Emilio Marín
Del gobierno de Cristina Fernández se podrán decir muchas cosas, pero no que carezca de convicción en los objetivos que se plantea. En cambio la oposición mostró la consistencia de un flan.
Con una consecuencia digna de mejores causas, el gobierno persigue el objetivo de pagar la dudosa deuda externa con reservas del Banco Central. Buscó un atajo con el decreto 2010 y se lo frenaron en la justicia; siguió con el decreto 298, que aún no pudo ser confirmado por una de las dos cámaras. Y en el medio, anticipándose a una votación adversa, alentó el proyecto de ley del senador Carlos Verna, que en líneas generales coincide con el segundo decreto.
Se podrá estar de acuerdo o no con esa política pagadora del oficialismo; este cronista discrepa. Pero hay que reconocer la coherencia de sus promotores y su intento de llevarla a cabo. Al fin de cuentas la política debe procurar hechos y no cháchara mediática.
En beneficio de los kirchneristas, hay que aclarar que impulsan esas iniciativas con entusiasmo pese a haber perdido la mayoría en el Congreso. Cuando sobran los números, todos suelen tener buen humor y ganas de hablar con la prensa, como esos DT cuyos equipos ganaron en la fecha.
La oposición se perfilaba como la gran ganadora, luego de haber manoteado las presidencias de la mayoría de las comisiones y en la de Acuerdos del Senado haber bajado el pulgar a Mercedes Marcó del Pont. La salida de esta economista de la presidencia del Central iba a ser un golpe durísimo para Cristina Fernández, por la importante apuesta que había hecho con su designación y la sintonía política, que no tenía con Martín Redrado.
Parecía que la salida de la banquera nac&pop era un hecho, luego de la primera votación adversa en aquella comisión, sin su presencia ni posibilidad de defensa. Gerardo Morales, Adolfo Rodríguez Saá y otras espadas de la oposición la aguardaban siete días más tarde como el verdugo espera en el patíbulo a su víctima, con la soga áspera y el nudo bien corredizo.
Leer todo el artículoEl linchamiento era aguardado con expectativa por los monopolios mediáticos, conscientes que entrañaba un movimiento destituyente. A la cabeza rodando de Marcó del Pont seguirían otras de mayor importancia.
Pero el miércoles se dio un resultado totalmente diferente, pues las filas opositoras tuvieron dos deserciones y no pudieron llegar al quórum para cometer el feminicidio. Con poco valor para afrontar ese final inesperado, ni Morales ni Rodríguez Saá se atrevieron a bajar al recinto. Contradiciendo sus falaces argumentos en contra del oficialismo que no había dado quórum en la sesión donde Carlos Menem se hizo esperar inútilmente, esta vez los opositores se quedaron en las gateras.
La borratina permitió florearse e ironizar al senador Miguel Pichetto. Las opositoras Roxana Latorre y María Bongiorno se habían desmarcado del plan destituyente, con dos buenos argumentos: valoran positivamente a Marcó del Pont y no quieren ser conducidas por Elisa Carrió.
Lo dice una opositora
La energúmena Carrió, la virgen de la pureza política y moral, disparó contra Latorre como comprada por "billetera K". La denunciante flojita de papeles declaró: "tiene que explicar por qué vota en un sentido diferente del mandato que recibió de la sociedad; qué favores recibe, qué prebendas tiene".
En tren de comprender la crispación de la platinada hay que mencionar que el mismo día había fracasado en Diputados en concretar una sesión especial en contra del decreto 298. No logró siquiera que la secundaran los bloques del radicalismo, el PRO y el peronismo duhaldista; estos se escudaron en que el mencionado instrumento no había ingresado a la Cámara, demorado por el jefe de Gabinete. Tampoco lo había analizado la Comisión de Tratamiento, empantanada por los desaguisados opositores. Julio Cobos la había conformado en diciembre con cuatro miembros de cada uno de los bandos en disputa, pero hace dos semanas cambió esas proporciones restando uno al gobierno y sumando otro a los detractores.
Sonaba lógico que la oposición no bajara a un recinto donde sólo retrataría su propia impotencia. Pero ya se sabe que lo lógico no va con Carrió. Y no contenta con esa división de hecho del espectro opositor, arremetió con duras declaraciones contra sus camaradas de ruta, diciendo que eran cómplices o funcionales al gobierno. Oscar Aguad, Federico Pinedo y Felipe Solá debieron hacer conferencias de prensa, por separado y a continuación de la realizada por la líder de la Coalición Cívica, para explicar sus posiciones.
Fue cómico escuchar a estos políticos asegurar que la oposición estaba "unida" cuando era patente que se estaban sacando los ojos.
