domingo, 25 de octubre de 2009

Jean Luc Godard: poemas del pensamiento

Dolores Pruneda Paz

El libro "JLG" reúne un extenso y críptico poema que el cineasta Jean Luc Godard escribió mientras rodaba "JLG-Autorretrato de diciembre", donde insiste con los interrogantes que plantean al proceso creativo la convergencia entre arte, política y la propia biografía.

El poemario - un cuidado libro objeto editado por Caja Negra - funciona como un pequeño compendio de pensamientos filosóficos que el cineasta franco suizo escribió en una época donde lo conceptual era el eje de sus producciones.

Durante la creación del filme que dio nombre al libro, Godard se embarcó en los ocho mediometrajes que conforman "Historia(s) del cine", por eso la recurrente presencia en sus versos de las ideas que desplegó en esas cintas: la memoria política del siglo XX, el cine como espacio privilegiado para explorarla y el lugar de la propia obra en ese relato, explica en el prólogo el académico Adrián Cangi.

Entre 1988 y 1998 Godard se abocó a trabajar con una mirada personalísima su exterioridad y su interioridad: por un lado pensó la historia a través del cine y, por el otro, se pensó a sí mismo como catalizador de la historia de un siglo y su arte.

Es su proyecto vital el que se filtra en las líneas del poema: "La página en blanco es el verdadero espejo del hombre", escribe promediando el texto y la filmación homónima, ejercicios filosóficos que logra mediante la imagen y el sonido por un lado, y mediante la palabra por el otro.

Más adelante Godard reafirma para sí: "Autorretrato, no autobiografía" y disipa al lector cualquier duda sobre el significado de esas páginas, que sí tienen una historia en la subjetividad de su autor.

Las sucesivas citas y referencias a los políticos Alexis de Tocqueville y André Malraux; los cineastas Jean Cocteau y Jean Renoir; y los escritores Fedor Dostoievski y Franz Kafka, dan cuenta de la erudición con que selló una de sus etapas creativas más críticas y cerradas.

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Esa cerrazón establece un juego de balances con otros pasajes del libro, en los que relata con mucho pragmatismo tomas de "Autorretrato de diciembre" y escribe versos muy simples que se completan en el celuloide.

Con esta obra Godard vuelve a practicar una de sus obsesiones, el cruce de formatos lingüísticos: "Al hablar me arrojo a un orden desconocido" apunta en el texto que ejecuta en paralelo con la producción cinematográfica.

Ya en el 60 se había declarado un novelista frustrado que prefería la imagen: "cuando escribo `te amo` no puedo decirlo sin tratar de definir las palabras" aseguraba. Y 20 años después se definía como un ensayista que escribía novelas en forma de ensayos y viceversa.

Los cuestionamientos de carácter sindical o a la industria del cine también aparecen en el libro, en un tono que se vuelve poético cuando equilibra esas observaciones con amplios blancos en sus páginas y los cruza de manera indiferente con versos amorosos, que se repiten a lo largo de la lectura.

Otra vez la erudición: largas estrofas escritas en latín, griego, alemán e inglés se entremezclan con el francés original de su poesía, traducida al español por Tola Pizarro, en una edición ilustrada por Micael Queiroz.

El entorno político: Vietnam, Alemania, la situación americana, Israel y Palestina se intercalan con liviandad en el relato: "Los grandes saqueos sólo pueden ejercerse en naciones poderosas democráticas", afirma Godard en uno de sus pasajes.

"Existió Alemania/ que proyectó a Israel/..e Israel encontró su cruz/.. Israel proyectó al pueblo palestino/ y el pueblo palestino/ a su vez/ llevó su cruz/..y es la totalidad de esas identificaciones/ que produce/ la sinrazón/ y la tiranía", alega en algunos versos.

En su parte final, "JLG" suma una entrevista publicada en 2004 por el diario francés Liberation, donde profundiza en sus pensamientos de la mano del periodista Robert Maggiore y repasa su intimidad.

Esa revisión de su mundo privado lo lleva a reparar en un intento tramposo de suicidio cerca del 70, con una carta escrita a un amigo para llamar la atención en un momento en que tenía "necesidad del prójimo" y su familia "no lo era", por lo que estuvo internado un tiempo considerable en una clínica psiquiátrica.

La candidez se cuela inmediatamente en el relato: "Entre los artistas que se suicidan creo que los pintores tienen el primer lugar y los escritores el segundo. En el cine no se puede porque uno se lo hace a muchos, se hace un mal".

En el cine "la gente vive junta, hay hombres, mujeres, dinero, poder, de todo. Es por eso que pueden ocurrir hechos que todavía no sucedieron, que son señales si uno las sabe ver: uno ve tal film y sabe que en seis meses hay un Mayo del 68, esto o aquello", concluye la idea.

Télam, 25 – 10 – 09

La Quinta Pata

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