domingo, 10 de abril de 2011

El exilio de la palabra (un intento para comprender la violencia)

Viviana Demaría y José Figueroa

La violencia no es la palabra,
incluso es exactamente lo contrario.
Lo que puede producirse en una relación interhumana
es o la violencia o la palabra

Lacan

La vida no vale nada
Un día sábado, un centro comercial en Holanda, un joven alto y rubio, armas de fuego y mucho sol fueron los ingredientes para dejar en el recuerdo la vida de seis personas, grabar a fuego la de otras quince heridas y señalar al mundo con su peor dedo índice que el capitalismo salvaje ha inscripto en las nuevas generaciones una huella que muestra el desconocimiento del registro del otro humano como semejante.

Veinticuatro niños baleados, doce muertos, una escuela rebosante de vida, un joven “casi invisible”, dos revólveres calibre 38 y una carta de despedida es otro de los escenarios donde la imposibilidad de empatía con lo humano se enseñorea del Brasil.

Hubo una mano que sostuvo un arma que disparó el gatillo que mató a niños a mujeres a hombres y que apuntó a la cabeza que dirigía la mano y disparó la última bala en Holanda y en Brasil. Pero al mismo tiempo una sociedad brindó las herramientas del final. Las de matar y las de pensar.

Un tiempo, una juventud
Hoy podemos ver que el avance constante y sostenido del neoliberalismo permitió la emergencia de una nueva forma de vínculos que ha dividido a la sociedad entre quienes logran sobrevivir a la marginalización y los que están siempre en riesgo de caer, entre los ganadores y los perdedores.

Profunda huella de los 90, momento en que estos jóvenes llegaban al mundo y más allá de su historia personal, el mundo los recibió con esta dicotomía donde debieron navegar y tratar de no hundirse.
Desde esta perspectiva llegar a ser un ganador, no tiene que ver con hacerse acreedor de un premio en un concurso, sino con alcanzar parámetros de éxito social en estado puro, más allá de toda legitimación moral o productiva.
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No importa el medio. No importa el camino. Importa llegar, la primera plana, que el nombre reverbere una y mil veces ya no solo de boca en boca o por haber realizado una hazaña heroica y solidaria, sino que el ciber espacio replique el horror, de ser necesario, hasta el infinito y por lo más oscuro y abyecto de ser necesario.

Porque desde esta visión del mundo – se sabe – habrá del otro lado de la pantalla quienes consuman hasta lo más crudo del dolor.

Ética
Son los discursos producidos por los modelos imperantes y que se derraman sobre las sociedades los que sostienen en lo social, la ética de una época. En este sentido, todo lo sostenido desde el neoliberalismo ha sido la primacía de la mercantilización y el camino de la destitución. Una ética de compraventa. Desde el cuerpo de los niños y las jóvenes, pasando por los órganos, el agua y la naturaleza.

Haber considerado a los elementos vitales como mercancía ha servido para dar cuenta de que la noción de semejante humano solo es aplicable a aquellos que valen por lo que ganan. Y aquellos otros que habían crecido despojados de los signos de la ternura (al decir de Ulloa, “abrigo, alimento y buen trato”) no contaron en su haber con nada más que suscribir la premisa que señala que la sociedad cuenta con dos espacios bien definidos para habitar: el de los ganadores y el de los perdedores y ellos saben muy bien de qué lado quieren estar, aun a costa de pagar cualquier precio.

Palabras nuevas
Aquí, en este rinconcito del planeta, estamos intentando sostener una idea más humana respecto del vivir en comunidad. Sancionando leyes que nos igualan, distribuyendo los bienes entre todos los argentinos, sanando las heridas que la desnutrición y la exclusión dejaron en cada niño, en cada madre, en cada anciano.

Y esto es posible, en primera instancia, porque hay palabras nuevas que nos nominan, discursos heroicos que nos significan, modos novedosos de pensar el tiempo en que vivimos, la tierra que pisamos, nuestro pasado y nuestro futuro.

Un modo de vida más solidario, una idea de nación más inclusiva, un reconocimiento del otro más cotidiano, solo es posible desde la existencia concreta de una sociedad más fraterna. Y ella se alimenta de palabras valientes, generosas y amorosas. Este es el desafío que nos trae a la memoria estos acontecimientos.

Es posible construir un mejor modo de habitar este mundo. De nosotros depende.

La Quinta Pata, 10 – 04 – 11

La Quinta Pata

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