Alicia L. de Bonet – Krueger
Pensad que esto ha sucedido, os encomiendo estas palabras
Primo Levi, sobreviviente de los campos de concentración nazis.
El 15 de agosto de 1972, un grupo de 6 dirigentes de FAR, Montoneros y ERP integrado por Mario Santucho, Roberto Quieto, Fernando Vaca Narvaja, Enrique Gorriaran Melo, Domingo Mena y Mario Osatinsky logran fugarse del penal de máxima seguridad de Rawson y abordar un avión en el aeropuerto de Trelew, esperaron al resto de compañeros. El avión es tomado y despega con rumbo a Chile y a Cuba. El segundo grupo integrado por miembros de dichas organizaciones llega al aeropuerto con retraso sin posibilidad de despegar. Toman el Aeropuerto de Trelew 19 compañeros: Ana Villarreal de Santucho, Carlos Astudillo, Eduardo Capello, Alberto Carlos del Rey, José Mena, Clarisa Lea Place, Humberto Suarez, Humberto Toschi, Jorge Ulla, Mario Delfino, Alfredo Kohon, Miguel Angel Polti, Mariano Pujadas, Ricardo Haidar, Susana Lesgart, Maria Angelica Sabelli, Maria Antonia Berger, Alberto Camps y mi esposo Rubén Bonet después serán conducidos a la Base Almirante Zar.
Fue la más grande operación que se concibió de manera unitaria por las organizaciones peronistas y no peronistas en esos años de militancia.
El gobierno del general Lanusse declara el estado de emergencia y la zona queda bajo el mando de V cuerpo del ejército.
Al enterarnos de la fuga, familiares decidimos viajar a Rawson y alquilamos una avioneta. Por su lado, los abogados (Los doctores Ortega Peña, Duhalde, Galín, González Garland y Mattarollo) viajan también a Rawson en remises.
Estos compañeros eran muy jovencitos (entre 20 y 30 años), la mayoría de los familiares eran los padres, eran pocos los que ya tenían esposa e hijos. En Rawson, nos vamos unos a hablar con los militares que estaban al mando de la región, otros, con la iglesia y otros con políticos. Queríamos que les hagan llegar mantas y comida y sobretodo que supieran que nos estábamos ocupando de ellos. Pero nadie nos escuchó, seguimos tratando de hacer algo y nos detuvieron.
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En la comisaría de Rawson, estaba con los padres de Mariano, de Susana, de María Angélica, entre otros, nos tomaron las impresiones digitales y nos hicieron el prontuario mientras nos "aconsejaban" que volviéramos a nuestras casas. Esta era la condición para liberarnos. Los “viejos” no podían creer que se las agarraran con ellos y me decían: “yo soy médico en mi pueblo y lo único que quiero saber es cómo esta mi hija, ¿por qué no me van a dejar acercarme a ella?” - “Si mi hijo hizo lo que consideró que tenía que hacer, ¿por qué se la agarran conmigo?” - “Che ¿te parece que tengo cara de gángster?”. Tenían fuerza, humor, orgullo por el camino que habían elegido sus hijos. Prometimos a los policías que nos iríamos a nuestras casas.
Nos fuimos a Trelew y seguimos buscando información. Yo era maestra y colaboraba con “Nuevo Hombre.” De esa manera conseguí fotos del aeropuerto cuando estaba tomado y una cinta grabada por la televisión de la conferencia de prensa. En esa cinta, los compañeros explican las razones de sus luchas y las negociaciones antes de entregarse. En ese momento, se encontraba con ellos en el aeropuerto el periodista de la TV de Chubut; el doctor Amaya, abogado; el Juez Godoy y el doctor Viglione, médico que los revisó y verificó que se encontraban en buen estado de salud. En las negociaciones, autorizan su traslado nuevamente a la cárcel de Rawson: El capitán Sosa da “su palabra de honor". Mariano Pujadas habla en nombre de Montoneros, María Antonia Berger de las FAR y Rubén Bonet del ERP. Firman un acta. Sin embargo, finalmente se los llevan a la base Almirante Zar.
Esa conferencia de prensa queda inmortalizada en la película “Ni olvido, ni perdón” de Raymundo Gleyzer.
