domingo, 5 de febrero de 2012

Sintonía Fina

Viviana Demaría y José Figueroa

Se nos ha hecho habitual seguir el pulso de nuestra nación, relatado a través de metáforas que nos indican cuál es el paso a seguir. La última campaña estuvo signada por la frase “sintonía fina” y todos creímos entender qué significaba.

Ya en 2010 comenzaban a hablar las deudas pendientes de esta gestión a través de la boca de los más olvidados de los olvidados, a través de los penosos acontecimientos sucedidos en La Primavera, con la represión de la comunidad Qom por parte del gobierno de la provincia de Formosa. No eran las cacerolas de teflón que sonaban en derredor de nuestra Plaza, usurpada por los heridos en su vanidad y su sojero bolsillo.

Luego, las marchas por la protección del agua, donde un desvergonzado e infiltrado Solanas pretendió apropiarse de una voz antigua, constante y consistente, sostenida por los que desde siempre pusieron su cuerpo como barrera humana contra el saqueo de la naturaleza. Aquellos convencidos de que realmente no hay otra casa que esta Tierra y es nuestro lugar para vivir. Si a ella la devastamos, nos quedamos de patitas en el universo…

También están aquellos que buscan que su palabra sea escuchada y no tergiversada. Aquellos que cuidan la montaña y sus tesoros. No para apropiarse de ellos ni para quedarse atónitos – al modo del avaro Tío Rico, que se tira en sus monedas de oro y nada delirante y extático – frente a ella y decir “La montaña es mía, mía, mía…!!!!” con el mismo todo de voz que el Dr. Neurus.

Estos espacios que hablan, que susurran o gritan, que lloran ante las cámaras y piden ser escuchados, son parte del 54 % que confió y esperó en la llegada del tiempo de la Sintonía Fina.

Lejos está aquella Cristina Fernández Senadora, quien en esa cena realizada en el coqueto Waldorf Astoria de Nueva York mientras realizaba su campaña presidencial ante los ojos de los CEOS del mundo, dijo: “Quédense tranquilos que capitalismo, va a seguir habiendo”
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Y está lejos porque hay un modelo que se ha consolidado, ha dado muestras de saldar la deuda social que había dejado abierta una brecha que sangró durante muchos años y que ningún gobierno democrático había puesto en prioridad en su agenda. También está lejos porque aquella Cristina Fernández, iba de la mano por la vida con su compañero de militancia y eso acaricia tanto la mente como el corazón de cualquier ser humano. El amor que se siente y el amor que se da, significa y sostiene las acciones que llevamos adelante. Da un piso de confianza porque el diálogo que puede sostenerse entre personas que se aman, tiene la dimensión de la protección del uno hacia el otro y el horizonte de la honestidad.

Entonces aquella Cristina Fernández, sabía que los trazos gruesos debía trazarlos al comienzo. Y sabía también desde aquellos días que llegaría el momento de lo más preciso, sensible y delicado.

Esos días vienen llegando y se torna preciso que esa metáfora que la misma Presidenta acuñó, encarne más temprano que tarde. Esto es, antes que los oportunistas se alimenten del dolor ajeno y tomen como propia, causas que en el fondo, le importan un pito.

Ni Sarlo, ni Clarín, ni la Nación, son Verdes. Ellos están en el negocio de la soja tanto como hasta ahora viene permitiendo el Estado Nacional. ¿Qué los chicos tengan sus netbooks? Una maravilla. ¿Qué el costo sea que la tierra quede convertida en polvo por la semilla transgénica que no alimenta y que requiere veneno para crecer? ... Allí está el gran desafío.

