Liliana Daunes
La iglesia católica argentina refuerza en su última campaña mural su sospechada o confirmada mirada light o casi benevolente sobre el genocidio de la última dictadura que asoló a nuestro país : organizaciones que militan en ella plagaron la ciudad de Bs.As. con afiches que "rezaban" : aborto = genocidio, sin considerar que, aún en nuestro vetusto Código Penal, el aborto es legal en determinadas circunstancias.
Una verdadera afrenta al verdadero genocidio de nuestros 30.000 compañeros desaparecidos y también a los DDHH de las mujeres.
La que sigue es la lúcida reflexión sobre el tema de una compañera periodista.
Las callecitas de Buenos Aires tienen ese qué se yo... ¿viste?
Por las noches, Buenos Aires revienta de basura. Y durante los días, los afiches basura tapan las paredes. Como esos que aparecieron esta semana diciendo: aborto=genocidio.
Los fundamentalistas no tienen medida. Tan acostumbrados como están a realizar genocidios, tan naturalizados para ellos los genocidios, tan cualquier cosa es para ellos el genocidio, que ellos, los genocidas, pretenden acusar a las víctimas de su sistema, de producir las políticas de muerte masiva. Hay límites que no debieran pasarse en los debates públicos.
En estos días, en que los principales genocidas están pasando por los estrados judiciales para ser juzgados por los crímenes de la dictadura, comparar a estos asesinos masivos, con una mujer que defiende el derecho a decidir sobre su cuerpo interrumpiendo un embarazo, resulta una aberración, desde cualquier lugar que se lo analice. Es una provocación para confundir, no solo sobre los derechos de las mujeres, sino también sobre 'los derechos humanos'.
Los genocidas deben ser condenados. La prisión perpetua es la única manera de hacer justicia, para que la memoria de esta sociedad empiece a actuar en la sanación de nuestras heridas colectivas.
Y cuando se avanza en la batalla contra la impunidad, crea sospechas esta mezcla realizada por los defensores de aquella Iglesia que fue cómplice de la dictadura, con la utilización de este término para descalificar las batallas por los derechos de las mujeres.
El aborto, la decisión de las mujeres de interrumpir un embarazo no deseado, es un derecho de las humanas. Transformarlo en un crimen, criminalizarlo, es un método perverso.
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