domingo, 3 de junio de 2012

¿Qué hay detrás de la nueva base militar de Obama en Chile?

Nikolas Kosloff
(Traducción: Hugo De Marinis)

La construcción de una nueva base militar estadounidense en Chile tiene preocupados a muchos chilenos que cuestionan sus verdaderas intenciones.

Aun cuando la campaña de Obama incrementa sus operaciones para enfrentar la carrera presidencial de 2012 y busca higienizar su base progresista, la casa blanca se ha propuesto, cada vez más firmemente, jugarse por una red global de bases militares estadounidenses alrededor del mundo. En realidad, si la comunidad progresista prestó atención, se debe haber sorprendido al descubrir que en cierto modo Obama ha sido más militarista que su predecesor, George Bush, la profunda pesadilla de la izquierda norteamericana. En particular, Obama, de modo sigiloso, ha estado construyendo bases militares en el remoto Cono Sur, lo cual es una noticia atractiva que sin embargo ha recibido escasa difusión en los medios de Estados Unidos, y mucho menos en la así llamada prensa progresista.

En una columna reciente me ocupé de la novedad de la nueva base militar de Obama en la región de Chaco, en el noreste argentino. Oficialmente, la base de Resistencia forma parte de una iniciativa argentina-estadounidense que proveerá servicios de emergencia conjuntos que eventualmente involucrarán el despliegue de tropas para “ayuda humanitaria”. Las autoridades locales han señalado de modo enfático que la instalación es solo una base civil que estará sujeta al monitoreo de las autoridades de la provincia chaqueña. De todos modos, las fuerzas de izquierda en Argentina advierten que la base en Resistencia equivale a una operación encubierta de inteligencia de parte de Estados Unidos sutilmente disfrazada de ayuda humanitaria.
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Si la noticia de la base en Resistencia no fuera lo suficientemente extraña, ahora aparece la noticia de que la administración de Obama está pugnando por otra, aún más nueva base, justo pasando la frontera, en Chile. La instalación, que le ha costado a los contribuyentes estadounidenses cerca de medio millón de dólares para su construcción, se sitúa en la ciudad puerto de Concón en la provincia central chilena de Valparaíso. En Chile, el debate político alrededor de la base de Concón es semejante a la batalla previa librada por la base de Resistencia: mientras las autoridades locales y los militares norteamericanos sostienen que la base de Concón se utilizará para el entrenamiento de las fuerzas armadas desplegadas para operaciones de mantenimiento de la paz, la izquierda chilena cree que la base apunta a controlar y reprimir a la población civil.

El impacto social de las bases estadounidenses
Para la sociedad chilena, que tiene una larga experiencia de intervencionismo norteamericano que se extiende a los oscuros días de la dictadura militar de Augusto Pinochet, la base no deja de generar asombro. Organizaciones de derechos humanos señalan que el presente diseño de la base – que simula una zona urbana con ocho edificios, con sus respectivas veredas y calles – sugiere que los militares chilenos están más que interesados en reprimir protestas. De acuerdo a United Press International, Concón “se está convirtiendo en un destino importante para entrenadores militares de la región y para contratistas de la industria de defensa.

La instalación está a cargo del Comando Sur de Estados Unidos cuya sede se encuentra en Miami, Florida. Estados Unidos, que en años recientes ha estado perdiendo algo de su hegemonía política y económica en la región, está interesado en obtener nuevos espacios para sus operaciones militares. En verdad, desde que el régimen nacionalista / populista de Rafael Correa echó a Washington de su base en Manta, Ecuador, la mayor potencia mundial ha estado a la búsqueda de sitios alternativos en Sud América.

Es de esperar que las nuevas bases en el Cono Sur no recreen la experiencia de Manta, que de varios modos fue socialmente impugnada por los residentes locales. Mientras realizaba investigación para mi segundo libro en Quito hace un par de años, le pedí a Gualdemar Jiménez – un activista político que se oponía a la base de Manta – que me informara sobre el caso. Me explicó que la instalación, que estaba localizada en la costa del Pacífico y que era utilizada para sobrevolar el espacio aéreo colombiano para el control de tráfico de drogas, había creado grandes fricciones. “Manta supo ser una villa puramente dedicada a la pesca”, me explicó. “Ahora los pescadores no tienen acceso a ciertas partes del océano, ya que se encuentran inaccesibles por razones de seguridad”.