Intentamos ir a la base pero había militares por todos lados controlando, nos vuelven a detener y nos llevan a la comisaría de Trelew. Los abogados se enfrentan a un hermético cerco de silencio que les impide todo contacto con los detenidos de la base y de la cárcel de Rawson. Los detienen también para su identificación, al igual que los chóferes de los remises que los condujeron. Los Doctores Amaya y Solari Irigoyen que eran abogados locales tampoco logran tomar contacto con los presos y el doctor Amaya queda detenido. Los jueces Quiroga y Godoy no reciben ninguna petición ni “habeas corpus” de los abogados. Los abogados convocan una conferencia de prensa en el estudio del doctor Romero y del doctor Amaya. Poco después, el estudio es allanado. Lo que obliga a realizar sus declaraciones en la calle. Al día siguiente, decidimos todos regresar a nuestras casas.
El 22 de agosto, muy temprano, escucho en la radio, una de las primeras versiones de los militares diciendo que los compañeros presos en la base intentaron fugarse, que hay muertos y heridos. Inmediatamente, todos los familiares nos ponemos en contacto con los abogados. Nos dicen que nos vayamos directamente al aeroparque para viajar a Trelew, sobretodo nos aconsejan no pasar por sus oficinas ni por la Asociación Gremial de Abogados donde solíamos reunirnos, porque habían recibido amenazas de muerte. Poco después una bomba explota y destruye el local de la Asociación.
Yo explico a mis hijos, Hernán de 5 años y Mariana de 4 años que les llevo “curitas” para curar a papá y a los tíos y a las tías que se habían peleado con los militares (ellos hacia dos años que visitaban a su papá en las cárceles de Devoto y de Rawson) y los dejo con una prima.
Tomo un taxi aéreo con varios familiares y los doctores Landaburu, Sandler, Cavilla y Lombardi, me llevan primero a mí, hasta Bahía Blanca porque Rubén está en la lista de heridos por los anuncios de la radio y prensa para ir al Hospital Naval adonde eran trasladados. Ellos siguen rumbo a Rawson donde están los muertos. Un abogado me vino a buscar, estando en su auto anuncian por la radio que Rubén acaba de morir. En el Hospital Naval me informan que nunca llego ahí Rubén, solo estaban Haidar, Camps y Berger. Regreso, entonces a Ezeiza para recuperar el féretro. Al llegar, me rencuentro con mis hijos y nos informan que los cuerpos de los compañeros los enviaron a sus lugares de nacimiento; en Rosario, Córdoba, Tucumán, Entre Ríos, Santa Fe, Santiago del Estero, Capital y a Pergamino en mi caso. Seguramente, viendo las manifestaciones estudiantiles y populares que se estaban produciendo espontáneamente en todos lados, los militares deciden de esta manera evitar todo funeral popular. A Capital, llegan los cuerpos de Eduardo Capello, Maria Angélica Sabelli y Ana María Villarreal de Santucho. Serían velados en la sede Justicialista de Avenida de La Plata y posteriormente desalojados brutalmente con tanques del Ejército.
Tomo un ómnibus para ir a Pergamino con mis hijos, les explico que no se pudo curar a papá y a los tíos y tías que estaban muertos. Mariana, mi hija quería saber si el tío Chupete había muerto también (Eduardo Capello, era su preferido). Empezaron a hacerme preguntas sobre la muerte “¿cómo se hace para respirar y comer dentro de un cajón?” Hicieron dibujos para su papa, que pegué en el cajón.
Mientras yo estaba convencida que jamás, ni Rubén, ni Mariano, ni los otros compañeros podían haber hecho un solo gesto para fugarse. Tenían una fuerte moral revolucionaria, ya habían sido torturados y sabían que estaban rodeados por la marina, que el lugar estaba en medio del desierto patagónico, que no tenían comunicación con el exterior. Simplemente yo pensaba que los habían matado a sangre fría, a pesar de las versiones “oficiales” que aumentaban la confusión. En esos años, no había antecedentes que se hubiera matado a un grupo tan grande de presos políticos en el país y todos comenzamos a hablar de “masacre”, hasta gente que no estaba de acuerdo con los grupos armados.
