domingo, 21 de octubre de 2012

50 años después del Concilio Vaticano II, el Movimiento Internacional Somos Iglesia opina

Rolando Lazarte
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El día 9 de octubre, con motivo del 50º aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II, el Movimiento Internacional Somos Iglesia (IMWAC) dio a conocer una declaración. Por su parte, Noi Siamo Chiesa, sección italiana de este movimiento, también emitió su opinión, a través de su portavoz, Vittorio Bellavite.

Testigos de una iglesia renovada para los tiempos venideros
El Movimiento Somos Iglesia (IMWAC) y la Red Europea “Iglesia por la Libertad”, son testigos al mismo tiempo que esperan una iglesia más libre y humana, construida sobre comunidades de cristianos profundamente comprometidos con los ministerios en la iglesia y con la justicia en el mundo.

1. El Concilio Vaticano II trajo consigo una profunda renovación de la iglesia católica, tanto en su propia estructura como en la relación de la iglesia con el mundo. La transformación de la liturgia fue uno de los frutos centrales y más visibles del Concilio, especialmente por el uso de las lenguas vernáculas y por poner en la base de la celebración a la comunidad local. Las constituciones “Lumen Gentium” y “Gaudium et Spes” contienen definiciones de la iglesia (ahora vista como el pueblo de Dios) y del valor del mundo secular y de cómo podemos ser cristianos en él.

2. La encíclica “Pacem in Terris”, escrita por Juan XXIII durante el Concilio y, de hecho, mientras estaba ya próximo a morir, debe ser considerada parte del conjunto de la experiencia conciliar. Otras cuestiones muy importantes se propusieron con nuevas perspectivas: el ecumenismo, el diálogo interreligioso, la libertad de creencias y de conciencia. Estos documentos generaron especialmente el movimiento progresista que existe en la iglesia hoy y abrieron la puerta al diálogo con el magisterio sobre todos los aspectos que forman parte de la vida de los católicos.
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3. Durante los últimos cincuenta años se ha desarrollado una tensión sobre la interpretación adecuada del Concilio y su aplicación a las cuestiones de cada momento. Esta tensión ya está presente en los mismos documentos conciliares: para unos, el Concilio pedía un cambio significativo, para otros la continuidad era importante.

4. En realidad, cambio y continuidad no se excluyen mutuamente. Durante el Concilio el llamado “Pacto de las catacumbas” se firmó por parte de cuarenta obispos bajo el liderazgo del obispo Helder Cámara (Brasil) y del Cardenal Lercaro (Bologna) en la catacumba de santa Domitila en Roma, en él se pedía una iglesia centrada en el servicio y en los pobres. Estas ideas se desarrollaron más tarde, sobre todo en América del Sur, como la opción preferencial por los pobres.

5. Como la iglesia oficial se hizo más resistente al espíritu del Vaticano II, muchos católicos encontraron una manera para trabajar desde dentro de la iglesia siendo fieles al cambio que ellos pensaban que era lo que el Vaticano II pretendía: una iglesia colegiada y democrática; pluralismo y diálogo dentro de la iglesia; igualdad de género y aceptación de las diversas orientaciones sexuales; la ordenación de mujeres y de personas casadas para el servicio del pueblo de Dios y no para propiciar un nuevo clericalismo; la separación de la religión y el estado, permitiendo una adecuada autonomía de cada uno pero, al mismo tiempo, un fuerte compromiso de los creyentes a favor de la justicia y la paz. Los cambios que promueve este movimiento progresista tienen su raíz en el mismo Concilio y de hecho en el evangelio y en la mejor tradición de la iglesia, y en las necesidades pastorales del pueblo de Dios.

6. Muchas iniciativas pastorales han tenido lugar de acuerdo con lo anterior: las comunidades de base, la celebración de la eucaristía sin presbítero; las decisiones tomadas en conciencia sobre el control de la natalidad y la moral sexual; el apoyo y también la crítica al Vaticano y al episcopado; la petición de justicia para las víctimas de abusos sexuales por parte de sacerdotes, el castigo para los pederastas y para aquellos que los encubrieron.

7. Tanto en el mundo secular en general como en la iglesia del Vaticano II, las personas tienen derecho a la libertad de expresión. Por ello grupos de presbíteros y de laicos se han organizado para expresar su experiencia de lo que significa ser católico actualmente. La libertad de expresión se sustenta en la creencia de que si todos son escuchados es mayor la posibilidad de atender la voz del espíritu y escuchar el eco del evangelio. Silenciar perentoriamente y, según parece, arbitrariamente, las voces de teólogos/as, de religiosas, y de personas responsables en general es apagar el aliento de vida en la misma iglesia.

