Fabiana Frayssinet
Río de Janeiro. Creada para madres que no se resignan a perder un estreno aunque estén criando un hijo, "Cine materna" es más que una sesión de cine. Estimula el regreso de la mujer a sus actividades culturales, reforzando el íntimo vínculo con el bebé, en sus primeros meses de vida.
Cuando se acercan las dos de la tarde, la sala de cine parece una sesión infantil. Mujeres con cochecitos, perfume de bebé, mamaderas, pañales y un parloteo continuo. Es el espacio de las madres que comienzan a recuperar su espacio social. Y lo hacen con muchas palabras.
Pero la película, que se estrena en una de las salas del cine, del tipo multiplex, es para adultos… y es brasileña, aunque no parezca, prohibida para menores de 18 años.
"Cine materna busca el retorno gradual de la madre a las actividades culturales", explica Irene Nagashima, creadora de la iniciativa.
Los filmes, una o dos veces por semana, incluyen películas que están en cartel, estrenos, algunos de tipo alternativo, y nacionales, con el objetivo de "traer de vuelta a la mamá al cine para que se actualice culturalmente y al mismo tiempo reinicie su proceso de socialización", añade.
Los títulos, que se eligen por votación a través de un sitio de Internet, van desde comedias a tragedias, pero, según Nagashima, se evitan las películas violentas, y lo que define "como excesos en general".
Nagashima tuvo la idea hace algunos años cuando nació su primer hijo. Cinéfila de toda la vida, comenzó a tener crisis de abstinencia de la pantalla grande y decidió reunir un grupo de amigas que conoció a través de Internet.
Leer todo el artículoFue así que con los bebés en brazos, como mínimo de 20 días, comenzaron literalmente a "invadir" salas de cine con toda la parafernalia de cochecitos, mamaderas, cambiadores portátiles, juguetes didácticos y pañaleras.
El programa semanal, que al principio generó todo tipo de resquemores de parte de los empresarios de cine, tuvo tal éxito que al poco tiempo se convirtió en una especie de actividad cultural y terapéutica del grupo que, entre pañales y discusiones sobre las películas y sobre el "ser mamá", las ayudó a retomar su vida, fuera de los límites de la placita del barrio.
"Cine materna surgió como una iniciativa de un grupo de mamás, pero de a poco fuimos percibiendo que había una gran demanda de la sociedad", recuerda Nagashima.
Fue así que nació la asociación "Cine-Materna", una organización no gubernamental sin fines de lucro, ya con condiciones especiales y adaptadas a las necesidades de las madres y de los bebés.
Entre las principales necesidades, que haya una luz tenue para que las madres puedan levantarse cuando quieren sin riesgo de tropezar, una temperatura de aire acondicionado y volumen más bajo, un cambiador de pañales en medio de la sala, "estacionamiento" de cochecitos, y tapete de actividades para los bebés que gatean o caminan.
Hoy la asociación tiene una programación semanal que establece en sociedad con algunas redes de cine de las principales ciudades de Brasil como Sao Paulo, Río de Janeiro, Campinas, Salvador y Porto Alegre.
Se encargan del proceso de contacto y organización con las madres y los empresarios de cine, se comprometen a realizar adaptaciones para las sesiones materno-infantiles. A cambio, estas mujeres ofrecen salas casi llenas, en un horario habitualmente de poca asistencia de público, como la primera sesión de la tarde.
Asesoradas por pediatras y psicopedagogas, la organización promueve también debates después de las sesiones con temas como fortalecimiento del vínculo materno y otros más específicos como la depresión post-parto.
Como asociación también tienen otros objetivos de salud materno-infantil, como estimular la amamantación, y promover programas de seguridad alimentaria y nutricional, para la madre y el bebé.
Según Nagashima, la agenda de cine semanal ayuda a la madre a salir "sintiendo que su bebé es también un factor de inclusión social", y "no algo que la mantiene cautiva en casa".
"Las incentivamos a salir de casa, a conocer otras mamás, a intercambiar ideas sobre esta fase tan delicada, y emocionante, pero llena de miedos y dudas también", acota la coordinadora de Cine Materna.
Ana Pimentel es una de las asiduas frecuentadoras a las sesiones de cine. Con licencia de maternidad desde que nació su hija Helena, ahora con cinco meses y medio. "Ya van casi seis meses sin trabajar, en casa, y es difícil salir. Yo no tengo niñera, y a no ser que una tenga una estructura como esa, no es posible salir. Desde que nació sólo voy a lugares donde van niños", cuenta.
La ida semanal al cine es parte del reinicio de su vida fuera de casa. La próxima semana comenzará a incorporar a Helena en sus viajes de trabajo.
"Al principio estaba aprehensiva, pero Helena resultó también una buena compañera de cine", narra. "Estaba con un poco de miedo de que se fastidie, pero le encantó. Se daba vuelta para ver toda la pantalla, al poco tiempo se cansó y le hice mamar y se durmió", agrega.
Los asesores del proyecto recomiendan salir de la sala de cine si el bebé está muy molesto, dar un pequeño paseo y volver, pero a diferencia de otros cines, aquí nadie reclama cuando un bebé llora.
Como filosofía del proyecto, no hay cuidadoras de niños, precisamente para aprovechar ese momento de comunicación de la mamá con su hijo, también a través de una experiencia cultural.
Glaucia Vieira recuerda que, antes de que naciera su hija Lidia, iba mucho al cine pero que después su vida pasó a ser "de casa al parquecito y del parquecito para casa".
"Es maravilloso ser mamá, generar un nuevo ser, es una cosa muy linda, pero no viene con un manual de instrucciones y es una revolución física también…", señala Nagashima.
Para compartir esas experiencias y debatir sobre la película que vieron, al final de las sesiones de cine hay una sesión de café. Entre charla y charla, las madres intercambian ideas y perciben que las contradicciones que tienen como madre, las tienen las otras también, "que son normales", acota.
"Es un momento en que toda la atención de la familia se centra en el bebé que comienza a ocupar un espacio muy grande. La mujer se desbalanza un poco, nadie pregunta por ella", agrega.
Madre y periodista, Luciana Felisola va a al cine con Laura, su bebé de cinco meses, desde que tiene un mes. "Para mí fue un alivio muy grande este programa, porque una con un bebé está en casa el día entero. Me gusta mucho ser mamá, pero también es estresante, difícil, estar siempre amamantando entre cuatro paredes", indica.
Las sesiones están prohibidas para bebés de más de 18 meses, porque según los organizadores es la edad en que comienzan a prestar más atención y a tener mayor comprensión de lo que ven. Además es difícil que se queden quietos en una sala de cine.
Pero no está prohibido entrar con envases o papillas. Muchas madres amamantan o dan biberón mientras no pierden un minuto de la película.
Lidiene Lopes, que frecuenta las sesiones con su bebé Camila, tiene una comprensión del proyecto cultural como madre, pero también como psicopedagoga.
"Uno interactúa con su hijo y al mismo tiempo vive un poco. Es la única manera de estar un poco integrada a la vida cultural", reflexiona.
"Aunque digan que ser madre es instintivo, es una relación que se va a aprendiendo en la marcha, que se va construyendo", sintetiza Nagashima.
Y por qué no aprenderlo también en una sesión de cine "teniéndolos en brazos, conociendo sus horarios, sabiendo cuando está fastidiado, cuando tiene hambre", concluye.
IPS, 30 – 10 – 09
La Quinta Pata
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