Carlos Benedetto
Rodolfo Walsh es, entre otras cosas, uno de los más grandes símbolos del periodismo militante y la libertad de expresión. Atentar contra su homenaje, y hacerlo en nombre de esa libertad de expresión, es todo un indicador de que la gente fue "espontáneamente dirigida" (...)
La marcha fue un triunfo para el campo popular, porque el mismo enemigo se ocupó de mostrar que lo único que tiene para proponer es violencia. Hasta se cuestionó que la presidenta de la nación siga de luto. Algo parecido a cuando estropearon el cadáver de Eva.
Ni a los muertos respetan... o quizás porque de alguna manera saben que los muertos no están tan muertos.
Creo que un equipo de psicólogos tendría mucho trabajo para analizar lo que vimos en TV y en las calles ese día memorable: gente que puteaba a Macri, un hombre de 64 años que defendía a Cristina con argumentos que lo remontaban al Pacto Roca-Runciman (una genialidad), una piba que reclamaba el regreso de la Fragata Libertad como si todos no quisiéramos lo mismo.
Es llamativo que los mismos convocantes no reportearon a la gente. Quizás porque sabían que esa gente solo puede hablar boludeces y entonces nadie puede dar la cara.
No alcancé a nadie escuchar el regreso del corralito, el bajarnos los lienzos frente al FMI, ni la disolución del congreso y los partidos políticos, ni la expulsión del país de los 1.000 científicos que regresaron, ni la devolución de las AFJP, Aerolíneas e YPF a los privados, ni el fin de los juicios, ni el indulto a los genocidas. No se atrevieron a pedir esas cosas concretas que tampoco se las deben haber pedido a los legisladores a quienes votaron.
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