domingo, 22 de agosto de 2010

Una lucha política al rojo vivo, con la oposición completa

Emilio Marín

La situación política se caracteriza por el desarrollo de varias luchas en simultáneo. La oposición, dentro de sus divisiones, pone en cancha todo lo que tiene. El gobierno, por ahora, no moviliza.

La política argentina no es como su similar en Suiza. No es aburrida ni previsible. Ni se toma tiempos cronometrados con la relojería supuestamente tan perfecta como la de ese país. No. Aquí hay cambios y novedades casi todos los días. Lo que es cierto hoy no lo es mañana.

Y si bien hay bandos definidos, las mutaciones en la conformación de los equipos ya no sorprenden a muchos. Además, de improviso, a veces se juega como un campeonato de todos contra todos.

Esos rasgos de la política criolla se marcaron en forma más acusada en estos días. La novedad era la investigación contra el espionaje organizado por Mauricio Macri en la Capital y de golpe cambiaba el ángulo de la información por el debate parlamentario sobre el 82 por ciento móvil. Y no se habían acallado las voces a favor y en contra de esa media sanción de Diputados, cuando el cese de la habilitación a Cablevisión para proveer servicios de Internet puso en el centro del ring a los dos púgiles (el gobierno versus Clarín).

Todo ese panorama se completaba con la marcha y contramarcha de los juicios por violaciones a los derechos humanos. Esas variaciones son lógicas pues están en desarrollo trece juicios con sus audiencias públicas.

El dato es excelente, apenas oscurecido por la decisión de la Cámara de Casación Penal de beneficiar con la prisión domiciliaria a un genocida como el ex general Luciano B. Menéndez. El personaje acumula hasta ahora cuatro condenas a cadena perpetua a cumplir en un establecimiento penitenciario común. Pero desde el jueves descansa en su casa, con su esposa como garantía ante el tribunal de cumplimiento de sus obligaciones como multicondenado y multiprocesado.
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Quiere decir que en materia de justicia federal pugnan dos corrientes. Una, representada por la mayoría de la Corte Suprema, patentizada en el informe que brindó su titular Ricardo Lorenzetti, busca avanzar en la línea de Verdad, Memoria y Justicia. Y otra, como la sala III de Casación, entre otras, resulta funcional a las chicanas y subterfugios legales y no tanto que redondean una línea de impunidad.

Con 26 juicios concluidos, 13 en desarrollo y cinco que aguardan en línea de largada, el resultado es ampliamente favorable a quienes defienden los derechos humanos, aún cuando esa justicia haya caminado con una lentitud de tortuga.

Con mayor velocidad se viene inclinando la balanza en contra del derechista jefe de gobierno porteño en la causa que lo tiene procesado por el juez Norberto Oyarbide y la Cámara Federal.

Va mañana
Después de pugnar como gato panza arriba contra las citaciones que quería hacerle la Legislatura porteña para hablar de ese asunto, Macri ha anunciado que irá mañana lunes bien temprano.

No va de bueno ni reflexivo sino por la sencilla razón de que en ese recinto se le pegaron al PRO ocho sonoras bofetadas a sus mociones de salvataje político.

Lo más trascendente de esas discusiones fue citar a Macri para el martes 24 y dejar constituida una comisión especial de investigación para analizar el espionaje telefónico.

Macri adelantó un día su concurrencia y su bancada dijo aceptar la integración de la comisión, luego de haber regateado en busca de dos asientos más.

Como suele suceder, hay un derecho y un revés en la situación de ese empresario neoliberal devenido en político "moderno". Él y sus espadas políticas (Federico Pinedo en Diputados y Gabriela Michetti de vuelta al pago porteño) hacen hincapié en que su imagen está en ascenso y que las encuestas lo ubican en segundo lugar detrás de Néstor Kirchner.

Pero por otro lado la desastrosa gestión de su gobierno, que se viene desplomando como el gimnasio de Villa Urquiza, indica que la figura de Macri está erosionada y en decadencia. El caso judicial que lo tiene atrapado, con otro en lista de espera, es la punta del iceberg contra la que ha chocado ese exponente de la derecha.

Y, molesto por las decisiones de Tribunales, incurre cada día en nuevas contradicciones. Dijo que no apelaría el fallo de la Cámara pero finalmente lo hizo, con lo que demorará el juicio que dijo querer en forma inmediata. Se opuso a la comisión investigadora pero es un hecho que habrá una en pocos días. Dijo respetar a la justicia pero accionó contra el juez Oyarbide.

En fin. Macri es un político muy poco fiable. Enojado porque trascendió su cena con el mandamás de Clarín, contestó a los medios que había concurrido porque "tenía ganas de comer".