8. Así pues, cuando en Austria se proclama la iniciativa Pfarrer, o en América del Sur se desarrolla la Teología de la Liberación, o cuando vemos a las religiosas estadounidenses que hablan con libertad desde su experiencia y no siguiendo solamente lo que dice la doctrina oficial, o vemos que el Concilio Católico Americano escribe una carta de derechos y responsabilidades y en Asia y África hablan de la necesidad de definir de modo distinto a Dios y a Jesucristo, la primera respuesta debe ser escuchar y la segunda debe ser el diálogo. Solamente católicos con inquietudes y comprometidos desarrollarían tales iniciativas. Nuestra respuesta debe ser de gratitud más que de rechazo, de verlas como iluminación más que censurarlas, hay que discernir en todos los casos pero no ser sordos.

9. El Movimiento Internacional Somos Iglesia (IMWAC), formado por grupos progresistas de distintos países en todo el mundo, y la Red Europea Iglesia por la Libertad, muestran su desacuerdo con la persecución a nuestros compañeros/as, puesto que están planteando cuestiones de manera respetuosa y son cuestiones que comparten millones de católicos. Damos la bienvenida a esta primavera emergente, un amanecer que nos despierta desde dentro de la iglesia y esperamos a la vida y luz que traen con ellos. Cuando nos comprometemos para disentir y practicar la “desobediencia civil” no es porque seamos autocomplacientes sino porque estamos profundamente preocupados.

10. Todavía en 2012 los clérigos y los laicos están definidos en términos de prioridades jerárquicas más que como compañeros o miembros. No hay indicación para ello en el evangelio. De hecho San Pablo nos recuerda que a menos que haya miembros distintos, todos los cuales son necesarios, no hay Cuerpo de Cristo.

11. La Iglesia institucional ha desarrollado una estructura no democrática que se parece más al imperio romano que al reino de Dios. Es triste observar que el mundo en general ha visto con más claridad la necesidad de la democracia y la igualdad que la Iglesia, que se construye a partir del mensaje de Jesús. En el mundo secular las decisiones no democráticas no tienen credibilidad y de hecho son mucho menos estables. La democracia no es contraria a la naturaleza de la iglesia puesto que el espíritu ha sido dado a todos y puesto que la democracia no significa una voz mayoritaria sin restricciones sino diálogo respetuoso.

12. En todas las democracias hay distintos niveles de responsabilidad y el respeto a los derechos humanos y a todas las minorías es un ADN de una verdadera democracia y en particular así debe ser para todo cristiano.

13. Todo esto es muy distinto del absolutismo monárquico. En una verdadera iglesia colegiada, la conciencia no es menos sagrada que el magisterio. La monarquía entra en conflicto tanto con la tradición del evangelio de la iglesia como con los requerimientos pastorales de la edad contemporánea. Juan XXIII nos recordó que no hay nada que temer del mundo secular y que no tenemos derecho a convertirnos en profetas de calamidades. La monarquía no tiene derecho por principio o intrínseco dentro de la iglesia. La colegialidad tiene autoridad bíblica, conciliar y pastoral en la iglesia. IMWAC y la Red Europea Iglesia por la Libertad insisten en que la iglesia debe ser plural e inclusiva en sus estructuras y en sus políticas internas y también en su relación con el mundo.

14. Dirigimos unas palabras a nuestros hermanos obispos que van a participar en el Sínodo en Roma para que consideren el diálogo con católicos que realmente desean sentirse parte de la iglesia aun cuando difieren en algunas cuestiones. Esto es conforme no solamente al Vaticano II y al derecho canónico sino al espíritu y al evangelio. IMWAC y la Red Europea “Iglesia por la Libertad” se reunirán en Roma en diciembre de 2015 para celebrar el cincuenta aniversario del Vaticano II y para dar testimonio de la vida que ha dado a la iglesia y de que la luz que ofrece nos guía para el futuro. Nuestra intención no es la división o el desacuerdo sino la paz en la iglesia. “Ved cómo se aman unos a otros” se ha visto siempre como el mayor signo de que somos una comunidad de Cristo. Si perdemos esto, todos los demás signos que ideemos serán erróneos. Sin amor perecemos; perdemos a Jesucristo; y nos distanciamos de Dios. Ninguno de nosotros quiere que eso suceda.

