Emilio Marín
La variopinta oposición viene machacando con que todos los signos de crispación política se deberían al gobierno nacional, fuente de toda sinrazón y violencia. Las causas del fenómeno están en otra parte.
Al menos desde 2008, la oposición acusa al kirchnerismo de ser el origen de todos los males de la política. Machista, ese sector ningunea a Cristina Fernández y concentra el golpe sobre Néstor Kirchner. De ese modo le pegan a ambos, a uno por "monje negro" y a otra por "figura decorativa". El resultado es que se estaría frente a un "gobierno espurio".
Así lo ha calificado Elisa Carrió, quien lo vociferó por todos los medios y lo plasmó en cartas que distribuyó en las embajadas extranjeras, alertando que allí radicaría la fuente de la violencia política. Con otras palabras y matices, el resto de la oposición repite como el loro esa durísima acusación contra un gobierno que podrá tener muchos defectos, y de hecho los tiene, pero que mantiene una condición democrática.
Es público que este gobierno surgió de elecciones democráticas en 2007, con el 45 por ciento de los votos y más de veinte puntos de ventaja sobre la apocalíptica Carrió. Tan límpido es el origen de este mandato, que la matrona de la Coalición Cívica se sintió en la obligación de aclarar, en esas misivas a las embajadas, que es partidaria de que la presidente pueda terminar su mandato.
Evidentemente hay otros que no piensan así. En vísperas de las elecciones del 28 de junio se pudo ver a Hugo Biolcati (Sociedad Rural) y Mariano Grondona (ex asesor de la Fuerza Aérea durante la dictadura), regodearse con que al día siguiente podía asumir Julio Cobos. Esas elucubraciones destituyentes estaban en las cabezas de otros opositores. Y luego de sufrir algunas derrotas a manos del gobierno, caso de la ley democrática de medios, no habría que descartar que esas operaciones políticas hayan vuelto a la superficie, por la furia de intereses heridos de los monopolios mediáticos.
Con su lenguaje críptico, carentes de referencias y nombres propios, el mensaje de los obispos que concluyen hoy su asamblea alimentó el fuego de la oposición.
Leer todo el artículoLa agrupación liderada por el cardenal Jorge Bergoglio condenó la "violencia verbal y física en el escenario político, el crecimiento de la conflictividad social y la descalificación de quienes piensan distinto, lo que limita la libertad de expresión". Aunque estas expresiones genéricas podrían tener varios destinatarios, fueron tomadas como discurso propio por la oposición.
Sin entrar en cuestiones de fondo respecto a ese pronunciamiento, habría que puntualizar que en un tiempo de crisis como el actual sería conveniente que los diferentes sectores aporten ideas y soluciones en términos concretos. La superficialidad eclesiástica, su eclecticismo, sus vaguedades, las indirectas, etc, no son un estilo que ayude a comprender qué les pasa a los argentinos y cómo salir adelante.
¿Dónde está la violencia?
No bien el jesuita autorizó a la difusión del documento, luego de una complicada negociación entre los obispos que no siempre comulgan en ideas, varios políticos salieron al encuentro de esos conceptos para hacerlos suyos.
Carrió, Francisco de Narváez, Ricardo Alfonsín y legisladores del PRO se alinearon como si fueran tropa propia del cardenal. El denominador común fue que el gobierno es el responsable principal y hasta único de cierto empinamiento de la violencia.
Habría que repasar ciertos temas para ver si semejante afirmación es verdadera o falaz.
Ya quedó señalado que la oposición juzga a este gobierno como "espurio", léase no democrático, que habría tenido legitimidad de origen perdida luego por el desvío "populista" y "autoritario". Tal es la tesis del Departamento de Estado para desprestigiar a Hugo Chávez, repetida por Grondona para el mercado local.
Esa descalificación significa una provocación de la peor especie, justificativa incluso del derrocamiento de una administración con esa mácula.
La oposición, particularmente el radicalismo, concibió el plan para desalojar al Frente para la Victoria de la presidencia de la Cámara de Diputados. Así lo manifestó el senador de la UCR, Ernesto Sanz, futuro titular del comité nacional. Ese putsch es nafta al fuego pues el oficialismo será aún después del recambio del 10 de diciembre la primera minoría con el doble de diputados que la siguiente fuerza.
Con la misma furia y apetito de poder, los opositores quieren arrebatar al kirchnerismo la presidencia de más comisiones que lo que les permitiría su representación. El desalojo de Eduardo Fellner de la Cámara Baja está pensado como un chantaje: para que eso no ocurra el FPV debería ceder más titularidades de comisiones. ¿No es fuente de violencia ese plan-arrebato, que violaría 100 años de tradición parlamentaria?
