Federico Mare
El vicerrector de la UNCuyo ha declarado públicamente que se debería identificar y sancionar a los estudiantes que organizaron una manifestación de repudio contra la nueva embajadora de los EE.UU. en su reciente venida a Mendoza. En defensa de su posición, ha argumentado que los manifestantes, al impedir con sus cánticos la realización de la conferencia, obraron con intolerancia. Pero en su declaración, Gustavo Kent omitió cuidadosamente toda alusión al contenido concreto de las denuncias y los reclamos de los estudiantes. La omisión no es nada casual. Referirse a ellos hubiese significado tener que tomar posición sobre los lineamientos de la política exterior de Washington, es decir, elogiarlos o criticarlos. Y es de dominio público que esos lineamientos son todo menos tolerantes. La vocación imperialista de los EE.UU., sus desmesuradas ambiciones geopolíticas y económicas, han promovido un sinnúmero de guerras, ocupaciones y golpes militares en todo el mundo, además de un fenomenal vaciamiento de riquezas en los países periféricos. Los EE.UU. son responsables de millones y millones de muertes. Hagamos memoria: Hiroshima y Nagasaki, Vietnam, Nicaragua, Irak, Belgrado, Afganistán... La lista de calamidades es interminable. Si protestar con cánticos y carteles contra el imperialismo estadounidense es intolerancia, ¿en qué consistiría entonces la tolerancia? ¿En expandirse mediante la guerra? ¿En invadir y sojuzgar a otros países? ¿En realizar bombardeos indiscriminados? ¿En destruir ciudades enteras con bombas atómicas? ¿En financiar golpes militares? ¿En promover el terrorismo de estado? ¿Eso es tolerancia acaso? Quien no tiene mayores problemas en tolerar semejantes intolerancias, lo menos que podría hacer es ser más tolerante —menos macartista— con la pacífica indignación de aquellos que juzgan intolerables dichas intolerancias. Nuestra solidaridad fraterna para con ellos.
Colectivo La Hidra de Mil Cabezas, 23 – 10 – 09
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