Intervención de Vittorio Bellavite**, de Noi Siamo Chiesa, en la conferencia de prensa del Movimiento Internacional Somos Iglesia

Los católicos “conciliares” están también en la Iglesia en Italia.

Desde su fundación, hace diecisiete años, la iniciativa del movimiento “Noi Siamo Chiesa” (Somos Iglesia) para la reforma de la iglesia encontró en Italia resistencias especialmente fuertes; ocurrieron en gran parte de las diócesis, sobre todo en Roma, sede del Vaticano y sede de la Conferencia episcopal italiana. Las estructuras jerárquicas impusieron en la práctica una censura en la prensa católica hacia los documentos de Noi Siamo Chiesa, razón por la cual este movimiento ha tenido dificultades para darse a conocer, a diferencia de lo que ha ocurrido en otros países.

Tampoco la prensa laica hace referencia a él salvo en contadas ocasiones. Los canales de televisión jamás dicen algo. En esta situación, “Noi Siamo Chiesa” además de socializarse y desarrollar los postulados del “Llamamiento del pueblo de Dios”, que se difundió en 1996, elaboró en Italia, durante esos años, la propuesta “Por una iglesia pobre y de los pobres” y también ha profundizado sobre el problema de las relaciones iglesia – estado y la injerencia excesiva de la jerarquía eclesiástica en la vida política del país.

Entretanto, en toda Italia existe un porcentaje amplio y a la vez difuso de entre los católicos que se apoyan en el Concilio de manera distinta y polémica en relación a los textos oficiales de la jerarquía. Estos católicos “conciliares” auto convocándose desde la base, se reunieron el pasado 15 de setiembre en el instituto “Máximo” de los jesuitas en Roma para conmemorar el 50 aniversario de la apertura del Concilio. Las casi mil personas que estuvieron presentes, sin obispos ni autoridades de cualquier otro tipo, reflexionaron sobre cómo solamente manteniéndose verdaderamente en el espíritu del Concilio, la iglesia tendrá la posibilidad de evangelizar en el nuevo milenio. En “Noi Siamo Chiesa” hay mucho escepticismo en cuanto a la posibilidad de que el sínodo que acaba de empezar, diga algo significativo.

El Cardenal Martini nunca formó parte naturalmente del sector organizado de los cristianos “críticos” (o del “disenso”). Pero su mensaje pastoral, sobre todo el más reciente, fue lúcido al constatar los problemas de la iglesia y al querer afrontarlos con el espíritu de diálogo con el “mundo” y con un nuevo entendimiento pastoral. “Noi Siamo Chiesa” hace suyas muchas de sus intuiciones. Que fuera visto con sospecha y que fuera obstaculizado por toda la casta eclesiástica lo demuestra el hecho de que la prensa católica italiana (“Avvenire” de los obispos , “Famiglia Cristiana” y también el “Osservatore Romano” del Vaticano) escribió páginas enteras de bellas palabras sobre su muerte pero no se refirió a la entrevista póstuma del primero de setiembre, mientras que, en contraposición, dicha entrevista apareció en los periódicos de todo el mundo.

Una manera completamente criticable de conmemorar el Concilio pudo verse la otra noche en el programa conjunto TV2000-la7. La extraña colaboración de estos dos canales llevó a una transmisión centrada en el protagonismo excesivo del Cardenal Scola de Milán y una presencia de peso de la derecha católica (De Mattei) y de un ateo devoto (Giuliano Ferrara), en cuanto a los exponentes próximos al ámbito conciliar. Nicolini y Melloni no consiguieron (o no pudieron) expresar una posición realmente distinta, como habría sido necesario. Nosotros habíamos pedido presencias conciliares pero más significativas. La presencia femenina estuvo reducida a Chiara Almirante. ¿Será así la memoria que van a hacer los medios del Concilio?

* Rolando Lazarte es sociólogo, terapeuta comunitario y escritor. Es miembro del grupo Kairós-Nós Também Somos Igreja, y del Consejo del Movimiento Internacional Somos Iglesia (IMWAC).

** Vittorio Bellavite, padre de cuatro hijos, ex-profesor de derecho y publicidad, de Milán, militante de organizaciones católicas e inspirador de movimientos como “Cristianos por el Socialismo”, desde 2004 es el portavoz nacional de “Noi Siamo Chiesa” y miembro del Consejo del Movimiento Internacional Somos Iglesia. (Traducción: Raquel Mallavibarrena)

La Quinta Pata

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