domingo, 30 de enero de 2011

La patrulla perdida

Beto Lanatti

Entre el que escribe y el lector siempre existe una especie de pacto que, en este caso, me atrevo a explicitar a modo de advertencia.

Las líneas que siguen responden a una opinión muy personal (de allí el uso de la singular primera persona) que puede no agradar a aquellos propensos a las prácticas comiteriles.

Sucede que no logro reprimir algunas apreciaciones referidas a lo que podríamos llamar el “espacio kirchnerista mendocino y el PJ local”

En su momento me sorprendieron los dichos de Artemio López en su blog (rambletamble.blogspot.com) aludiendo al gobierno mendocino.

En el primer post, Artemio califica al “gobierno” provincial como patético. En el segundo –ya respondiendo a la “patética” defensa local - se despacha con que “se trata de una gestión que es una bosta, solo eso... “.

Suscribo cada una de esas afirmaciones pero es necesario fundamentarlas. Desde el surgimiento del “kirchnerismo” como fenómeno político de trascendencia histórica, el “gobierno” provincial intenta dar señales, enviar mensajes en un sentido que simule cierta pertenencia a ese espacio.

No le sale bien. Y no le resulta porque el justicialismo mendocino es la patrulla perdida del menem-duhaldismo.

Un “gobierno” plagado de tecnócratas en el mejor de los casos, cuando no simples mediocres de vuelo bajo.
Por más esfuerzo que realicen en intentar maquillar su incontestable adscripción a la derecha conservadora, la gestión no ayuda.
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Roza el ridículo el ministro político vernáculo cuando encabeza la marcha de los sectores ultramontanos en contra del matrimonio igualitario y días después, constituye al “gobierno” en querellante en las causas contra los delitos de la dictadura. Huele a oportunismo.

Otro que “quiere ser” oscila entre el apoyo y el rechazo a los emprendimientos mineros. Va y viene sin saber bien qué hacer frente a las presiones corporativas y la infructuosa construcción de una imagen posible de ser “colgada” en la boleta que encabezaría Cristina Fernández.

Y eso es lo mejorcito que hay, diría una vecina.

Ahora bien, pongámosle a estas premisas un poco de análisis político.

El fenómeno “K” excede claramente al PJ, el problema es que en una democracia indirecta, liberal y formal, el peso de los partidos políticos es decisivo en los procesos electorales.

Entonces, frente al surgimiento de una fuerza política con características de movimiento fundacional, el partido, en tanto organización política “legalizada”, intenta legitimarse hacia el interior de ese movimiento, liderarlo y, obviamente, “colocar” los candidatos.

Esto último no es una hipótesis sin sustento, ya aconteció con el surgimiento del peronismo aquel 17 de octubre de 1945. ¿Alguien se acuerda del Partido Laborista?


Río de Palabras 39, 27 – 01 – 11

La Quinta Pata

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