María Eva Guevara
Uno de los cuadros policiales del aparato represivo de la dictadura es investigado en la justicia federal mendocina por delitos que no son excarcelables. Los movimientos del mundial 78 y la declaración de un ex integrante de la Concentración Nacional Universitaria así lo prueban.
El retiro del cuadro del brigadier Julio César Santuccione –organizador del Comando de Moralidad Pío XII que perseguía y asesinaba a homosexuales y prostitutas– del museo policial de la comisaría séptima de Godoy Cruz, es un hito clave que marca el inicio de una etapa de reconstrucción bajo el signo de la justicia.
El descuelgue del retrato se produjo un 22 de diciembre de 2010, al cabo de una inspección ocular de testigos y miembros del tribunal oral que realizó el segundo juicio por delitos de lesa humanidad en la circunscripción provincial. Todo indica que no fue un jefe más de policía; ultracatólico, nacionalista, gestor de una gran red mutual para la familia policial, como se lo recuerda, fue a su vez el mentor de la policía “brava”, la misma que a nivel nacional e internacional se hizo conocida por sus abusos, gatillo fácil y desapariciones.
Entre 1975 y fines de los ochenta, Santuccione formó una buena camada de oficiales, comisarios y subcomisarios, de distintos perfiles psicológicos pero todos ellos vinculados a la represión ilícita, la cual incluyó además de la orquestada por la dictadura, la paralela de grupos de ultraderecha, como por ejemplo el Comando Anticomunista Mendoza, versión local de la Triple A que actuó en perfecta coordinación con el servicio de inteligencia del ejército.
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Uno de sus mejores cuadros fue Carlos Rico Tejeiro, a quien Santuccione recomendó para realizar cursos de comando militar en la escuela de infantería del ejército que impartía el coronel Mohamed Alí Seineldín. Producto de esa capacitación en instrucción “contrarrevolucionaria” es que Rico participa en la elaboración y ejecución del proyecto G.E.S.78.
Esto ocurrió en diciembre de 1977. Hasta ese entonces estaba clara la diferencia entre Rico y otros oficiales que también integraron aquel grupo especializado que se había creado para mantener la “calma pública” mientras se realizaba el mundial de fútbol de 1978. Y es que toda su carrera en la policía había sido en unidades especiales, es decir que aun siendo un joven con 20 años, casi que no recaló en comisarías para desarrollar tareas comunes de tipo policial.
Los legajos de aquella época lo dicen todo. Allí figura que, junto con su colega Adolfo Siniscalchi, fue recomendado por el jefe de la policía federal para integrar el centro contrasubversivo en Mendoza y fue felicitado por su rendimiento por Julio César Santuccione, quien destacó su aporte a la “erradicación de la delincuencia subversiva” y en mérito “a la subordinación, el respeto y el espíritu de cuerpo” demostrados. También dice que representó a la policía de Mendoza ante el ministerio del interior a cargo del general Albano Harguindeguy, donde fue felicitado por su eficaz accionar, que además fue profesor de oficiales de la fuerza aérea, de gendarmería y de otras policías provinciales, en estrategia y técnica de combate.
Dictó clases de Acción psicológica y psicología de multitudes, a las que llama “materias basales para la actividad policial”, imprescindibles en “rubros fundamentales como control de disturbios, prevención de disturbios, contención de multitudes, agresivos y compuestos químicos como integrantes del arsenal policial”. A estas disciplinas hay que sumarles estrategias de supervivencia que dice haber impartido a civiles que también formaron parte del grupo especial y tenían entrenamiento en la fuerza aérea, y también clases y conferencias sobre “intento de destrucción del valor espiritual a través del tiempo”, una de las obsesiones de los grupos de ultraderecha católica que buscaron sumarse a la lucha contrasubversiva y en ocasiones efectivamente coordinaron acciones con los servicios de inteligencia del estado.
¿Represor teórico?
La historia es más o menos conocida. En su carácter de ex comisario con una carrera impecable, el Partido Demócrata decidió nutrirse de sus conocimientos y lo sumó como experto en seguridad de cara a las elecciones del 2007. Al ganar Celso Jaque la gobernación, este definió que fuese el dirigente demócrata Juan Carlos Aguinaga el nuevo ministro de seguridad (se trató de una alianza entre los dos partidos). Y fue entonces que Aguinaga lo designó a Rico como flamante subsecretario de seguridad.
