Marcos Meloni
El día que se realizó el último censo en nuestro país pasará a la historia como uno de los días más dolorosos en la vida política y social argentina. La ausencia de uno de los máximos referentes y por qué no decirlo, el creador de una fuerza política que adquiere autonomía dentro de su propio partido de origen, sembró una semilla que de a poco va a dar los frutos de una renovación partidaria, de una participación activa de distintas franjas etarias. Tal vez los jóvenes adquieran un protagonismo especial en esta nueva etapa, que ya dio muestras de una gran presencia en distintas situaciones donde se planteó el debate y la discusión, y con más visibilidad durante las exequias de Néstor Kirchner.
Argentina ofrece muestras concretas que ante las mayores adversidades puede y sabe salir adelante. Ejemplos sobran, más allá de que muchas heridas continúen abiertas. Nuestra patria nunca tuvo descanso. Cada momento de gloria democrática, especialmente popular, fue procedida por un momento de regresión antidemocrática. Pero en nuestros días, el panorama se configura de una manera distinta al transcurso inestable de nuestra política nacional. Quieran o no esta Argentina no es la misma de los ’30, ni de mediados de los ’50, ni de mediados de los ’70 como tampoco la del vaciamiento de los ’90. Esta Argentina, la del segundo Bicentenario, es una construcción a largo plazo que se inició en 2003, con un presidente que desde un principio demostró enfrentarse a los grandes terrores de nuestra sociedad retrógrada, esa que apoyó los golpes, que ayudó al desguace del Estado, a obedecer vehementemente las órdenes del coloso del norte. La de Néstor y Cristina es otra Nación.
Volver a confiar en un representante no es poca cosa. Pero sentirnos representados, creer en la militancia, tomar partido, hacerse cargo de lo que pensamos y apoyamos ideológicamente marca el rumbo de una sociedad que sabe de dicotomías, que entiende que si no es blanco es negro, que no hay excusas para transformarse en un justo, como tampoco hay excusas para transformarse en un garca, un traidor. Este país sabe de sufrimientos, de pérdidas, de desapariciones. Este país sabe. Unos le darán la espalda a esta nueva construcción que nace desde 2003, otros lucharemos críticamente por justicia social, redistribución equitativa de la riqueza, pluralidad comunicacional, integración latinoamericana, recuperación de la memoria. Ante todo, lucharemos, porque llegado el momento no nos quedan argumentos para quedarnos mirando.
Río de Palabras 33, Edición Homenaje, 04 – 11 – 10
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