Ramón Ábalo
Públicamente, como lo estoy haciendo, pido perdón a los amigos de La Hidra de Mil Cabezas, grupo cultural de Mendoza, con un fuerte bagaje de actividades en ese plano y desde hace años. Están molestos por el título de una nota que publiqué en esta 5ta Pata , hace unos días. Nada menos que en esta nota conceptualizo a los iracundos neoliberales sojeros y cobistas menducos, como si una - o varias - de las cabezas de la hidra (ser ficticio o corpóreo) fuera sinónimo del mal.
Esa molestia provocada me produjo un remezón en la conciencia y me dije ¡¡qué cabeza la mía!! Yo que tengo una perrita y una gatita, animales ellas, a las que adoro; yo que amo a los árboles, a los arbustos y a las flores, seres vivientes como yo. Que por el amor a los animales nunca traté con el mote de bestias a los Busch, Menem, Kissinger, Martínez de Hoz, Cavallo o Videla. Me cuido de decirle animal a los que talan los bosques misioneros y del Chaco, o a los pools sojeros de la pampa húmeda, como Bollati (qué culpa tiene la soja). Jamás me digo ¡¡qué vida perra!!, cuando se me quema el asado o me abandona una amante. Tampoco ¡¡qué chanchada!!, cuando el Cleto abandonó a Iglesias y se amancebó con la onda K, o cuando la dejó a esta y se apareó a la onda $$$ de la Sociedad Rural.
¡¡Qué cabeza la mía!! Haber incurrido en tamaña torpeza. Y con toda sinceridad les repito a los amigos de la Hidra (y a la misma hidra), como cuando aquella vez, siendo muchachón de barrio, rompí el vidrio de una casa vecina de un pelotazo: ¡¡perdón, perdón, fue sin querer!! Claro, después pensé, como descargo: ¡a quién se le ocurre ponerle vidrio a la ventana! En serio, perdón.
La Quinta Pata, 27 – 10 – 09
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