Cuando llego a Pergamino, de la misma manera que todos los familiares fuimos interrogados por la policía, se tenía que firmar una orden militar para que no hubiera ceremonia, velatorio, y que se enterrara inmediatamente al familiar. Para mí, era imposible aceptar estas condiciones, yo quería comprobar que el que estaba en el cajón era Rubén y lo que le habían hecho. Por eso, dejé el cajón en la morgue y empecé a realizar gestiones con la policía para poder abrir el cajón. No fue fácil, ya que hicieron circular en el pueblo, que el ERP iba a recuperar el cuerpo con lo cual el cementerio estaba rodeado de militares. Al final, entre amenazas y tratativas, me permiten identificarlo. Entro con un lápiz y un papel, escribo todo lo que veo; era Rubén, tenia hematomas, tenia especies de grandes lunares (después supe que era la entrada de balas) y una parte de la cabeza destrozada.
Me entero, luego, que en diferentes lugares del país se abrieron los cajones, que había enormes manifestaciones y que habían desalojado la sede justicialista.
A partir de ese momento, estaba convencida que no se podía ocultar la verdad de lo que había pasado, era necesario denunciarlo para que no se continuara matando con total impunidad. Ingenuamente, me decía, para que no haya más Trelew.
Unos días después inició el juicio caratulado “Alicia de Bonet contra el estado nacional (comando en jefe de la armada)” en el juzgado de primera instancia n°6 de Capital Federal. El juez ordena la autopsia de Rubén. En la autopsia, se mencionan 3 heridas de bala de distancia (no mortales)y una herida en la cabeza de bala de otro tipo de proyectil (45), disparado a corta distancia por lo cual se verifica que es “un tiro de gracia» y según escribieron los médicos forenses es mortal.
El mismo juicio lo inicia la familia de Ana Villareal de Santucho representada por la doctora Manuela Santucho. El 26 de octubre 1972 acompaño a mi abogado doctor Mario Diehl Gainza a la cárcel de Villa Devoto donde se constituyó el tribunal, para tomar declaraciones a los tres sobrevivientes. Están presentes todos los abogados de los compañeros. Primero declara Alberto Camps, luego Ricardo Haidar y finalmente María Antonia Berger quienes a pesar de estar heridos e incomunicados nombran al teniente Bravo, al suboficial Marandino, al oficial Sosa, a Herrera y a Del Real y explican con detalles similares cómo estos marinos procedieron a fusilarlos. Entre lo que relatan dicen que Rubén , se encontraba en el piso de la enfermería de la base Almirante Zar, sin asistencia médica, pero vivo, hasta las 12:30 en que son trasladados al Hospital Naval de Bahía Blanca en avión. La partida de defunción que me entrega la marina dice: fallece el 22 de agosto de 1972 a las 12:55 por muerte violenta. ¿Quién y por qué fusilaron 2 veces a Rubén? Espero sus respuestas en el juicio. Estos testimonios fueron recogidos por Francisco Urondo el 23 de mayo 1973 en la cárcel de Villa Devoto, los publicó en dos libros “Trelew” y “Trelew, La patria fusilada”.
El Juicio siguió su curso hasta 1974, en que empezó a actuar la “Triple A” con sus miles de asesinatos y bombas. Cuando asesinaron el 31 de julio al abogado de Rubén, el doctor Rodolfo Ortega Peña, hablé con los padres de Mariano, Susana, de Clarisa y me decían “pero querida, no te preocupes por nosotros, somos personas mayores, cuidate vos y los chicos». ¡No podían imaginar tanta crueldad!
Juan Gelman escribe, en 1972 "Glorias”, versos premonitorios:
¿Acaso no está corriendo la sangre de los fusilados en Trelew?
¿hay algún sitio del país donde esa sangre no esté corriendo ahora?....
Relataré algunos de los casos en que “la sangre que siguió corriendo” después de Trelew:
- Alberto Camps fue asesinado el 16 de agosto de 1977. Estaba junto a su esposa Rosa María Pargas que sigue desaparecida.
- María Antonia Berger fue asesinada en 1979 y su cuerpo fue mostrado en la ESMA como trofeo, continúa desaparecida.
- Ricardo Haidar fue secuestrado el 18 de diciembre de 1982 y visto en la ESMA, continúa desaparecido.
- Roberto Quieto fue secuestrado y está desaparecido desde 1975,
- Marcos Osatinsky fue ejecutado en 1975, sus hijos José y Mario de 18 y 15 años murieron en un enfrentamiento en su domicilio, su esposa Sara fue secuestrada.