La certeza de que Rico reunía todo el perfil de un verdadero cabecilla de la represión ilegal alentó movilizaciones sociales que fuertemente exigieron su renuncia. Y esta se produjo meses después de haber asumido, debido a esa presión. Mientras tanto, en paralelo la justicia federal lo empezó a investigar. En la actualidad, Aguinaga es el defensor de Carlos Rico en la causa penal pero también frente a la opinión pública, diciendo que estamos frente a un hombre con plena aptitud moral, que en 1976 era un simple infante a cargo del traslado de presos.
Pero veamos: no fueron simples traslados. Rico se ocupó de llevar ante el juzgado a todos los secuestrados en el D2 producto del primer operativo contra la conducción de la organización Montoneros, eran alrededor de diez personas con evidentes signos de tortura en el rostro y en el cuerpo, hecho que quedó constatado por una serie de fotografías que trascendieron por algún error de cálculo de la policía, a la prensa que las publicó sin filtro al otro día del traslado.
Cuando este detalle se supo, Carlos Rico negó toda relación con los grupos de tareas de secuestros y torturas. Lo mismo hizo al producirse el testimonio de Alicia Morales, una ex detenida y sobreviviente del D2 que lo reconoció entre los presentes en el interior del principal centro clandestino de torturas y desaparición. Que Rico estuvo bajo las órdenes del D2 en aquellos meses de febrero del ’76, y que tenía personal a su cargo, es algo que prueban los libros del D2 y también los libros del cuerpo de infantería donde él se reportaba y al que pertenecía.
Sin embargo, el expediente penal instruido por el juez de primera instancia lo salva de la complicidad con los delitos de lesa humanidad. De ahí que aun procesado por asociación ilícita, Rico se encuentre en libertad. La figura de asociación ilícita se funda en la organización e integración en calidad de jefe o cabecilla del GE78. Un asociación que no solo disponía de armas de guerra y tenía una organización de tipo militar, sino que además puso en peligro la vigencia de la constitución nacional bajo la fachada de querer mantener la calma previa al mundial.
Al día de hoy no hay más margen para distracciones en la instrucción del expediente Rico. Abierto el tercer juicio por delitos de lesa humanidad se ventila una cadena de once secuestros que ocurrieron entre el 15 y el 29 de mayo de 1978, en pleno funcionamiento de aquel grupo especial. Y nuevamente son los libros de infantería los que detallan movimientos que sirven como prueba.
Por ejemplo, el día 15 de mayo era secuestrada Margarita Doltz de Castorino, dos días después lo mismo sucedía con Aldo Patroni y luego fue el turno de Raúl Gómez Mazzola. Ya desde los días previos, la actividad en infantería es febril, Rico y Adolfo Siniscalchi salen en comitiva en el móvil 2, e ingresa y egresa personal del GES justo los días y horarios en que se produjeron secuestros de personas hoy desaparecidas.
Durante la noche del 17 y la madrugada del 18 de mayo se registran los siguientes movimientos: a las 21.40 se retiran Carlos Rico, José Siniscalchi y oficiales del GES. Regresa el oficial principal Ignacio Medina, quien se retira a las 22.10 en su vehículo particular. A las 22.25 el móvil 2 sale en comisión, regresa a las 23.20 luego de haber recorrido 18 km en 55 minutos. Ya en la madrugada, a las 02.35, sale de nuevo el móvil 2, regresando luego de haber recorrido 23 km en 35 minutos. Vuelve a salir ese móvil regresando a las 05.40 luego de haber recorrido 58 km en 2.30. Y a las 06.55 lo hace de nuevo con oficiales del GES volviendo a las 7.05 luego de recorrer 16 km en 10 minutos.
Todos estos movimientos vuelven a hacerse evidentes durante los días 22 y 23 de mayo de 1978, donde también se produjeron secuestros entre la noche y la madrugada. Según el libro de novedades a las 21.35 regresa en el móvil 2 Carlos Rico y personal del GES, también regresa el móvil 1 con Siniscalchi y personal del GES. A las 23 en el Móvil 2 se retiran Rico y Siniscalchi, regresando a las 23.35. A las 6.10 (23 de mayo) se encuentra presente el oficial principal Ignacio Medina. A las 8.10 se hace presente Siniscalchi y a las 9.00 salen nuevamente Rico y Siniscalchi con otro oficial del GES de apellido Sánchez. A las 9.40 salen agentes al mando segundo jefe del D2.
