Emilio Marín
Mientras el oficialismo se trenzaba con la variopinta oposición por el presupuesto, Cristina Fernández planteaba acuerdos con cúpulas empresarias. Su gesto es político y económico, pero también electoral.
En Diputados, estos días podrían catalogarse como de duras batallas políticas entre la bancada del Frente para la Victoria y la oposición liderada por momentos por el "Grupo A" y en otros por la provocadora Elisa Carrió.
Con esos actores discutiendo el Presupuesto Nacional 2011 ya se había frustrado una votación el miércoles 10 (ya madrugada del jueves). El voltaje siguió aumentando con denuncias de Carrió y dos legisladoras de la oposición. La energúmena de la Coalición Cívica aseguraba que había una "Banelco de Cristina, no de De la Rúa", en referencia poco eufemística a sobornos del gobierno para comprar voluntades y manos para votar el Presupuesto.
Como todas esas acusaciones se lanzaron al voleo, sin pruebas, el kirchnerismo replicó en aquella frustrada sesión y en los días siguientes.
Diputados era un ring. Por eso no extrañó la piña de la presidenta de la Comisión de Asuntos Constitucionales, Graciela Camaño, contra el diputado Carlos Kunkel. La mujer de Barrionuevo había perdido todos los estribos, si tuvo alguno, no solo por las referencias de Kunkel a los dichos tristemente célebres de Luis Barrionuevo. Camaño estaba desequilibrada porque la reunión de la Comisión había terminado en una durísima derrota política y personal: 18 legisladores, la mayoría, votaron por desestimar las acusaciones de Carrió, Cynthia Hotton y Elsa Álvarez.
En los días previos, Camaño soñaba con que de Asuntos Constitucionales, salieran pedidos de sanciones contra diputados del kirchnerismo. Lo dijo así a "La Nación" (17/11): "se puede aplicar una sanción a los diputados. Pueden ser suspensiones, se puede suspender por un período el goce de haberes, entre otras medidas. Pero eso lo debe decidir la comisión en su conjunto y luego esa decisión deberá remitirse a la Cámara".
Leer todo el artículoFue al revés. Fracasó en crucificar a Patricia Fadel, del FPV. Y ante la certeza de que las actuaciones irán al archivo, se encendió su furia y la canalizó por el lado del box. Ahora ella puede ser sancionada con la pérdida de la presidencia de esa estratégica Comisión, tal como solicitó Agustín Rossi.
No será fácil desplazarla a la émula de la "Tigresa" Acuña. Además de mañas para pegar de atrás suma apoyos políticos, aún después del bochorno. Carrió, Ricardo Alfonsín, Federico Pinedo, Felipe Solá y Chiche Duhalde se pronunciaron a favor de que siga como titular de la Comisión. ¿Tendrán miedo que les pegue un bife? ¿O que los apriete la barra brava de Chacarita? Los ultra-camañistas resultaron ser los lilitos: valoraron que el pedido de renuncia era un "golpe de Estado" en la Comisión.
Palos en la rueda
En esta columna ya se explicó que los escándalos de Carrió en la Cámara estaban tapando temas importantes, algunos propiamente del Presupuesto.
Con tanto escandalete sobre Banelcos que no existieron, piñas en vivo y directo, quórum que sí y que no, etc., no hubo discusión sobre tópicos centrales de la propuesta presupuestaria oficial.
Hubiera sido interesante escuchar qué decía la oposición cuando el gobierno reafirmaba su intención de seguir con alto gasto público, fundamentado en los proyectos sociales, subsidios e intervención del Estado.
Y hubiera sido interesante también saber qué contestaban Rossi y Gustavo Marconato si alguien de centroizquierda inquiría sobre la magnitud de los pagos de la deuda externa. El proyecto prevé abonar por ese concepto 7.509 millones de dólares.
Esas discusiones, lamentablemente, no tendrán lugar, salvo que la oposición logre quórum el miércoles 24 y realice al día siguiente una sesión que sería la última de las ordinarias. Esta vez parece que el oficialismo quedará detrás de las cortinas. Según Rossi, la oposición se ha suicidado por no haber querido aportar al Presupuesto que todo presidente necesita para gobernar. La denuncia añade que CFK es la primera jefa de Estado en democracia a la que se privó de esa herramienta fundamental (en rigor a Raúl Alfonsín también se la demoraron varios meses).
Más que suicida, la oposición fue coherente con su táctica de poner palos en la rueda para afectar la marcha del gobierno. Lo hizo en los últimos tres años en forma sistemática. Y como en junio de 2009 eso le dio buenos resultados electorales, debe creer que en 2011 también le dará.
Pero en ese sentido puede tener razón el santafecino Rossi: en este momento esa obstrucción, ese oponerse a todo, no está bien visto. Ciertos opositores más racionales advierten que ese modo de actuar del "Grupo A" y la catastrofista Carrió "victimizan" a CFK y le hacen un favor político.
