domingo, 20 de febrero de 2011

"Si somos agredidos, mil misiles nuestros pegarán en Tel Aviv"

Emilio Marín

EE.UU. sostuvo el reinado de Mohamed Reza Pahlevi y no aceptó la revolución islámica de 1979. Desde 2006 en adelante, arreció su campaña contra Irán. La nación persa está lista para defenderse.

La animadversión contra Irán fue en aumento cuando la Casa Blanca advirtió, en los años de George Bush y luego con Barack Obama, que las autoridades islámicas mantenían un curso "nacional y popular", para decirlo en términos argentinos.

El Irán que vieron los periodistas latinoamericanos – primer grupo de cronistas invitados al país persa – es eso: una nación que reafirma su independencia política del imperio y construye una economía en ascenso con fuerte presencia del Estado, no excluyente de la actividad privada.

Washington se encolerizó, acostumbrado a los aliados incondicionales como Benjamin Netanyahu en Israel y gobernantes árabes en extremo obedientes como era Hosni Mubarak en El Cairo. O como las autoridades de Bahrein, donde los norteamericanos tienen la sede de su V Flota lista para agredir como lo hicieron en Irak.

Las expectativas que el imperio tenía en políticos iraníes reformistas como Akbar Hashemi Rafsanjani y Mohammad Khatami se fueron marchitando. O directamente murieron en agosto de 2005, cuando asumió el gobierno y posteriormente fue reelegido Mahmud Ahmadinejad, con fuerte apoyo popular y logros económico-sociales que le dieron estabilidad.

Su victoria en 2009 contra el prooccidental Houssein Mousavi quiso ser impedida con denuncias de un fraude nunca demostrado. Hubo manifestaciones callejeras de alguna importancia sostenidas por Estados Unidos y Europa, pero estos intentos desestabilizadores fracasaron.
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Lo peor para la superpotencia es que el ejemplo de Irán empezó a cundir en la región. En 2006 la agrupación Hamas ganó las elecciones de Gaza y aún sostiene su gobierno pese a las agresiones y bombardeos de Israel. Y recientemente en el Líbano asumió un gobierno considerado bajo influencia de Hizbollah, dirigido por Hassan Nasrrallah.

Los tres sectores (el gobierno de Ahmadinejad, la organización Hamas y el Hizbollah) tienen muchas coincidencias políticas y participan de la corriente chiíta dentro del mundo musulmán. Son los más radicalizados contra los planes estadounidenses y sionistas en esa región.

Los periodistas latinoamericanos pudieron apreciar ese punto de vista iraní a los postres de un almuerzo donde fueron invitados por Moshen Rabbani, ex agregado cultural en Buenos Aires. Rabbani apadrina a una organización de ex combatientes heridos en la guerra contra Irak. Estaban allí una persona a la que le faltaba un ojo, otra que sufrió 52 operaciones por sus heridas y que perdió 10 centímetros de altura, y otra al que le faltaba la pierna derecha. Uno de los directores de la entidad, Islam Times, hizo un pequeño pero elocuente discurso. Preguntado por una eventual agresión norteamericana e israelita contra Irán, contestó que "en ese caso mil misiles nuestros golpearán a Tel Aviv, y nuestros hermanos de Hamas desde el norte e Hizbollah desde el sur le darán su merecido a Israel".

Un frente antiimperialista
El cronista de La Arena preguntó al disertante su opinión sobre las denuncias que Fidel Castro había hecho el año pasado sobre posibles agresiones de Obama y Netanyahu. La respuesta fue que los iraníes valoran mucho la ayuda brindada por el líder cubano con sus denuncias contra esos planes de agresión. Y añadió: "hace rato que quieren agredirnos pero no se decidieron porque nuestro país perfeccionó sus misiles, por ejemplo los tierra-agua, que iban a mandar a pique la flota norteamericana en el Golfo Pérsico. Si ellos nos atacaban les hundíamos los barcos. Y si la retiraban de allí, desmoralizaban a sus ejércitos".

El orador siguió planteando la tesis de un frente común antiimperialista de todos los países opuestos a EE UU. No era una expresión aislada pues el teólogo y profesor universitario Asladi, que habló con los periodistas el martes 15, había expresado su "simpatía por las personalidades de Fidel, Che Guevara, Evo Morales y Hugo Chávez, y sus obras de gobierno para los postergados". "Tenemos un frente común frente al imperialismo arrogante", sintetizó el profesor.

Por otra parte, el director de la Agencia Iraní de Noticias (Irna), Alí Akbar Yabonfeks, en la conversación con los colegas latinoamericanos, ponderó la visita que hizo a Cuba el ministro iraní de Cultura, Husseini. Dijo que eran importantes los acuerdos firmados para activar el intercambio cultural entre los dos países. Ya se consignó que durante el viaje de Evo Morales a Teherán se firmó un convenio para abrir en La Paz un canal de televisión de Bolivia e Irán, con participación de Venezuela.