- Mario Santucho murió en un enfrentamiento en 1976, gran parte de su familia permanece desaparecida (hermanos, esposas, sobrinas). Entre ellos la doctora Manuela Santucho.
- El padre y el hermano de Fernando Vaca Narvaja fueron asesinados en 1976.
El 14 de agosto de 1975 fueron secuestrados los padres de Mariano Pujadas, José Maria y Josefa junto a su hija María José, su hijo José María y su compañera Mirta. Fueron ametrallados, dinamitados y tirados sus cuerpos en un pozo: Mirta se salva y muere años después de las secuelas
Arturo Lea Place, el padre de Clarisa fue asesinado y su hermano Luis detenido. Una vez liberado abandono el país.
El hermano de Eduardo Capello, Jorge es secuestrado junto con su compañera Irma y el hijo de ella de 12 años. Están desaparecidos.
El padre y el hermano de Astudillo fueron asesinados.
El hermano de Susana Lesgart, Rogelio es arrestado en 1976, sus hermanas María Amelia y Adriana se encuentran desaparecidas desde 1979.
Algunos familiares han sobrevivido por haber vivido clandestinamente y/o haber salido del país.
Raymundo Gleyzer está desaparecido desde mayo de 1976.
Paco Urondo es asesinado en un enfrentamiento junto a su mujer en marzo de 1976.
El 22 de agosto de 1976 se descubren 60 cuerpos de personas que habían sido secuestradas por las Fuerzas Armadas.
Los presos políticos y sindicales de las cárceles del país, en especial los de Rawson fueron duramente castigados, muchos de ellos están desaparecidos o tuvieron que salir del país.
Entre 1974 y 1983, hubo más de 200 abogados, asesinados y desaparecidos, en el ejercicio de su profesión; defendiendo el derecho a la libertad y a la vida de presos políticos y sindicales. Con ellos se eliminó la defensa legal y se silenció la justicia. Los que pudieron salvarse vivieron en la clandestinidad hasta salir del país. El doctor Mario Abel Amaya murió a causa de las torturas, en agosto de 1976.
La población de Rawson y de Trelew sufrió persecución y tortura por haber sido testigos, apoderados, sindicalistas, políticos, periodistas, amigos, médicos, docentes, obreros, estudiantes o miembros de la comisión de solidaridad con los presos de Rawson y de Trelew.
Estas informaciones no son exhaustivas, solo son una parte del iceberg que constituyó en nuestro país la aplicación de la política llamada "terrorismo de estado" que se tradujo por la eliminación física de todos aquellos que se suponía opositores al régimen gubernamental vigente, sin respeto de ninguna ley nacional o internacional de protección de la vida de las personas y que culminó con los 30.000 muertos y desaparecidos.
Me casé en segundas nupcias el 17 de mayo de 1974 y en julio de 1974, pasé a vivir en la clandestinidad con mi familia, cuando mis compañeros de trabajo de la docencia me avisaron que los militares habían ido a buscarme a la escuela y que la directora había recibido la orden de mi captura de parte de la marina. En 1975 di a luz mi tercera hija en la clandestinidad. En 1977, después de varios años de cambios de domicilio, de cambios de escuelas para los chicos que estaban anotados con otros nombres, salimos del país con documentos falsos a Brasil y allí pedimos el asilo político y finalmente fue Francia que en 1978 nos reconoció como refugiados políticos.
Una vez restablecida la democracia en Argentina, comencé a mandar cartas a los presidentes argentinos para que se hiciera justicia por Trelew. Traté de reabrir el juicio iniciado pero había sido destruido en los Tribunales.
En 2005 fui invitada junto a otros familiares y ex-presos de Rawson a los actos oficiales de conmemoración de los 33 años de la masacre de Trelew. Fuimos recibidos por la secretaría de derechos humanos de Chubut, Elisa Martínez, por el subsecretario doctor Mattarollo y el secretario de derechos humanos de la nación doctor Eduardo Dualhde, y más tarde por el presidente de la nación doctor Kirchner.
Por primera vez después de 33 años que se reclamaba justicia, éramos escuchados por las más altas autoridades del país.
Se pidió que se reabra el juicio de Trelew (el primero de enero de 2006, se comenzó la querella).
Se pidió que se transformara el Aeropuerto de Trelew en Monumento a la Memoria (el 22 de agosto de 2007 fue inaugurado).