Lo llamativo es que fuera de estas fechas precisas no se registra un movimiento tan intenso del grupo especial y menos a altas horas de la noche y de madrugada. A excepción del día 16 de mayo que muere uno de los integrantes del GES durante una práctica de combate. Se llamaba Jorge Aldo Cornejo, y en relación a esta muerte puertas adentro, nada pudo esclarecerse, ni las circunstancias en que fue herido de bala ni el oficial que le disparó aparentemente por accidente. El único dato que se pudo esclarecer años después es que un hermano de Rico –el oficial de policía Eduardo Rico Tejeiro– hizo que ese expediente interno del GES se diera por extraviado.
Nuevas pruebas
Este año se sumaron nuevas pruebas contra Carlos Rico en torno a su participación en el diagrama represivo en la provincia durante la última dictadura militar, no tienen relación con la asociación ilícita sino con figuras que no son excarcelables dada la gravedad de los ilícitos: privación ilegítima de la libertad, tormentos agravados y homicidio calificado en distintas causas que se tramitan. Una de ellas es la causa “Rabanal” en donde Rico trasladó a Miguel Ángel Gil al D2, aun a sabiendas de que se podía morir allí.
Miguel Ángel era el más visiblemente torturado del grupo de detenidos fotografiados. De acuerdo a lo reconstruido hasta el momento, todos cayeron secuestrados en el D2 donde se los torturaba sistemáticamente; fueron trasladados en pésimas condiciones frente a un juez federal que no los indagó sino que más bien los amedrentó, retornaron de la mano de Rico al D2 y es ahí que muere Gil por no resistir la tortura, siendo que ya se había decidido su traslado a la penitenciaría junto con sus demás compañeros. El razonamiento del fiscal Dante Vega es que el artífice de dicho traslado sabía que esto podía suceder y por tanto tiene responsabilidad en el homicidio calificado y en los tormentos agravados.
Por su parte, el fiscal especial para crímenes de lesa humanidad, Omar Palermo, y los abogados representantes de los organismos de derechos humanos solicitaron a la cámara federal el procesamiento de Carlos Rico. Serán los integrantes de dicha cámara –Hugo Echegaray, Pedro González y Roberto Naciff– quienes decidan o no modificar la calificación legal del ex comisario y habilitar de ese modo una inmediata prisión preventiva dado que a juicio de los abogados querellantes existe el peligro de fuga.
En paralelo, Pablo Salinas y Viviana Beigel, por el Movimiento Ecuménico de Derechos Humanos, pidieron tanto la imputación de Carlos Rico como la de Adolfo Siniscalchi. Aseguran que las constancias del libro de novedades, más la declaración de Pedro Dante Sánchez Camargo (represor que desnudó el funcionamiento coordinado entre los grupos especiales), el testimonio de Alicia Morales y la ineludible relación entre el grupo especial destinado a la lucha antisubversiva y la seguridad del mundial de fútbol con las detenciones de personas hoy desaparecidas que se produjeron en 1978, avalan que sean investigados por la presunta participación en privaciones ilegítimas de la libertad y desaparición forzada y torturas.
Confesión de un servicio
El expediente por el asalto a mano armada de una estación de servicio en el distrito Blanco Encalada también va a ser incorporado como prueba en el tercer juicio, a instancia de los abogados del MEDH. El hecho se produjo un 13 de julio de 1976 y a primera vista no tendría nada que ver con la represión ilegal. Salvo por un detalle: el asalto fue cometido por estudiantes de la Universidad Tecnológica Nacional que justamente combatían a los militantes que desaparecieron en 1978, también estudiantes de esa universidad, como lo eran Juan José Galamba y Mario Camín. Estos últimos militaban en el Partido Socialista de Vanguardia de donde algunos se separaron para volcarse a las filas del peronismo revolucionario. Los primeros, los asaltantes, eran de la ultraderecha. La sigla que utilizaban era CNU –Concentración Nacional Universitaria– y uno de sus líderes era Roberto Lucas.