En el mar, los marinos norteamericanos interceptaron barcos ecuatorianos y hasta hundieron algunas naves. “Estos marinos no son la guardia costera ecuatoriana”, planteó Jiménez indignado. Lo que es aún peor es que la base se expandió con el tiempo y con esta tendencia desplazó a campesinos de sus tierras. A lo anterior hay que sumar que hubo daño medioambiental: dentro del campo de influencia de la base, se destruyeron cerros con la intención de obtener materia prima para mezclar asfalto y repavimentar la pista de aterrizaje de la base.

La base de Manta contribuyó en la zona con alrededor de siete millones de dólares anualmente, pero los activistas criticaban la falta de real desarrollo económico en el área. Los marinos no compraban nada en los mercados ecuatorianos ni tampoco utilizaban los medios de transporte locales. “Para lo único que contribuían era para las discotecas y para la prostitución”, decía amargamente Jiménez. “Lo que usted describe es bastante común”, le indiqué, “me recuerda otras historias de bases militares estadounidenses”. “Es una tendencia que se repite alrededor del mundo”, dijo Jiménez, “en Vietnam usted podía ver cómo se multiplicaban los prostíbulos también”.

Panetta fue enviado a Santiago
Nos adelantamos un par de años y observamos que Washington está ahora desesperado por asegurarse bases adicionales luego de perder la de Manta. En una clara señal sobre la importancia que Washington asigna ahora a Concón, la administración de Obama despachó al secretario de defensa Leon Panetta a Santiago para mantener conversaciones con el gobierno conservador de Sebastián Piñera. Buscando disipar preocupaciones en aquellos que todavía recuerdan la horrible represión y el desenfreno en cuanto a violaciones a los derechos humanos del respaldado por Estados Unidos régimen de Pinochet, Panetta indicó que Concón no era una verdadera base militar sino “un mero campo de entrenamiento operado enteramente por Chile”, designado a preparar a las fuerzas armadas para futuras operaciones de mantenimiento de la paz.

Aunque sin dudas de alto perfil, la visita de Panetta simplemente refuerza la existencia de vínculos crecientes para la defensa, entre Estados Unidos y Chile. De acuerdo a cables confidenciales del departamento de estado publicados por sitio de denuncias WikiLeaks, el ministro de defensa de Chile, José Goñi, ha sido una de las figuras más importantes actuando como cabeza de playa en este esfuerzo. Tan reciente como en 2007, Goñi estuvo trabajando entre bambalinas con los estadounidenses para mejorar los lazos militares bilaterales.

Con el deseo de tranquilizar a su administración que sitúa a Hugo Chávez como un simple provocador de Bush, Goñi dijo que Chile se encuentra vigilando de cerca el apoyo de Venezuela a las fuerzas armadas de Bolivia. Hubo una clara predisposición de Chávez y sus “compinches”, Goñi recalcó, de influenciar a otros países, por lo tanto Santiago ha mantenido una vigilancia continua de la relaciones militares de Venezuela con Brasil.

El ministro Goñi y la Escuela de las Américas
Un año después, Goñi viajó a Washington donde remarcó que Estados Unidos “era el más importante socio para la defensa de Chile”. Luego agregó que él estaba muy interesado en profundizar los vínculos conjuntos con las Fuerzas Especiales de Estados Unidos. Durante su visita, el ministro se hizo presente en el tristemente célebre Instituto del Hemisferio Occidental para la Seguridad en Defensa o WHIMSEC (por sus siglas en inglés), antiguamente conocido como Escuela de las Américas. Originalmente establecida en la zona del Canal de Panamá, la escuela se mudó después a Fort Benning, en Georgia.

Desde su creación, la institución ha instruido a decenas de miles de soldados latinoamericanos en tácticas militares de represión. El Pentágono mismo ha reconocido que en el pasado la Escuela de las Américas usó manuales de entrenamiento que contemplaban técnicas de interrogatorio coercitivas y ejecuciones extrajudiciales. Luego de recibir la instrucción en la escuela, los oficiales latinoamericanos retornaron a los distintos países de la región donde cometieron innumerables atrocidades en contra de los derechos humanos.

Por años, activistas de derechos humanos tanto en América Latina como en Estados Unidos han estado bregando por el cierre de WHIMSEC. Para Goñi, sin embargo, tales activistas fueron aparentemente solo una molestia por su postura de intento de descarrilamiento de los importantes lazos militares con Washington. Más aún, los activistas podrían desenmascarar al personal militar chileno que se instruyó en el mismo WHIMSEC. Cuando se dirigió a los estadounidenses, Goñi lamentó que todavía persistiera “una pequeña minoría de opositores al WHIMSEC en Chile (incluidos algunos miembros del Congreso).