El discurso del presidente Mahmud Ahmadinejad en el aniversario de la revolución islámica planteó la unidad de diversos países para "un Medio Oriente nuevo, sin Estados Unidos ni Israel". Fue uno de los pasajes más aplaudidos de su mensaje. Los invitados latinoamericanos pueden dar fe de eso.

La política estadounidense de bloquear y eventualmente agredir a Irán es injusta. Además está consiguiendo resultados contrarios, porque el proceso iraní se fortalece frente a esas adversidades y encuentra más simpatías a nivel mundial, con posibles aliados para un frente antiimperialista.

Además la Casa Blanca juega con fuego. Hay en Medio Oriente un proceso popular en auge, detonado por la rebelión en Egipto que ya se devoró a Mubarak. En ese marco, la postura iraní puede propagarse a otros países, independientemente de las diferencias entre chiítas y sunnitas (los primeros reconocen ser una minoría de 20 por ciento en el mundo musulmán).

Hay que mejorar relación con Irán
Argentina tenía una relación relativamente buena con Irán hasta que este fue acusado injustamente de estar relacionado con los atentados terroristas contra la embajada de Israel en Buenos Aires en 1992 y la mutual judía de la AMIA en 1994.

Teherán siempre negó esas acusaciones y la verdad es que la causa de la segunda voladura, instruida por el juez Juan J. Galeano, fue un perfecto manual de manipulaciones, pagos ilegales y armado del expediente. Esto le costó luego el cargo como magistrado. Sin embargo las acusaciones se mantuvieron con el juez Rodolfo Canicoba Corral y el fiscal Alberto Nisman. Estos pidieron la extradición de ocho funcionarios iraníes con las mismas pruebas, o sea ninguna prueba, manipuladas por el corrupto Galeano con colaboración del Mossad y la CIA.

A pesar de tantas campañas contra Irán desde Buenos Aires, el comercio entre los dos países alcanzó a 650 millones de dólares vendidos por Argentina en 1997 y los módicos 1.6 millón vendidos por Irán. Luego este intercambio disminuyó hasta su piso inferior, de sólo 30 millones de dólares en 2007. Se reflejaba sí, al concluir su mandato Néstor Kirchner, la poca sintonía política que su gobierno sentía por el socio persa.

De todos modos, aún con ese fuerte viento en contra de la política, el comercio bilateral volvió a empinarse a fines de 2009 hasta los 1.197 millones de dólares, con un abrumador saldo favorable a nuestro país.

Sin embargo, la presidenta Cristina Fernández ha hecho muy poco para mejorar ese vínculo con Irán. Es más, en los últimos años ha concurrido a la Asamblea General de la ONU con las sempiternas denuncias contra Irán, el pedido de extradición de los ocho iraníes y la novedad de que se haga en un tercer país un juicio contra los extraditables.

Esas propuestas K han sido saludadas por Israel y la administración Obama. Por ejemplo, antes de viajar hacia Toronto, Canadá, cuando el año pasado se reunía el G-20, la presidenta recibió este mensaje: "le escribo para agradecer su apoyo a la declaración conjunta sobre Irán efectuada en el Consejo de Derechos Humanos el 15 de junio de 2010". Firmaba un tal Obama.

En cuestionar a Irán, las autoridades argentinas han marcado un alejamiento mayúsculo con otros gobiernos latinoamericanos. Chávez, Evo, Daniel Ortega, Rafael Correa y Luiz Lula da Silva, en cambio, han tenido una política de amistad, cooperación y comercio de mutuo beneficio con el Irán de Ahmadinejad.

Cristina, en este aspecto, está demasiado pegada a la política estadounidense.

Así se explican ciertas trastadas del gobierno kirchnerista contra los persas, aún algunas menores pero sensibles. Por ejemplo, el director de la Agencia Irna iba a participar en octubre del año pasado del III Encuentro Internacional de Agencias de Noticias, en Bariloche. No pudo ser. Debió declinar su participación porque no fueron tenidas en cuenta ninguna de sus sugerencias.

Parece haber llegado la hora de la reconciliación de Argentina con Irán. Quienquiera haya colocado las dos bombas en Buenos Aires tuvo la intención de afectar las relaciones de los dos países y en particular cortar el convenio que ambos tenían firmado en materia de experimentación pacífica de la energía nuclear. Algunos sectores que practicaban las "relaciones carnales" y que querían romper ese convenio argentino-iraní podrían estar detrás de ese terrorismo tan funcional a Estados Unidos.

Por lo menos hay que restablecer las relaciones diplomáticas normales, hoy reducidas al nivel de agregados comerciales. La Teherán pujante, que con sus árboles y acequias hizo recordar tanto a Mendoza, espera a más argentinos.

La Arena, 20 – 02 – 11

La Quinta Pata

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