Cuentan los testigos que se los veía armados y que metían miedo. De hecho, a Lucas se lo había expulsado de su trabajo en la dirección de hidráulica por “ejercer una abierta persecución sobre otros agentes de la repartición que también estaban vinculados a la UTN”. Pero volviendo al expediente, este viene a procesar a Roberto Lucas, Ricardo Hugo Tallei, Héctor Enrique Gómez Yannelli, Miguel Ángel Dávila Ontiveros y Luis Alberto Fracapani, por haber cometido dicho asalto a punta de pistola, una noche de invierno, luego de comerse un asado. Corría el año 1976 y quien oficiaba las diligencias era casualmente el hermano de Carlos Rico, así como también José Martín Músere, importante represor que actuó en los secuestros cometidos a partir de esa fecha en San Rafael.
El grupo resultó procesado por efecto de las pruebas y también por la inculpación ante la policía de Roberto Lucas, quien diseñó una estrategia para quedar bien con las autoridades judiciales –de algún modo tenía que blanquear la situación procesal ante el interventor de la UTN, Salvador Puleo, que lo había designado asesor en el decanato. Así fue que expuso su concepción ideológica, justificatorias del asalto con el que el grupo apostaba a recaudar dinero para sus actividades coordinadas con Inteligencia del ejército.
Por puño y letra, el mismo hombre fuerte del peronismo de Las Heras durante varios años, escribió el siguiente manifiesto: “Subversión: una palabra en boga hoy, como lo puede ser cualquiera de nuestras rutinarias tareas de trabajo de estudio, ¿pero qué esconde tras de sí este término? ¿Cuál es su significado más profundo, significado moral y espiritual? Porque, no nos llamemos a engaño, ni adoptemos poses demagógicas tratando de creer y hacer creer que la subversión es la guerrilla solamente y que esta la componen un grupo de delincuentes delirantes de baja catadura moral subvencionados por una indivisible e indefinible Dios dinero. Y hago esta aclaración, porque la subversión es mucho más, los implicados en esto, no son tan delirantes porque saben muy bien dónde quieren llegar, ni sus financistas son tan invisibles como quieren aparecer. Es que no se trata de un mero problema de juvenil, o de crisis generacional, es como si un siniestro manto de corrupción y desorden hubiese ido cubriendo, a las instituciones básicas de la nación, en un inconfesable y maléfico designio de transformar todo, absolutamente todo, aun lo bueno y provechoso, para imponer a cambio una nueva dimensión en tradición y estilo de vida, bajo el signo inequívoco del marxismo del comunismo internacional. Pero ese fin intrínsecamente malo, como alguien lo definiera, se vale de medios tan sutiles y peligrosos como las mismas armas que ostentan los combatientes de la guerrilla. Es que la trastocación de los valores morales no puede indudablemente, lograrse en un joven enmarcado en una recta y clara formación espiritual porque al ser el hombre portador de valores eternos e inviolables, por ser una creatura de trascendencia divina, no puede cambiar esas virtudes, esos beneficios, por la vil bandería de los intereses materiales, y que en el colmo del descaro respondan a fuerzas externas, tan distantes de nuestra concepción filosófica de la vida y seculares tradiciones, como ustedes pueden estar de la luna. Y es ahí entonces donde tienen apuntada la mira, las Internacionales del dinero y la subversión; en la tergiversación de los más nobles ideales del joven, en la captación interesada y mezquina del natural ímpetu juvenil (…) Si esos son los fines, sus medios son en tan extremo miserables, que no pueden haber sido concebidos, bajo ningún aspecto por una mente iluminada por Dios, por lo tanto son producto de las meras elucubraciones de carácter diabólico, porque la corrupción de las mentes jóvenes a través de los gigantescos medios orquestados para ello a través del cine, la televisión, el tráfico incesante y creciente de la droga, para adueñarse de voluntades aún vírgenes de esa juventud que por mil razones se encuentra desubicada e incierta es un delito de lesa humanidad, es un ataque directo y certero contra la formación integral del hombre argentino. Pero si este es el ataque, estudiado, premeditado y malévolo, debe surgir el deber de la hora, la inexcusable obligación de imponer el momento y esto es por igual para los responsables de la conducción familiar, como de la conducción de las fuerzas vivas de la patria. Los primeros, aceptando el desafío que le hace la Internacional marxista, al querer sacarle a sus hijos del seno hogareño para embarcarlos a la deshonra y la miseria, desafío al que la respuesta no puede, no debe ser otra, que la plena asunción de los deberes paternos, la absoluta vigencia de un vínculo de amistad y de amor entre padres e hijos. Lo segundo, luchando desde sus puestos de batalla, por la concreción de una sociedad más justa, más noble en sus afanes, más oyente de Dios, en su forma de actuar, me refiero a subsanar por la vía pacífica y práctica lo males que aquejan a un pueblo, a una masa, que si no es escuchada por quienes tienen la responsabilidad de los deberes de estado sí será, les puedo asegurar, escuchada por los responsables de la subversión, y entonces deberemos afrontar la difícil solución en caliente de un problema que pudimos haber arreglado en frío”.