Cuando se inició la querella, nuevamente comenzaron a llover las amenazas por parte de personal de la base almirante Zar, sobre algunos de los testigos y poco después se denunciaban a los servicios de inteligencia de la marina, situados en dicha base de Trelew por sus actuaciones. Varios marinos fueron detenidos y procesados por espionaje.
El juez federal Hugo Sastre tramita el juicio de Trelew y los abogados del CELS nos representan. Una parte de los autores directos o indirectos de la matanza se encuentran detenidos “con arresto domiciliario”, son: Rubén Norberto Paccagnini, jefe de la base en 1972; el ex -contralmirante Horacio Mayorga; el ex capitán de navío Jorge Enrique Bautista; el ex -capitán Luis Emilio Sosa, el ex -cabo Carlos Marandino y el ex - capitán del Real, y se espera la extradición del ex -Teniente de Navío Roberto Guillermo Bravo, “ciudadano norteamericano”.
Por primera vez, esperando la fecha de la apertura del juicio de Trelew, puedo tener confianza que el compromiso que asumí junto a mis hijos por la Memoria, la Verdad y la Justicia de la Masacre de Trelew se transforme en realidad.
La Quinta Pata, 22 – 08 – 10
Nos fuimos a Trelew y seguimos buscando información. Yo era maestra y colaboraba con “Nuevo Hombre.” De esa manera conseguí fotos del aeropuerto cuando estaba tomado y una cinta grabada por la televisión de la conferencia de prensa. En esa cinta, los compañeros explican las razones de sus luchas y las negociaciones antes de entregarse. En ese momento, se encontraba con ellos en el aeropuerto el periodista de la TV de Chubut; el doctor Amaya, abogado; el Juez Godoy y el doctor Viglione, médico que los revisó y verificó que se encontraban en buen estado de salud. En las negociaciones, autorizan su traslado nuevamente a la cárcel de Rawson: El capitán Sosa da “su palabra de honor". Mariano Pujadas habla en nombre de Montoneros, María Antonia Berger de las FAR y Rubén Bonet del ERP. Firman un acta. Sin embargo, finalmente se los llevan a la base Almirante Zar.
Esa conferencia de prensa queda inmortalizada en la película “Ni olvido, ni perdón” de Raymundo Gleyzer.
Intentamos ir a la base pero había militares por todos lados controlando, nos vuelven a detener y nos llevan a la comisaría de Trelew. Los abogados se enfrentan a un hermético cerco de silencio que les impide todo contacto con los detenidos de la base y de la cárcel de Rawson. Los detienen también para su identificación, al igual que los chóferes de los remises que los condujeron. Los Doctores Amaya y Solari Irigoyen que eran abogados locales tampoco logran tomar contacto con los presos y el doctor Amaya queda detenido. Los jueces Quiroga y Godoy no reciben ninguna petición ni “habeas corpus” de los abogados. Los abogados convocan una conferencia de prensa en el estudio del doctor Romero y del doctor Amaya. Poco después, el estudio es allanado. Lo que obliga a realizar sus declaraciones en la calle. Al día siguiente, decidimos todos regresar a nuestras casas.
El 22 de agosto, muy temprano, escucho en la radio, una de las primeras versiones de los militares diciendo que los compañeros presos en la base intentaron fugarse, que hay muertos y heridos. Inmediatamente, todos los familiares nos ponemos en contacto con los abogados. Nos dicen que nos vayamos directamente al aeroparque para viajar a Trelew, sobretodo nos aconsejan no pasar por sus oficinas ni por la Asociación Gremial de Abogados donde solíamos reunirnos, porque habían recibido amenazas de muerte. Poco después una bomba explota y destruye el local de la Asociación.
Yo explico a mis hijos, Hernán de 5 años y Mariana de 4 años que les llevo “curitas” para curar a papá y a los tíos y a las tías que se habían peleado con los militares (ellos hacia dos años que visitaban a su papá en las cárceles de Devoto y de Rawson) y los dejo con una prima.
