelde, 25 – 02 – 70

La Quinta Pata

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