Veintitrés, 24 – 10 – 12
Esto ocurrió en diciembre de 1977. Hasta ese entonces estaba clara la diferencia entre Rico y otros oficiales que también integraron aquel grupo especializado que se había creado para mantener la “calma pública” mientras se realizaba el mundial de fútbol de 1978. Y es que toda su carrera en la policía había sido en unidades especiales, es decir que aun siendo un joven con 20 años, casi que no recaló en comisarías para desarrollar tareas comunes de tipo policial.
Los legajos de aquella época lo dicen todo. Allí figura que, junto con su colega Adolfo Siniscalchi, fue recomendado por el jefe de la policía federal para integrar el centro contrasubversivo en Mendoza y fue felicitado por su rendimiento por Julio César Santuccione, quien destacó su aporte a la “erradicación de la delincuencia subversiva” y en mérito “a la subordinación, el respeto y el espíritu de cuerpo” demostrados. También dice que representó a la policía de Mendoza ante el ministerio del interior a cargo del general Albano Harguindeguy, donde fue felicitado por su eficaz accionar, que además fue profesor de oficiales de la fuerza aérea, de gendarmería y de otras policías provinciales, en estrategia y técnica de combate.
Dictó clases de Acción psicológica y psicología de multitudes, a las que llama “materias basales para la actividad policial”, imprescindibles en “rubros fundamentales como control de disturbios, prevención de disturbios, contención de multitudes, agresivos y compuestos químicos como integrantes del arsenal policial”. A estas disciplinas hay que sumarles estrategias de supervivencia que dice haber impartido a civiles que también formaron parte del grupo especial y tenían entrenamiento en la fuerza aérea, y también clases y conferencias sobre “intento de destrucción del valor espiritual a través del tiempo”, una de las obsesiones de los grupos de ultraderecha católica que buscaron sumarse a la lucha contrasubversiva y en ocasiones efectivamente coordinaron acciones con los servicios de inteligencia del estado.
¿Represor teórico?
La historia es más o menos conocida. En su carácter de ex comisario con una carrera impecable, el Partido Demócrata decidió nutrirse de sus conocimientos y lo sumó como experto en seguridad de cara a las elecciones del 2007. Al ganar Celso Jaque la gobernación, este definió que fuese el dirigente demócrata Juan Carlos Aguinaga el nuevo ministro de seguridad (se trató de una alianza entre los dos partidos). Y fue entonces que Aguinaga lo designó a Rico como flamante subsecretario de seguridad.
La certeza de que Rico reunía todo el perfil de un verdadero cabecilla de la represión ilegal alentó movilizaciones sociales que fuertemente exigieron su renuncia. Y esta se produjo meses después de haber asumido, debido a esa presión. Mientras tanto, en paralelo la justicia federal lo empezó a investigar. En la actualidad, Aguinaga es el defensor de Carlos Rico en la causa penal pero también frente a la opinión pública, diciendo que estamos frente a un hombre con plena aptitud moral, que en 1976 era un simple infante a cargo del traslado de presos.
Pero veamos: no fueron simples traslados. Rico se ocupó de llevar ante el juzgado a todos los secuestrados en el D2 producto del primer operativo contra la conducción de la organización Montoneros, eran alrededor de diez personas con evidentes signos de tortura en el rostro y en el cuerpo, hecho que quedó constatado por una serie de fotografías que trascendieron por algún error de cálculo de la policía, a la prensa que las publicó sin filtro al otro día del traslado.