Y tras quejarse del supuesto autoritarismo de los Kirchner, metió la pata hasta el caracú al declarar que estaba dispuesto a subirse al tren y tirar al ex presidente por la ventana. ¿Quién es el que está crispado? ¿Quién retoma las metáforas sobre los vuelos de la muerte, cuando se tiraban personas vivas al mar? En ese sentido se puede decir que Mauricio Macri es un símil de monseñor Antonio Baseotto. Por lo menos el vicario castrense nunca se puso la careta de político componedor y dialoguista.

El otro aspecto donde el personaje recogió más críticas fue en su tirante relación con el peronismo disidente. Tanto Felipe Solá cuanto Eduardo Duhalde y Mario Das Neves, han ratificado que ese sector justicialista no lo tiene a Macri como candidato a presidente. A lo sumo lo aceptarían como aliado en la Capital, a sabiendas que ya no tiene allí el 62 por ciento de los votos de 2007.

Para la tribuna
Con el recuerdo del humeante diciembre de 2001 - cuando no podían ni comer tranquilos en los restaurantes de varias estrellas - y el apetito por hacerse otra vez del gobierno nacional, los políticos de la oposición están lanzados a recuperar oxígeno.

Así se entiende que Oscar Aguad, Patricia Bullrich y Gerardo Morales, entre varios otros que fueron corresponsables de los ajustes en los haberes de los jubilados en el gobierno de la Alianza, ahora posen de adalides de la tercera edad.

El proyecto del 82 por ciento móvil sólo para los haberes mínimos ya tenía despacho favorable en algunas comisiones del Senado. Se estima que su costo anualizado sería de 10.000 millones de pesos.

Pero el núcleo más beligerante de la oposición conservadora en Diputados, el llamado Grupo A, logró votar después de trece horas de discusión un proyecto mucho más oneroso, pues actualiza otros haberes jubilatorios y no sólo los mínimos. Según el gobierno, eso implicará un desembolso de 40.000 millones y sumado a otras medidas en paralelo planteadas por la UCR, Coalición Cívica, PRO, Peronismo Duhaldista, etc., provocarían un default en poco tiempo.

Es que junto con esa mayor erogación (o inversión social), el Grupo A plantea succionar los resultados favorables de Anses, reducir la recaudación fiscal de las retenciones y el impuesto al cheque, etcétera.

Donde se nota más claramente el sentido electoralista de la media sanción fogoneada por Aguad, Pinedo, Elisa Carrió y Felipe Solá es en la ausencia de toda mención sobre de dónde saldrían los recursos para financiar el 82 por ciento.

Proyecto Sur y sus aliados socialistas y del GEN sí indicaban fuentes alternativas, entre otras cosas reponiendo los aportes patronales previos a 1993, para empresas con más de 40 empleados y ventas anuales por 10 millones de pesos. Pero a sabiendas de que el Grupo A no aceptaría tal proposición, Pino Solanas y los suyos dieron quórum para sesionar, limitándose luego a votar en contra del proyecto de mayoría. Pareció un acompañamiento "por centro-izquierda" de una iniciativa de la derecha.

Se verá ahora si el Senado analiza esta iniciativa o si retoma su propio proyecto más humilde pero más realista de ser llevado adelante en el corto plazo.

El gobierno ha sufrido una derrota política más que parlamentaria en este tema previsional, a pesar de las varias mejoras que implementó en esos años. Es que sus ministros y la presidenta, en las semanas previas, descalificaron lo del 82 por ciento como irracional e imposible. Y algunos de sus funcionarios, apelaron a argumentos bien de derecha. Por caso, el senador Miguel Pichetto, se quejó que las cámaras empresarias y la UIA no habían salido a apoyar al Ejecutivo, a pesar de la amenaza de un sector opositor de reponer los aportes patronales.

Finalizando la semana, el round gobierno-Clarín tomó vuelo con el anuncio de Julio de Vido de caducar la licencia de Cablevisión para brindar Internet. El argumento, razonable, es que el grupo de Magnetto disolvió Fibertel, que era la empresa habilitada.

Pero como en Argentina todo es lucha política, el monopolio afectado salió con los botines de punta a denunciar persecución del oficialismo. Y toda la escudería política formó filas, con los dirigentes citados, más Francisco de Narváez y otros. Parecieron un coro, afinado, con la misma letra, aprendida de memoria.

Allí se advierte una diferencia. La oposición, aún dividida, juega íntegra con los pulpos mediáticos, consciente de sus limitaciones.

En cambio el gobierno descansa casi exclusivamente en el Ejecutivo y sus bloques legislativos debilitados luego de junio de 2009. Hasta ahora la presidenta no ha hecho intentos por movilizar a sus partidarios y simpatizantes. La calle parece embrujada, como si fuera un pecado K llenarla de gente.


La Arena, 22 – 08 – 10

La Quinta Pata

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