Tomo un taxi aéreo con varios familiares y los doctores Landaburu, Sandler, Cavilla y Lombardi, me llevan primero a mí, hasta Bahía Blanca porque Rubén está en la lista de heridos por los anuncios de la radio y prensa para ir al Hospital Naval adonde eran trasladados. Ellos siguen rumbo a Rawson donde están los muertos. Un abogado me vino a buscar, estando en su auto anuncian por la radio que Rubén acaba de morir. En el Hospital Naval me informan que nunca llego ahí Rubén, solo estaban Haidar, Camps y Berger. Regreso, entonces a Ezeiza para recuperar el féretro. Al llegar, me rencuentro con mis hijos y nos informan que los cuerpos de los compañeros los enviaron a sus lugares de nacimiento; en Rosario, Córdoba, Tucumán, Entre Ríos, Santa Fe, Santiago del Estero, Capital y a Pergamino en mi caso. Seguramente, viendo las manifestaciones estudiantiles y populares que se estaban produciendo espontáneamente en todos lados, los militares deciden de esta manera evitar todo funeral popular. A Capital, llegan los cuerpos de Eduardo Capello, Maria Angélica Sabelli y Ana María Villarreal de Santucho. Serían velados en la sede Justicialista de Avenida de La Plata y posteriormente desalojados brutalmente con tanques del Ejército.
Tomo un ómnibus para ir a Pergamino con mis hijos, les explico que no se pudo curar a papá y a los tíos y tías que estaban muertos. Mariana, mi hija quería saber si el tío Chupete había muerto también (Eduardo Capello, era su preferido). Empezaron a hacerme preguntas sobre la muerte “¿cómo se hace para respirar y comer dentro de un cajón?” Hicieron dibujos para su papa, que pegué en el cajón.
Mientras yo estaba convencida que jamás, ni Rubén, ni Mariano, ni los otros compañeros podían haber hecho un solo gesto para fugarse. Tenían una fuerte moral revolucionaria, ya habían sido torturados y sabían que estaban rodeados por la marina, que el lugar estaba en medio del desierto patagónico, que no tenían comunicación con el exterior. Simplemente yo pensaba que los habían matado a sangre fría, a pesar de las versiones “oficiales” que aumentaban la confusión. En esos años, no había antecedentes que se hubiera matado a un grupo tan grande de presos políticos en el país y todos comenzamos a hablar de “masacre”, hasta gente que no estaba de acuerdo con los grupos armados.
Cuando llego a Pergamino, de la misma manera que todos los familiares fuimos interrogados por la policía, se tenía que firmar una orden militar para que no hubiera ceremonia, velatorio, y que se enterrara inmediatamente al familiar. Para mí, era imposible aceptar estas condiciones, yo quería comprobar que el que estaba en el cajón era Rubén y lo que le habían hecho. Por eso, dejé el cajón en la morgue y empecé a realizar gestiones con la policía para poder abrir el cajón. No fue fácil, ya que hicieron circular en el pueblo, que el ERP iba a recuperar el cuerpo con lo cual el cementerio estaba rodeado de militares. Al final, entre amenazas y tratativas, me permiten identificarlo. Entro con un lápiz y un papel, escribo todo lo que veo; era Rubén, tenia hematomas, tenia especies de grandes lunares (después supe que era la entrada de balas) y una parte de la cabeza destrozada.
Me entero, luego, que en diferentes lugares del país se abrieron los cajones, que había enormes manifestaciones y que habían desalojado la sede justicialista.
A partir de ese momento, estaba convencida que no se podía ocultar la verdad de lo que había pasado, era necesario denunciarlo para que no se continuara matando con total impunidad. Ingenuamente, me decía, para que no haya más Trelew.
Unos días después inició el juicio caratulado “Alicia de Bonet contra el estado nacional (comando en jefe de la armada)” en el juzgado de primera instancia n°6 de Capital Federal. El juez ordena la autopsia de Rubén. En la autopsia, se mencionan 3 heridas de bala de distancia (no mortales)y una herida en la cabeza de bala de otro tipo de proyectil (45), disparado a corta distancia por lo cual se verifica que es “un tiro de gracia» y según escribieron los médicos forenses es mortal.