La presidenta aclaró en su mensaje por cadena nacional que veía como probable que el Parlamento no le sancionara el presupuesto y que en ese caso seguiría con el correspondiente a 2010.
Esa noche la noticia más importante fue que el Club de París había aceptado negociar con Argentina la deuda pendiente sin intervención del FMI. Esta exclusión fue la condición meneada por el país en estos años, desde 2006, y no era aceptada por los 19 socios de ese club de poderosos.
Si la negociación terminara con éxito, a Argentina le quedarían entre 6.000 y 7.000 millones de dólares menos, según como termine el tironeo sobre la suma total admitida como deuda. A favor de ese pago se argumenta que el Estado podría volver a recibir créditos e inversiones, igual que grandes empresas. En realidad son varios los monopolios que ya recibieron créditos o emitieron obligaciones: Arcor, Aceitera Gral Deheza y otras.
Giro hacia la UIA
Es posible también que la sonoridad de la bofetada de Camaño y las operaciones mediáticas de Carrió con Clarín no permitieran informarse adecuadamente del giro político pro-empresario del gobierno. Acá se había hecho una advertencia sobre esa posibilidad, luego del trato tan favorecido que la presidenta había dispensado a los dirigentes de la Unión Industrial Argentina en la Cumbre del G-20. Cristina sentó a su lado a Héctor Méndez y José I. de Mendiguren, y estos le dispensaron elogios a su mensaje de Seúl ante una treintena de gerentes de multinacionales.
Ahora la presidenta confirmó ese sesgo pro-empresario con dos señales tan luminosas que hieren la vista.
Primero, reunió en el Salón de las Mujeres de Casa de Gobierno a los dirigentes de multinacionales petroleras y sindicatos del sector, para firmar un "Acuerdo Nacional de Promoción del Diálogo Social en la Industria Hidrocarburífera". Ante los directivos de Repsol, Panamerican, Tecpetrol, Petrobras y otros pulpos petroleros, encomió lo suscripto como un acto de "responsabilidad, madurez y seriedad en el trato que tienen que tener las relaciones laborales, económicas y políticas en nuestro país".
En tono jocoso, pero que en el futuro puede no serlo, CFK les dijo a los sindicalistas: "de acá en adelante, si cortan rutas, van a ir todos presos". El fondo de ese chiste puede ser serio, porque justamente los popes del petróleo se quejaron estos años de los cortes y bloqueos de empleados y desocupados.
Luego hubo otro gesto presidencial acentuando el giro que ha decidido tomar por un tiempo, no se sabe cuánto. Ocurrió el viernes, cuando habló en el cierre de la 16º Conferencia Industrial organizada por la UIA. Fue justo en la semana que Méndez, De Mendiguren y el G-6 habían pegado el faltazo a la Comisión de Legislación Laboral adonde habían sido citados para debatir sobre el proyecto Recalde de distribución de ganancias.
Pese a ese desaire empresario al Congreso y a la CGT, la presidenta fue a la Conferencia Industrial y allí insistió con una invitación a una suerte de Consejo Económico y Social que había fracasado en 2008 y en el Bicentenario. Dijo la jefa de Estado: "los invito a todos a que participemos, fuertemente, en el diálogo social tripartito, Estado, trabajadores y sector empresario".
El día antes el presidente de la Conferencia, Federico Nicholson, del Ingenio Ledesma, había reiterado las tesis neoliberales sobre que lo mejor para la economía es el libre mercado. El Estado no debe inmiscuirse en lo que los privados hacen mucho mejor, dijo el representante del ingenio del "Apagón".
CFK reconvino a "Freddy" (así lo llamó, amistosamente), jurándole que nadie del gobierno quiere un "Estado empresario". Como para congraciarse más con esa platea empresaria, la oradora afirmó que "son tiempos que exigen la canalización legal de la conflictividad laboral. No podemos ser los más de 40 millones de argentinos rehenes de prácticas que no le hacen bien al país y mucho menos a la actividad económica". Surtió efecto el mensaje, porque los industriales la ovacionaron, sintiendo que los estaba apoyando en contra de las medidas de fuerza que hacen muchos trabajadores, incluso el sindicato de Camioneros de Hugo Moyano.
¿Habrá nacido un idilio político entre la presidenta y la UIA? Aunque no llegue a tanto, convendría que se tome nota de ese nuevo fenómeno, en particular los gremios, los intelectuales y los jóvenes K que creen que este gobierno es casi, casi, revolucionario. Es posible que la razón de este giro sea la necesidad de CFK de ganar votos de centro y derecha pensando en 2011.
La Arena, 21 – 11 – 10
La Quinta Pata
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