Cuando este detalle se supo, Carlos Rico negó toda relación con los grupos de tareas de secuestros y torturas. Lo mismo hizo al producirse el testimonio de Alicia Morales, una ex detenida y sobreviviente del D2 que lo reconoció entre los presentes en el interior del principal centro clandestino de torturas y desaparición. Que Rico estuvo bajo las órdenes del D2 en aquellos meses de febrero del ’76, y que tenía personal a su cargo, es algo que prueban los libros del D2 y también los libros del cuerpo de infantería donde él se reportaba y al que pertenecía.
Sin embargo, el expediente penal instruido por el juez de primera instancia lo salva de la complicidad con los delitos de lesa humanidad. De ahí que aun procesado por asociación ilícita, Rico se encuentre en libertad. La figura de asociación ilícita se funda en la organización e integración en calidad de jefe o cabecilla del GE78. Un asociación que no solo disponía de armas de guerra y tenía una organización de tipo militar, sino que además puso en peligro la vigencia de la constitución nacional bajo la fachada de querer mantener la calma previa al mundial.
Al día de hoy no hay más margen para distracciones en la instrucción del expediente Rico. Abierto el tercer juicio por delitos de lesa humanidad se ventila una cadena de once secuestros que ocurrieron entre el 15 y el 29 de mayo de 1978, en pleno funcionamiento de aquel grupo especial. Y nuevamente son los libros de infantería los que detallan movimientos que sirven como prueba.
Por ejemplo, el día 15 de mayo era secuestrada Margarita Doltz de Castorino, dos días después lo mismo sucedía con Aldo Patroni y luego fue el turno de Raúl Gómez Mazzola. Ya desde los días previos, la actividad en infantería es febril, Rico y Adolfo Siniscalchi salen en comitiva en el móvil 2, e ingresa y egresa personal del GES justo los días y horarios en que se produjeron secuestros de personas hoy desaparecidas.
Durante la noche del 17 y la madrugada del 18 de mayo se registran los siguientes movimientos: a las 21.40 se retiran Carlos Rico, José Siniscalchi y oficiales del GES. Regresa el oficial principal Ignacio Medina, quien se retira a las 22.10 en su vehículo particular. A las 22.25 el móvil 2 sale en comisión, regresa a las 23.20 luego de haber recorrido 18 km en 55 minutos. Ya en la madrugada, a las 02.35, sale de nuevo el móvil 2, regresando luego de haber recorrido 23 km en 35 minutos. Vuelve a salir ese móvil regresando a las 05.40 luego de haber recorrido 58 km en 2.30. Y a las 06.55 lo hace de nuevo con oficiales del GES volviendo a las 7.05 luego de recorrer 16 km en 10 minutos.
Todos estos movimientos vuelven a hacerse evidentes durante los días 22 y 23 de mayo de 1978, donde también se produjeron secuestros entre la noche y la madrugada. Según el libro de novedades a las 21.35 regresa en el móvil 2 Carlos Rico y personal del GES, también regresa el móvil 1 con Siniscalchi y personal del GES. A las 23 en el Móvil 2 se retiran Rico y Siniscalchi, regresando a las 23.35. A las 6.10 (23 de mayo) se encuentra presente el oficial principal Ignacio Medina. A las 8.10 se hace presente Siniscalchi y a las 9.00 salen nuevamente Rico y Siniscalchi con otro oficial del GES de apellido Sánchez. A las 9.40 salen agentes al mando segundo jefe del D2.
Lo llamativo es que fuera de estas fechas precisas no se registra un movimiento tan intenso del grupo especial y menos a altas horas de la noche y de madrugada. A excepción del día 16 de mayo que muere uno de los integrantes del GES durante una práctica de combate. Se llamaba Jorge Aldo Cornejo, y en relación a esta muerte puertas adentro, nada pudo esclarecerse, ni las circunstancias en que fue herido de bala ni el oficial que le disparó aparentemente por accidente. El único dato que se pudo esclarecer años después es que un hermano de Rico –el oficial de policía Eduardo Rico Tejeiro– hizo que ese expediente interno del GES se diera por extraviado.