El mismo juicio lo inicia la familia de Ana Villareal de Santucho representada por la doctora Manuela Santucho. El 26 de octubre 1972 acompaño a mi abogado doctor Mario Diehl Gainza a la cárcel de Villa Devoto donde se constituyó el tribunal, para tomar declaraciones a los tres sobrevivientes. Están presentes todos los abogados de los compañeros. Primero declara Alberto Camps, luego Ricardo Haidar y finalmente María Antonia Berger quienes a pesar de estar heridos e incomunicados nombran al teniente Bravo, al suboficial Marandino, al oficial Sosa, a Herrera y a Del Real y explican con detalles similares cómo estos marinos procedieron a fusilarlos. Entre lo que relatan dicen que Rubén , se encontraba en el piso de la enfermería de la base Almirante Zar, sin asistencia médica, pero vivo, hasta las 12:30 en que son trasladados al Hospital Naval de Bahía Blanca en avión. La partida de defunción que me entrega la marina dice: fallece el 22 de agosto de 1972 a las 12:55 por muerte violenta. ¿Quién y por qué fusilaron 2 veces a Rubén? Espero sus respuestas en el juicio. Estos testimonios fueron recogidos por Francisco Urondo el 23 de mayo 1973 en la cárcel de Villa Devoto, los publicó en dos libros “Trelew” y “Trelew, La patria fusilada”.
El Juicio siguió su curso hasta 1974, en que empezó a actuar la “Triple A” con sus miles de asesinatos y bombas. Cuando asesinaron el 31 de julio al abogado de Rubén, el doctor Rodolfo Ortega Peña, hablé con los padres de Mariano, Susana, de Clarisa y me decían “pero querida, no te preocupes por nosotros, somos personas mayores, cuidate vos y los chicos». ¡No podían imaginar tanta crueldad!
Juan Gelman escribe, en 1972 "Glorias”, versos premonitorios:
¿Acaso no está corriendo la sangre de los fusilados en Trelew?
¿hay algún sitio del país donde esa sangre no esté corriendo ahora?....
Relataré algunos de los casos en que “la sangre que siguió corriendo” después de Trelew:
- Alberto Camps fue asesinado el 16 de agosto de 1977. Estaba junto a su esposa Rosa María Pargas que sigue desaparecida.
- María Antonia Berger fue asesinada en 1979 y su cuerpo fue mostrado en la ESMA como trofeo, continúa desaparecida.
- Ricardo Haidar fue secuestrado el 18 de diciembre de 1982 y visto en la ESMA, continúa desaparecido.
- Roberto Quieto fue secuestrado y está desaparecido desde 1975,
- Marcos Osatinsky fue ejecutado en 1975, sus hijos José y Mario de 18 y 15 años murieron en un enfrentamiento en su domicilio, su esposa Sara fue secuestrada.
- Mario Santucho murió en un enfrentamiento en 1976, gran parte de su familia permanece desaparecida (hermanos, esposas, sobrinas). Entre ellos la doctora Manuela Santucho.
- El padre y el hermano de Fernando Vaca Narvaja fueron asesinados en 1976.
El 14 de agosto de 1975 fueron secuestrados los padres de Mariano Pujadas, José Maria y Josefa junto a su hija María José, su hijo José María y su compañera Mirta. Fueron ametrallados, dinamitados y tirados sus cuerpos en un pozo: Mirta se salva y muere años después de las secuelas
Arturo Lea Place, el padre de Clarisa fue asesinado y su hermano Luis detenido. Una vez liberado abandono el país.
El hermano de Eduardo Capello, Jorge es secuestrado junto con su compañera Irma y el hijo de ella de 12 años. Están desaparecidos.
El padre y el hermano de Astudillo fueron asesinados.
El hermano de Susana Lesgart, Rogelio es arrestado en 1976, sus hermanas María Amelia y Adriana se encuentran desaparecidas desde 1979.
Algunos familiares han sobrevivido por haber vivido clandestinamente y/o haber salido del país.
Raymundo Gleyzer está desaparecido desde mayo de 1976.
Paco Urondo es asesinado en un enfrentamiento junto a su mujer en marzo de 1976.
El 22 de agosto de 1976 se descubren 60 cuerpos de personas que habían sido secuestradas por las Fuerzas Armadas.
Los presos políticos y sindicales de las cárceles del país, en especial los de Rawson fueron duramente castigados, muchos de ellos están desaparecidos o tuvieron que salir del país.
Entre 1974 y 1983, hubo más de 200 abogados, asesinados y desaparecidos, en el ejercicio de su profesión; defendiendo el derecho a la libertad y a la vida de presos políticos y sindicales. Con ellos se eliminó la defensa legal y se silenció la justicia. Los que pudieron salvarse vivieron en la clandestinidad hasta salir del país. El doctor Mario Abel Amaya murió a causa de las torturas, en agosto de 1976.
