domingo, 21 de marzo de 2010

El último colectivo

Sebastián Moro

¿Todavía pasa el noventa por acá? Parece que sí, el recorrido sinuoso y abyecto del país desmemoriado prefiere la vía individual y autodestructiva. Triunfantes se ve a los representantes del poder económico y político cavando el abismo por el que quieren desbarrancar al gobierno nacional. El plan no escatima amenazas ni súplicas golpistas. Carrió, la fatalidad republicana, golpea las puertas de la OEA y otros ases de la institucionalidad atacan con todos los artilugios legislativos y jurídicos para embarrar los caminos. A nivel parlamentario, las fotos elocuentes de los que hundieron al país durante décadas e hipotecaron generaciones enteras al contraer deuda ahora resistida, Menem, Duhalde, Rodríguez Saá, Prat Gay, Aguad bastan para entender que van de nuevo por el saqueo y el ajuste. El arrebato y reparto de comisiones muestran idéntico desenfreno noventista. Los engranajes también funcionan desde la Justicia. Carlos Fayt, producto menemista, pieza clave durante la corte de los milagros, sigue al servicio del apriete y la venganza. La ley de Servicios de Comunicación Audiovisual es acogotada por jueces dictatoriales. Los juicios por la Memoria se ven atenazados por las presiones de la derecha peronista y los cómplices de los asesinos.

La oposición alzada va tras la torta, el ajuste y la represión. Se muestran cándidos como Cobos (“el gran componedor”) telefoneando a Menem. Caritativos como la Iglesia al condenar el pecado de pagar deuda con reservas. Solícitos como el Gran Periodismo Nacional: Grondona, Ruiz Guiñazú, Biasatti, Morales Solá. Pero actúan como pirañas. Entrega el país por dinero y sangre el alzamiento opositor. Volver a los noventa es el fin, derrocar un Estado de bienestar por uno neoliberal, rematarlo todo. Diestra y siniestra fomentan el ciclismo financiero y se frotan las manos por recortes y shocks tarifarios vía eliminación de subsidios a los servicios públicos y al transporte. Quieren vengar el salvataje jubilatorio corregido por el Estado luego de la salvajada privatista, la política de derechos humanos y la agresión a la elite agroganadera. Se entusiasman por las divisas acumuladas (algo jamás soñado en sus pesadillas económicas), con las escaladas hacia la represión, con el perdón y la bendición a los genocidas, con las mentiras y manipulaciones en primera plana. Mienten hasta en la claringrilla.

Pero desde otra dirección es notable el crecimiento de la reescolarización de cientos de miles de chicos, bajo la cobertura de la asignación universal como motor. A la Argentina, que fue el mejor alumno del Fondo y el más castigado, le resbala. La sociedad busca merecerse el menemismo. Pero no hay bondis a los noventa para el colectivo pueblo. Allí sólo se viaja en ferrari. El resto pateará la calle. Otra vez.


Río de Palabras, 21 – 03 – 10

La Quinta Pata

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