Nuevas pruebas
Este año se sumaron nuevas pruebas contra Carlos Rico en torno a su participación en el diagrama represivo en la provincia durante la última dictadura militar, no tienen relación con la asociación ilícita sino con figuras que no son excarcelables dada la gravedad de los ilícitos: privación ilegítima de la libertad, tormentos agravados y homicidio calificado en distintas causas que se tramitan. Una de ellas es la causa “Rabanal” en donde Rico trasladó a Miguel Ángel Gil al D2, aun a sabiendas de que se podía morir allí.
Miguel Ángel era el más visiblemente torturado del grupo de detenidos fotografiados. De acuerdo a lo reconstruido hasta el momento, todos cayeron secuestrados en el D2 donde se los torturaba sistemáticamente; fueron trasladados en pésimas condiciones frente a un juez federal que no los indagó sino que más bien los amedrentó, retornaron de la mano de Rico al D2 y es ahí que muere Gil por no resistir la tortura, siendo que ya se había decidido su traslado a la penitenciaría junto con sus demás compañeros. El razonamiento del fiscal Dante Vega es que el artífice de dicho traslado sabía que esto podía suceder y por tanto tiene responsabilidad en el homicidio calificado y en los tormentos agravados.
Por su parte, el fiscal especial para crímenes de lesa humanidad, Omar Palermo, y los abogados representantes de los organismos de derechos humanos solicitaron a la cámara federal el procesamiento de Carlos Rico. Serán los integrantes de dicha cámara –Hugo Echegaray, Pedro González y Roberto Naciff– quienes decidan o no modificar la calificación legal del ex comisario y habilitar de ese modo una inmediata prisión preventiva dado que a juicio de los abogados querellantes existe el peligro de fuga.
En paralelo, Pablo Salinas y Viviana Beigel, por el Movimiento Ecuménico de Derechos Humanos, pidieron tanto la imputación de Carlos Rico como la de Adolfo Siniscalchi. Aseguran que las constancias del libro de novedades, más la declaración de Pedro Dante Sánchez Camargo (represor que desnudó el funcionamiento coordinado entre los grupos especiales), el testimonio de Alicia Morales y la ineludible relación entre el grupo especial destinado a la lucha antisubversiva y la seguridad del mundial de fútbol con las detenciones de personas hoy desaparecidas que se produjeron en 1978, avalan que sean investigados por la presunta participación en privaciones ilegítimas de la libertad y desaparición forzada y torturas.
Confesión de un servicio
El expediente por el asalto a mano armada de una estación de servicio en el distrito Blanco Encalada también va a ser incorporado como prueba en el tercer juicio, a instancia de los abogados del MEDH. El hecho se produjo un 13 de julio de 1976 y a primera vista no tendría nada que ver con la represión ilegal. Salvo por un detalle: el asalto fue cometido por estudiantes de la Universidad Tecnológica Nacional que justamente combatían a los militantes que desaparecieron en 1978, también estudiantes de esa universidad, como lo eran Juan José Galamba y Mario Camín. Estos últimos militaban en el Partido Socialista de Vanguardia de donde algunos se separaron para volcarse a las filas del peronismo revolucionario. Los primeros, los asaltantes, eran de la ultraderecha. La sigla que utilizaban era CNU –Concentración Nacional Universitaria– y uno de sus líderes era Roberto Lucas.
Cuentan los testigos que se los veía armados y que metían miedo. De hecho, a Lucas se lo había expulsado de su trabajo en la dirección de hidráulica por “ejercer una abierta persecución sobre otros agentes de la repartición que también estaban vinculados a la UTN”. Pero volviendo al expediente, este viene a procesar a Roberto Lucas, Ricardo Hugo Tallei, Héctor Enrique Gómez Yannelli, Miguel Ángel Dávila Ontiveros y Luis Alberto Fracapani, por haber cometido dicho asalto a punta de pistola, una noche de invierno, luego de comerse un asado. Corría el año 1976 y quien oficiaba las diligencias era casualmente el hermano de Carlos Rico, así como también José Martín Músere, importante represor que actuó en los secuestros cometidos a partir de esa fecha en San Rafael.