Y este desafío, es, como hemos pensado en otros tiempos, un interrogante acerca del sentido de la democracia. Porque sabemos que ella está hecha de una tensión cuyos términos van cambiando a medida que la inclusión se va promoviendo. Esto es, a medida que las conquistas sociales, económicas y políticas van avanzando, los términos de la tensión se van renovando. Y estamos convencidos de las palabras que dijo Horacio González, hoy la cuestión pasa por la relación “trabajo – naturaleza”. Nosotros agregamos, en el presente la disputa por el sentido de la democracia, pasa por la resolución que tenga la tensión “Trabajo – Naturaleza”, cuáles van a ser los costos de la inclusión y la ampliación de derechos. Si el precio que debemos pagar para sostener este modelo es la continuación de un modelo extractivo de sesgo contaminante y la destrucción de las formaciones naturales a través de la metodología que propone la megaminería contaminante – acompañada del cianuro, el derroche de agua (que implica la sequía para los humanos) y la devastación del suelo – se vuelve imposible aceptar que estamos en una época de sintonía fina.

Porque el concepto de sintonía, remite a la capacidad de registrar con detenimiento los más sensibles sonidos del universo y llevar, de modo acompasado y conjunto tanto lo particular y lo colectivo, en una danza armoniosa que nos envuelva a tod@s y nos conduzca hacia un mejor destino.

Sintonía Fina es una frase que también estuvo siempre acompañada por la definición acerca de que este gobierno no es imparcial. Que es un gobierno que está del lado del pueblo. Pues bien, en ese sentido, pueblo son también aquellos que ocupan cada rinconcito desde Usuahia a la Quiaca. Aquellos que acompañan y aquellos que disienten. Aquellos que reflexionan y preguntan. Aquellos que – además de creer en el saneamiento de la deuda social inscripta en la fragilidad de cada niño que llega al mundo – creen en dejarles a esos mismos niños un planeta en iguales o mejores condiciones en que los recibieron.

Entonces, el oído del Estado, hacia el pueblo, debe estar sincronizado y limpio de prejuicios y agravios. No es la oligarquía destituyente la que pide que se cuide el agua o no se destruya el Famatina. La Patria Sojera fue la que tiró leche a la ruta y le quitó la posibilidad de alimentarse a esos niños que el Estado se empeña en proteger con la Asignación Universal por hijo. El oligopolio sojero fue el que intentó un golpe institucional y ofendieron la investidura presidencial con frases de alto tenor procaz. Recordemos el famoso cartel. “Cristina, no te vayas con Chavez. Andate con Chuda”.

Es por eso que desde la voz presidencial, no pueden salir expresiones destituyentes sobre todo hacia aquellos que – lejos de boicotear su lugar institucional – esperaron su turno para ser escuchados. La expresión “esos ambientalistas” por parte de la presidenta, nos alejan a tod@s del ingreso a la etapa de la sintonía fina, tan esperada.

Cuando fue el tiempo de la sanción de la Ley de Matrimonio Igualitario, la Presidenta en su discurso dijo que se encontraba fuera del país. Entonces, cuando comenzó su día, luego de sancionarse la ley, ella se despertó y pensó: yo me desperté hoy y sigo teniendo los mismos derechos de siempre, no he perdido ninguno. Sin embargo muchos argentinos se despertaron hoy, con más derechos que ayer. Y eso fue muy bueno…

Del mismo modo, de eso se trata esto hoy. De ampliar el sentido de la democracia en relación a la escucha de los reclamos de aquellos sectores que – aun sabiendo que sus pedidos no estaban en primer lugar de la agenda presidencial – confiaron, entregaron su voto y esperaron este tiempo de la promesa de la sintonía fina.

Es desde ese lugar que interpelamos a esa precisión y profundización para solicitarle al Estado argentino que se explaye y siente posición acerca de algo que nos recorre a tod@s. Algo muy simple, sencillo y concreto, pero definitivamente vital, sin el cual no tendríamos espacio donde dejar nuestra humana huella: nuestro suelo, nuestros recursos naturales, nuestro lugar en el mundo.

La Quinta Pata, 5-02-12

La Quinta Pata

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