A raíz de esto, Goñi concluyó que sería necesario “ayudar a educar a esta minoría” en un esfuerzo por incrementar los lazos con el WHIMSEC. “Con este objetivo”, la embajada de Estados Unidos en Santiago escribió: “el ministro, con la recomendación del secretario de defensa, invitó a varios miembros tanto del congreso de Chile como de ONGs a visitar el WHIMSEC en marzo de 2009, en un esfuerzo por ayudar a que estos opositores entiendan mejor de qué se trata el WHIMSEC”.

WikiLeaks y los Mapuche
No existe demasiado amor entre los impulsores del WHIMSEC y la sociedad civil chilena, incluyendo a los inquietos estudiantes y a la cultura Mapuche, el mayor grupo originario de Chile. Los Mapuche han sido perseguidos por el estado chileno bajo el amparo de draconianas leyes antiterroristas que vienen de la era pinochetista. Los Mapuche denuncian que las fuerzas de seguridad irrumpen en sus hogares, a veces hasta sin órdenes judiciales; acto seguido las autoridades destruyen sus pertenencias y objetos de valor cultural al tiempo que emplean insultos racistas y maltratan a niños y a personas mayores. Cuando se trata de utilizar armas letales, la policía no duda.

En su núcleo, el conflicto Mapuche gira alrededor de las ambiciones corporativas y la connivencia de estas con el estado chileno que se inclina por la explotación de los recursos del país. Desafortunadamente para este pueblo originario, tales recursos naturales como la minería, los bosques y la cría del salmón se encuentran en territorio Mapuche. De acuerdo con su orientación pro-empresarial, el gobierno chileno ha proporcionado incentivos a las empresas madereras que buscan operar en las tierras ancestrales de los Mapuche. Si bien es posible que la “instalación” de Concón – o la base militar, como parece ser el caso – se use solamente para entrenar fuerzas de paz, la sociedad civil chilena y los pueblos originarios tienen muchas razones para sospechar de las intenciones estadounidenses.

Recientemente, escribí un artículo revelador acerca de cómo los la Oficina Federal de Investigaciones de Estados Unidos colaboró con el ministerio del interior de Chile para vigilar a los Mapuche. Las revelaciones contenidas en un cable estadounidense que databa de principios de 2008 y relataba una reunión entre el embajador de la era de George Bush en Santiago, Paul Simons, y el ministro del interior de Chile Eduardo Pérez Yoma. De acuerdo al documento, el ministro estaba preocupado por “la potencial radicalización de la población indígena de Chile.”

Luego de hablar con representantes estadounidenses, Pérez afirmó que los Mapuche podrían estar recibiendo apoyo financiero de la Venezuela de Hugo Chávez, de los rebeldes de las FARC colombianas y aún de los separatistas vascos de la ETA. Los estadounidenses e se mostraron complacidos en ofrecer su pericia en el tema, remarcando que “el FBI se encuentra coordinando con Carabineros para asistir en la identificación y potencial enjuiciamiento de sospechosos dentro de Chile”. En otra parte del cable se hace referencia a que los oficiales estadounidenses hacen inteligencia no solo sobre las FARC y la ETA sino sobre los Mapuche más radicalizados, “quienes podrían mantener vínculos potenciales” con grupos foráneos.

¿Quién está detrás de la base chilena?
En la próxima campaña presidencial, Obama sin dudar buscará apelar a su base progresista señalando cómo sustrajo a la administración norteamericana de una guerra impopular en el medio oriente. Sin embargo, mirando más allá de la superficie, el actual gobierno de Washington ha estado ampliando su base de operaciones en otros lugares remotos del mundo.

Por otra parte, los documentos de WikiLeaks revelan un patrón perturbador de la colaboración entre Estados Unidos y las fuerzas de seguridad de Santiago en un momento de graves tensiones sociales y políticas en Chile. La sociedad civil local, que tiene recuerdos desagradables de Estados Unidos por su respaldo sin reservas a la dictadura militar, está lógicamente bastante perpleja sobre los acontecimientos recientes y quiere saber con claridad qué es lo que Washington se propone en el Cono Sur.

* Nikolas Kozloff es autor de Revolution! South America and the Rise of the New Left

Al-Jazeera , 02 – 06 – 12

La Quinta Pata

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