Mary Ruiz de Zárate
Astrónomos y matemáticos. En astronomía, los mayas se hallaban muy por encima de los demás pueblos de América, y poseyeron conocimientos científicos superiores a los de los egipcios hasta la época de los Ptolomeos, y a los de los griegos y romanos, en cuanto a las ciencias exactas.
Los astrónomos mayas conocieron la diferencia entre el polo norte geográfico y el magnético, con una abertura angular muy aproximada a la exacta.
Hasta los tiempos de los viajes de Colón, los europeos no conocieron la declinación magnética: en cambio los mayas ya estaban enterados de todo eso, varios siglos antes, sin conocer la brújula siquiera.
Todavía no se habían construido las pirámides egipcias y ya los sabios mayas de Copán – Honduras – habían desarrollado un calendario de 365 días de duración, cuya unidad era el día – Kin – con 18 meses lunares y un mes adicional de 5 días, para efectuar la corrección de la diferencia entre su año trópico y su año civil.
La corrección del papa Gregorio – vigente aún – es de 3 / 10.000 partes de un día, demasiado larga, y la de los astrónomos mayas es de 2 / 10 000, demasiado corta. La maya resulta más exacta.
Muy estudiosos de los movimientos lunares, realizaron grandes adelantos en el cálculo de lunaciones o fases y de todo el movimiento de nuestro satélite alrededor de la Tierra. Algunas de estas observaciones aparecen en el códice que se encuentra en la biblioteca de Dresden.
Otro de los cuerpos celestes observados por ellos fue Venus a la que llamaron Nuk Ek – estrella avispa.
Para conocer las horas, durante la noche regíanse por el lucero y las cabrillas – pléyades – y por los gemelos – castor y polux.
Leer todo el artículoPor primera vez en la historia universal, los mayas concibieron un sistema de numeración basado en la posición de los valores que consecuentemente implicaba “la concepción y uso de la cantidad matemática del cero”, que representaban por una figura parecida a una almeja cerrada.
Se creía generalmente, en el contexto de nuestra cultura, eminentemente europeizada, que la posición de los valores había sido desarrollada solo una vez en el mundo – por los indostanos – hasta que los descubrimientos de estelas, monolitos y manuscritos mayas echaron por tierra esa suposición, a la que acababan de dar el puntillazo los científicos soviéticos.
En cuanto a la aritmética, los mayas desarrollaron un sistema de posiciones adoptando el 20 como unidad de progresión, en lugar de la ase 10 de nuestro actual sistema decimal…y esto, más de mil años antes de que lo conocieran los indostanos, y dos mil antes de que fuera conocido por los europeos.
Los antiguos mayas usaban dos sistemas de notaciones, uno en forma de barras y puntos; otro, en los que los numerales figuran pequeñas cabezas que pueden parangonarse a nuestros números arábigos.
El sistema de puntos y barras es, con mucho, superior al de los romanos.
Para escribir números superiores al 19, los mayas se servían de su sistema de numeración de posiciones. Por ejemplo, en nuestro sistema, a la izquierda del punto decimal se aumenta el valor de 10 en 10, de derecha a izquierda, en unidades, decenas, centenas y millares, etc., y en el sistema maya los valores aumentan de 20 en 20, de abajo a arriba. O sea, a diferencia nuestra, escribían los escalafones verticalmente. Empezaban abajo para las cantidades inferiores. Increíblemente, no llegaron a conocer la multiplicación y la división, y suplieron esta deficiencia con un sistema de adiciones y sustracciones en las cantidades.
Sobresalientes médicos, los mayas llegaron a tener un conocimiento muy completo de la anatomía humana, basado en la observación y en una probable técnica de disección de cadáveres.
Muy adelantados en la terapéutica, basaban en esta en su amplia farmacopea y sus principios de higiene popular.
Todos estos avances científicos los realizó un pueblo que no conoció la rueda, ni tampoco los animales de tiro, y pese a eso sus edificaciones, como las célebres pirámides escalonadas, sus observaciones astronómicas y sus centros ceremoniales, se construyeron con la sola fuerza del hombre, tanto físicamente como con su inteligencia, alzándose sobre el resto de las civilizaciones que les fueron contemporáneas en tiempo y espacio.
Juventud Rebelde, 26 – 04 – 71
La Quinta Pata
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