domingo, 23 de enero de 2011

Caballo Loco: gran jefe sioux (II)

Mary Ruiz de Zárate

Little Big Horn
Para salir a combatir la rebelión india se nombró al general George Armstrong Custer, que mandaba el Séptimo Regimiento de Caballería de guarnición en el fuerte Lincoln. La unidad de Custer era famosa en el oeste, donde se había caracterizado por su fiereza en el estrangulamiento de las naciones indias. Era Custer el autor violento de tan cacareada paz indígena.

Al internarse en la zona de las montañas Negras, Custer había recibido instrucciones de unirse a otras dos unidades, la de los generales Terry y Crook. Al instalar su primer campamento, supo que Caballo Loco había sorprendido a Crook en un desfiladero, haciéndole una carnicería espantosa y obligándole a retroceder a uña de caballo por donde había venido. Tras su victoria, el jefe sioux se había situado en las riberas del Little Big Horn, un arroyo de la frontera de Dakota y Montana, separando de este modo a Custer de Terry, y disponiéndose a avanzar hacia el norte para sorprender a este y su destacamento.

Custer sabía que Terry no tenía consigo más que infantería, poco efectiva en la lucha contra los pieles rojas, por lo que decidió lanzarse al ataque y distraer a los indios, hasta que el general Sheridan, jefe de las operaciones, enviase refuerzos desde la ciudad de Bismarck, cosa que a su entender había de suceder tarde o temprano. El general Custer llevaba de explorador a un notorio personaje; al célebre guía California Joe, amigo de Kit Carson y de Buffalo Bill.

Contra los consejos de su guía California Joe, Custer decidió avanzar desdeñando a las fuerzas de Caballo Loco. La columna se puso en marcha al amanecer avanzando rectamente hacia el hermoso valle de Montana.

Solo percibieron unas señales de humo, pero no pudieron hacer nada.: la emboscada estaba preparada. Se envió por Caballo Loco una avanzada de 500 jinetes, mientras el resto quedaba hábilmente dispuesto en alas de caballería y un centro de infantería, ocultas en las colinas.
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Al divisar a los pieles rojas, Custer ordenó el ataque sable en mano a la cabeza de sus soldados, seguido por California Joe, su inseparable guía.

Un momento antes de que hubiera trabado combate Custer atinó a ver cómo surcaban el cielo unas flechas de diferentes colores y a tiempos espaciados. Estas eran las señales para que se lanzaran sobre él más de 6.000 infantes indios, que parecieron brotar de la tierra. Sin esperanza, convencido de que la fuga era imposible, Custer ordenó descabalgar. Su regimiento formó un cuadro con la bandera en el centro. Entonces, nuevas flechas, raudas, cortaron el aire e incontenibles avanzaron envolventes, las dos alas de caballería sioux. Una maniobra táctica que parecía trazada por la mano del más experimentado oficial de academia.

Era obra del genial estratega Caballo Loco. Su jefe máximo, Toro Sentado, fue el que dirigió la acción.

Custer combatió con valor hasta el último hombre, no quedándole más remedio que perder él y California Joe, con todo el regimiento, sus cabelleras que pasaron a manos sioux.

Juventud Rebelde, 18 – 03 – 11

La Quinta Pata

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