Romina Garshabene
Sí, ¡que la sigan mamando! La palabra humilde viene de humilis, que significa de la tierra, del humus: la putrefacción de los animales y de las plantas cuando entran en descomposición. En la antigua Roma los humilis eran los seres despreciables, los que estaban tan lejos de los dioses que rasaban la tierra y hasta eran parte de ella. El significado que tiene hoy la palabra humilde llegó con el cristianismo, que reivindica al pobre, al bastardo, al mísero, y desde entonces cambió su carácter peyorativo por el de una cualidad de virtud moral: el humilde es el que da todo por el prójimo y no le importan ni los honores ni las riquezas, aunque todavía se siga utilizando el término humilde para describir a los desposeídos, a los que siguen estando más cerca de la tierra que del cielo. Después de las voraces declaraciones que vomitó el técnico de la selección argentina de fóbal contra la prensa deportiva, todos los voceros de la estupidez salieron a pedirle algo de sobriedad y humildad, sobre todo humildad, es decir, salieron a decirle que se calle la boca, que vuelva al fango, que no se olvide que viene del humus, que su condición y por tanto su responsabilidad es la de servir a los señores, etc. Nunca sabremos qué es lo que realmente piensa la gente de todo esto, pero por ahora me quedo con una reflexión de Galeano, cuando explicó que la gente cree en Diego como en un dios y lo defiende como tal, porque es un dios sucio, un dios pecador, un dios muy parecido a los mortales, un dios cercano al suelo, a la putrefacción, al humus y a los humilis. Este sucio dios pecador de barro cree en sus palabras y construye un templo con ellas, mientras que hay quienes la siguen chupando, y la tienen adentro, y la están mamando.
Desvío Cósmico, 22 – 10 – 09
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