El titular de la Federación Agraria (cuesta completar su nombre completo), Eduardo Buzzi ha ratificado que el 10 de diciembre marcharán hacia el Congreso para apoyar a los legisladores propios y otros que nutren las bancadas opositoras. Tal movida supone un entendimiento entre los sojeros y aquella estrategia de copar el Congreso por encima de los números de legisladores que tiene cada uno. A propósito, uno de los diputados nuevos, Ricardo Buryaile, de CRA, es el que durante el lock out de las patronales dijo que si el Congreso no votaba contra la 125 debía ser disuelto.
En este momento hay discordia dentro de la Mesa de Enlace, particularmente entre Buzzi y Mario Llambías (CRA). En estas condiciones lo mejor sería que levanten su marcha-presión sobre el Congreso, como lo hizo la presidenta con el acto en Plaza de Mayo convocado por la CGT de Hugo Moyano y la FTV de Luis D´Elía. De lo contrario podría resultar una invitación a la violencia.
Otro foco de incendio lo empezó Alfredo de Angeli, quien invitó a los productores "a quemar las cosechas" antes de venderlas a precios que juzga no compensatorios. Un psiquiatra a la derecha...
La otra derecha
La jefa de Estado declaró que veía ciertos actos no casuales que serían parte de una desestabilización. No le fallaba el olfato aunque, al no mencionar a protagonistas de esas actitudes antidemocráticas, incurrió en un error de abstracción similar al del documento obispal.
Como hubo paros de trabajadores del Subte, pudo entenderse que la denuncia presidencial también los englobaba. Quien sí lo puntualizó fue el jefe de Gabinete, casi un cruzado contra los paros, piquetes y otras formas de protesta.
Esos mandobles generaron el marco propicio para que levantara cabeza otra derecha. Esta no procedía de las filas opositoras ni tradicionalmente gorilas sino del mismo riñón justicialista.
La marcha prevista por Moyano a la Plaza de Mayo, si bien apuntaba contra la desestabilización estilo Carrió-Duhalde, tenía un costado reprochable de meter en la misma bolsa a huelgas consideradas "políticas" y promovidas por la izquierda.
Hasta allí nada que no haya mostrado el sindicalismo peronista durante décadas. Este se alarma y revuelve en los búnkers cada vez que aparecen en el horizonte signos de desborde de los "cuerpos orgánicos". El temor de los aparatos no es zonzo, pues en la CTA, Kraft, Subtes, Zanón, Judiciales de Córdoba y otros lugares viene despuntando un embrión de sindicalismo diferente.
Con cierta cobertura ideológica de las palabras de la presidenta y el secretario general de la CGT, una corriente definidamente de derecha pidió la palabra y dijo: "la CTA es una izquierda loca manejada desde afuera".
El energúmeno no era obviamente José I. Rucci, Ricardo Otero ni otro dirigente de los años más anticomunistas de la UOM. Fue Juan Belén, segundo de ese gremio y la CGT, con el beneplácito de muchos caciques de Azopardo 802. Belén afirmó que la central dirigida por Hugo Yasky es parte de la Cuarta Internacional Trotskista, una brutalidad que ofende a la inteligencia humana.
La revivida "Patria Metalúrgica" fue secundada por Oscar Lescano, de Luz y Fuerza, quien afirmó que el modelo sindical no debía ser vulnerado más de lo que ha sido. La CTA clama por su personería desde hace años y los del Subte desde hace 14 meses, por lo que las vulneraciones de la que hablaba el lucifuercista parecen una invención. Lescano defiende su negocio, tal como hizo al reclamar al gobierno una suba de las tarifas eléctricas, en línea con las empresas.
No es que la emergencia de una fuerza derechista al interior del gobierno o sus aliados sea una novedad. Venía de antes, pero ahora tomó más vuelo, con el posicionamiento de esos sindicalistas. Daniel Scioli es parte de ese bloque pues se ocupa de reformar leyes para castigar a quienes marchen con caras tapadas y portando palos en las manifestaciones.
¿Acaso esos desocupados con rostros semicubiertos son la causa de la violencia? Mejor haría Scioli en buscarla entre sus amigos empresarios que marcharán "contra la inseguridad", convocados por Mirtha Legrand, Susana Giménez y Marcelo Tinelli. Los negocios de los monopolios y bancos durante la dictadura y en el ciclo neoliberal posterior fueron el motor de la pobreza y exclusión, el telón de fondo de los robos e inseguridad. Algunas de estas divas glorificaron ese tiempo, se enriquecieron obscenamente y en algún caso violaron la ley, con lo que de algún modo fomentaron la violencia. Hoy tampoco son Teresa de Calcuta pues sus desorbitadas declaraciones claman por una urgente represión, un remedio mucho peor que la enfermedad.
La Arena, 15 – 11 – 09
La Quinta Pata
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