El grupo resultó procesado por efecto de las pruebas y también por la inculpación ante la policía de Roberto Lucas, quien diseñó una estrategia para quedar bien con las autoridades judiciales –de algún modo tenía que blanquear la situación procesal ante el interventor de la UTN, Salvador Puleo, que lo había designado asesor en el decanato. Así fue que expuso su concepción ideológica, justificatorias del asalto con el que el grupo apostaba a recaudar dinero para sus actividades coordinadas con Inteligencia del ejército.
Por puño y letra, el mismo hombre fuerte del peronismo de Las Heras durante varios años, escribió el siguiente manifiesto: “Subversión: una palabra en boga hoy, como lo puede ser cualquiera de nuestras rutinarias tareas de trabajo de estudio, ¿pero qué esconde tras de sí este término? ¿Cuál es su significado más profundo, significado moral y espiritual? Porque, no nos llamemos a engaño, ni adoptemos poses demagógicas tratando de creer y hacer creer que la subversión es la guerrilla solamente y que esta la componen un grupo de delincuentes delirantes de baja catadura moral subvencionados por una indivisible e indefinible Dios dinero. Y hago esta aclaración, porque la subversión es mucho más, los implicados en esto, no son tan delirantes porque saben muy bien dónde quieren llegar, ni sus financistas son tan invisibles como quieren aparecer. Es que no se trata de un mero problema de juvenil, o de crisis generacional, es como si un siniestro manto de corrupción y desorden hubiese ido cubriendo, a las instituciones básicas de la nación, en un inconfesable y maléfico designio de transformar todo, absolutamente todo, aun lo bueno y provechoso, para imponer a cambio una nueva dimensión en tradición y estilo de vida, bajo el signo inequívoco del marxismo del comunismo internacional. Pero ese fin intrínsecamente malo, como alguien lo definiera, se vale de medios tan sutiles y peligrosos como las mismas armas que ostentan los combatientes de la guerrilla. Es que la trastocación de los valores morales no puede indudablemente, lograrse en un joven enmarcado en una recta y clara formación espiritual porque al ser el hombre portador de valores eternos e inviolables, por ser una creatura de trascendencia divina, no puede cambiar esas virtudes, esos beneficios, por la vil bandería de los intereses materiales, y que en el colmo del descaro respondan a fuerzas externas, tan distantes de nuestra concepción filosófica de la vida y seculares tradiciones, como ustedes pueden estar de la luna. Y es ahí entonces donde tienen apuntada la mira, las Internacionales del dinero y la subversión; en la tergiversación de los más nobles ideales del joven, en la captación interesada y mezquina del natural ímpetu juvenil (…) Si esos son los fines, sus medios son en tan extremo miserables, que no pueden haber sido concebidos, bajo ningún aspecto por una mente iluminada por Dios, por lo tanto son producto de las meras elucubraciones de carácter diabólico, porque la corrupción de las mentes jóvenes a través de los gigantescos medios orquestados para ello a través del cine, la televisión, el tráfico incesante y creciente de la droga, para adueñarse de voluntades aún vírgenes de esa juventud que por mil razones se encuentra desubicada e incierta es un delito de lesa humanidad, es un ataque directo y certero contra la formación integral del hombre argentino. Pero si este es el ataque, estudiado, premeditado y malévolo, debe surgir el deber de la hora, la inexcusable obligación de imponer el momento y esto es por igual para los responsables de la conducción familiar, como de la conducción de las fuerzas vivas de la patria. Los primeros, aceptando el desafío que le hace la Internacional marxista, al querer sacarle a sus hijos del seno hogareño para embarcarlos a la deshonra y la miseria, desafío al que la respuesta no puede, no debe ser otra, que la plena asunción de los deberes paternos, la absoluta vigencia de un vínculo de amistad y de amor entre padres e hijos. Lo segundo, luchando desde sus puestos de batalla, por la concreción de una sociedad más justa, más noble en sus afanes, más oyente de Dios, en su forma de actuar, me refiero a subsanar por la vía pacífica y práctica lo males que aquejan a un pueblo, a una masa, que si no es escuchada por quienes tienen la responsabilidad de los deberes de estado sí será, les puedo asegurar, escuchada por los responsables de la subversión, y entonces deberemos afrontar la difícil solución en caliente de un problema que pudimos haber arreglado en frío”.
Veintitrés, 24 – 10 – 12
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