La población de Rawson y de Trelew sufrió persecución y tortura por haber sido testigos, apoderados, sindicalistas, políticos, periodistas, amigos, médicos, docentes, obreros, estudiantes o miembros de la comisión de solidaridad con los presos de Rawson y de Trelew.
Estas informaciones no son exhaustivas, solo son una parte del iceberg que constituyó en nuestro país la aplicación de la política llamada "terrorismo de estado" que se tradujo por la eliminación física de todos aquellos que se suponía opositores al régimen gubernamental vigente, sin respeto de ninguna ley nacional o internacional de protección de la vida de las personas y que culminó con los 30.000 muertos y desaparecidos.
Me casé en segundas nupcias el 17 de mayo de 1974 y en julio de 1974, pasé a vivir en la clandestinidad con mi familia, cuando mis compañeros de trabajo de la docencia me avisaron que los militares habían ido a buscarme a la escuela y que la directora había recibido la orden de mi captura de parte de la marina. En 1975 di a luz mi tercera hija en la clandestinidad. En 1977, después de varios años de cambios de domicilio, de cambios de escuelas para los chicos que estaban anotados con otros nombres, salimos del país con documentos falsos a Brasil y allí pedimos el asilo político y finalmente fue Francia que en 1978 nos reconoció como refugiados políticos.
Una vez restablecida la democracia en Argentina, comencé a mandar cartas a los presidentes argentinos para que se hiciera justicia por Trelew. Traté de reabrir el juicio iniciado pero había sido destruido en los Tribunales.
En 2005 fui invitada junto a otros familiares y ex-presos de Rawson a los actos oficiales de conmemoración de los 33 años de la masacre de Trelew. Fuimos recibidos por la secretaría de derechos humanos de Chubut, Elisa Martínez, por el subsecretario doctor Mattarollo y el secretario de derechos humanos de la nación doctor Eduardo Dualhde, y más tarde por el presidente de la nación doctor Kirchner.
Por primera vez después de 33 años que se reclamaba justicia, éramos escuchados por las más altas autoridades del país.
Se pidió que se reabra el juicio de Trelew (el primero de enero de 2006, se comenzó la querella).
Se pidió que se transformara el Aeropuerto de Trelew en Monumento a la Memoria (el 22 de agosto de 2007 fue inaugurado).
Cuando se inició la querella, nuevamente comenzaron a llover las amenazas por parte de personal de la base almirante Zar, sobre algunos de los testigos y poco después se denunciaban a los servicios de inteligencia de la marina, situados en dicha base de Trelew por sus actuaciones. Varios marinos fueron detenidos y procesados por espionaje.
El juez federal Hugo Sastre tramita el juicio de Trelew y los abogados del CELS nos representan. Una parte de los autores directos o indirectos de la matanza se encuentran detenidos “con arresto domiciliario”, son: Rubén Norberto Paccagnini, jefe de la base en 1972; el ex -contralmirante Horacio Mayorga; el ex capitán de navío Jorge Enrique Bautista; el ex -capitán Luis Emilio Sosa, el ex -cabo Carlos Marandino y el ex - capitán del Real, y se espera la extradición del ex -Teniente de Navío Roberto Guillermo Bravo, “ciudadano norteamericano”.
Por primera vez, esperando la fecha de la apertura del juicio de Trelew, puedo tener confianza que el compromiso que asumí junto a mis hijos por la Memoria, la Verdad y la Justicia de la Masacre de Trelew se transforme en realidad.
Bibliografía:
Libros
"Abogados Desaparecidos", Familiares de detenidos y desaparecidos
"Proceso de explotación y represión en la Argentina", Foro de Buenos Aires por la vigencia de los Derechos Humanos
"Trelew" de Francisco Urondo
"Nunca más", CONADEP
"Argentine: dossier d'un génocide", Commission Argentine des Droits de l'Homme
"Héroes", Gregorio Levenson y Ernesto Jauretche
"Trelew: La patria fusilada" de Francisco Urondo
Películas
"Ni olvido ni perdón", Raymundo Gleyzer
"Trelew" de Mariana Arruti
La Quinta Pata, 22 – 08 – 10
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