Alejandro Frias
“Conocimiento, trabajo y dominación” es el nombre del libro en el que Liliana Constante expone las formas en que la apropiación de los saberes y los medios de producción han concentrado el poder en unos pocos.
Sería todo un detalle,
todo un síntoma de urbanidad,
que no perdiesen siempre los mismos
y que heredasen los desheredados.
Sería fantástico que ganara el mejor
y que la fuerza no fuera la razón.
Que se instalara en mi barrio
el paraíso terrenal.
Que la ciencia fuera neutral.
“Sería fantástico”, Joan Manuel Serrat
Comenzar la presentación de un libro con un fragmento de esta canción de Serrat queda corto. Antes que eso, recomendaría buscarla y dejarla rodar mientras lee esta nota, y más aún, conseguir una buena versión de Sinfonía del nuevo mundo, de Antonín Dvořák, y varias obras más que andan por ahí dando vueltas y que sirvan de compañía para la lectura de Conocimiento, trabajo y dominación (Prometeo), de Liliana Constante, tal vez no para que necesariamente estén sonando mientras leemos, pero sí para que acompañen la lectura desde la complementación de un escenario apto para desentrañar los milenios que la autora recorre a lo largo de las páginas.
Liliana Constante es abogada y da clases en la Facultad de Derecho de la UBA, y a través de Conocimiento, trabajo y dominación (con la profundidad que un trabajo de divulgación precisa para no quedarse corto ni convertirse en inasequible para la mayoría de la gente) desentraña, recorre y analiza los pasos seguidos por la humanidad desde sus albores.
Con una exquisita escritura (ágil, profunda, inteligible, literaria por momentos), Constante parte del proceso de “deshominización” y echa mano a todos los ámbitos sensibles de análisis de la vida humana para seguir los caminos que llevaron a la especie a vivir (y seguir viviendo) siglos de desigualdad.
Partiendo de los mitos para llegar a las religiones, las ciencias y el conocimiento en general, recorriendo las formas de apropiación de las tierras, las herramientas y la producción, metiéndose con lo simbólico y lo físico de las cotidianeidades, Constante va elaborando el cuadro de situación de distintas épocas de la historia para demostrar cómo es que se arriba al siglo XXI de las desigualdades que transitamos.
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