Los medios monopólicos que inflan todos los días a esas figuras no tuvieron más remedio que criticarles la falta de altura política. "Veinte tribus y ningún jefe" tituló un columnista de "La Nación" acusado en 2009 en un video de recibir coimas para escribir notas en contra de Repsol. "Sin liderazgo ni estrategia", tituló en ese mismo pasquín el periodista votado en Perfil como el mejor de 2009.
El enojo de esos medios y legisladores opositores se debía a que sus fracturas les habían impedido asestarle un golpe a la nuca al gobierno. Y habían dejado expuestas a la luz pública sus torpezas y miserias. Algo tuvo que ver en vivo y directo a Morales en la Comisión aclarar que no haría preguntas a Marcó del Pont, luego que ella hubiera hecho una exposición y se aprestara a contestar los interrogantes de los senadores.
Para el "rejunte político" hubo algo peor aún. La senadora Latorre explicó su faltazo al canal Todo Negativo: "cuidado que en el Parlamento se respira un espíritu golpista de que la jefa de Estado se tiene que ir antes".
Que la presidenta alertara una vez más desde El Calafate que hay en curso una maniobra destituyente, tiene una determinada entidad. Pero que lo admita públicamente una senadora de la oposición, quizás tenga una gravedad mayor.
Resolver problemas
Alentado por su triunfo en el Senado y la frustración de la sesión especial en la Cámara Baja, el gobierno se apronta este miércoles a hacer aprobar el pliego de la titular del Central, al menos hasta septiembre. Y alienta el proyecto de Verna, que si resulta votado en el Senado pasaría a Diputados, a complicar la coherencia de los opositores que habían declarado su supuesta disposición a votar una norma en vez de un DNU. Ahora la realidad chequearía su honestidad intelectual.
Mientras ese proyecto "made in La Pampa" navega en las comisiones y luego en ambas cámaras, el Ejecutivo - que no tiene un pelo de zonzo - mantendrá el decreto 298 y seguirá haciendo los pagos de deuda externa que vayan venciendo.
Pero la presidenta de la Nación se equivocaría si se contenta con esos eventuales triunfos parlamentarios y permite que sus operadores armen contraataques contra algunos de los opositores, para cobrarse venganza por algunos de los tantos malos tratos en su contra.
Por ejemplo, Página/12 ha publicado que el senador Luis Juez, de la oposición acérrima, tendría depósitos bancarios por 5 millones de dólares en paraísos fiscales. Que sea la justicia la que ponga la lupa sobre el patrimonio de ese legislador que se la pasó, como Carrió, presumiendo de su impoluta postura contra la corrupción.
Pero que no sea el oficialismo el que se dedique a pagar a la oposición con la misma moneda de denuncias e investigaciones por doquier. El gobierno debería estar básicamente para tomar medidas a favor de la población. Y todas sus neuronas deberían estar para analizar los problemas y aportar soluciones a esa gente, sobre todo la que más sufre los problemas de pobreza, marginalidad, enfermedades, desempleo, falta de vivienda y hospitales.
Allí se tiene que marcar la diferencia de los modelos. No es extraño que Mauricio Macri decida cerrar el hospital Lagleyze. El gobierno de la Nación debería aportar fondos y más profesionales para abrirlo, remozado, con su personal seguro y bien pago, para que haga mejor su tarea.
Si Marcó del Pont queda firme en la poltrona del Central, como lo pidieron 21 economistas prestigiosos del Grupo Fénix, más que girar divisas para abonar la sospechada deuda externa, tendría que demostrar tácticamente que el banco no es más "el Vaticano" ajeno dentro de otro Estado. La entidad debería dar apoyatura para que todos los bancos públicos sirvan a los planes de desarrollo, las Pymes y las economías regionales.
El Indec dio la mala noticia de que la inflación de febrero había sido de 1,2 por ciento, más elevada que las anteriores mediciones, aunque bastante por debajo de lo que miden las consultoras privadas. Independientemente de que siga Amado Boudou o no como ministro, el tema crucial es si el gobierno va a pergeñar o no una política eficaz para controlar la creciente carestía de la vida.
La práctica demuestra que invitar a los popes de la UIA y la Asamblea Empresaria Argentina a almorzar en Olivos y endulzarles los oídos no sirve para que estos formadores de precios controlen su angurria por las ganancias rápidas y extraordinarias.
El gobierno puede ganar o perder votaciones en el Congreso, pero su mayor derrota sería no solucionar los problemas de aquella índole social que son datos de la realidad, no denuncias de la inútil oposición.
La Arena, 14 – 03 – 10
La Quinta Pata
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