jueves, 17 de diciembre de 2009

Que no panda el cúnico

Matías Perdomo

La voracidad desplegada por los sectores políticos de la derecha vernácula ante la nueva conformación del Congreso Nacional renovó los temores de sectores sociales que legítimamente sugieren haber hallado cierta prosperidad durante los últimos años. En todo caso, parece establecerse un capítulo más de la tensión manifestada a partir del conflicto con las patronales del campo, entre los militantes de la restauración conservadora y un sector político transformador y progresista.

No parece descabellado oír entonces a miopes personajes que dicen pertenecer a fuerzas de centroizquierda asimilar los gobiernos de los Kirchner al de Menem, con una curiosa, disparatada y en todo caso muy elástica interpretación de la realidad.

Sin entrar en detalles de esa delirante lógica, es necesario marcar una tácita diferencia entre las mencionadas gestiones de gobierno: la dicotomía inclusión – exclusión. Tanto en los ciclos de bonanza macroeconómica como en los de crisis micro, las acciones políticas fueron pronunciadamente contrapuestas. Mientras en los 90 se profundizó la fragmentación social, hoy está claro que la sociedad, si bien con sectores muy relegados aún, se encuentra mucho más organizada, cohesionada y vigorosa.

Si hay un mérito en la conducción del país durante estos años (aunque poco visible, mal comunicado y por lo tanto políticamente no explotado), es haber volcado una gran cantidad de recursos a miles de organizaciones sociales, que han logrado crecer y fortalecerse. También se les otorgó un espacio de participación que han sabido explotar para ir por más. Muchas de estas organizaciones se encuentran involucradas activamente en la elaboración, implementación y desarrollo de políticas públicas; y si bien cada una de ellas representa a un sector determinado de nuestra sociedad, ha madurado el concepto de que deben trabajar todas juntas, reconociendo que hay muchas cosas en común, sobre todo, los enemigos.

Es por eso que hoy el cuerpo social está en condiciones de responder en la calle la mierda que vende desde la pantalla el conglomerado agromediático y sus alianzas políticas a diestra y siniestra. Ante cada amenaza, cada retroceso, cada reculada, esa fuerza social latente deberá superar una instancia todavía no transitada y hacerse presente en el espacio público defendiendo y sosteniendo los derechos y victorias que supo conseguir. Cómo liderar esa energía social esparcida debiera ser el desafío del proyecto político gobernante si verdaderamente intenta seguir el camino de las transformaciones y la justicia social. El progreso es un proceso en el cual está implícita la etapa de la resistencia. Lo alentador es que esta vez parece haber con qué.


Río de Palabras, 17 – 12 – 09

La Quinta Pata

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