domingo, 11 de noviembre de 2012

El conflicto como esencia de la sociedad

Ramón Ábalo

Toda sociedad, capitalista ahora (socialista o comunista, próximamente) transita la historia de su propia génesis superando el conflicto casi cotidianamente. Difícilmente lo del pasado 8N pueda mirarse, desde cualquier costado de la ciencia sociológica, como expresión traumática del paraíso perdido por la conjunción de fenómenos diabólicos que deviene exclusivamente de la Casa Rosada, donde el aquelarre cristinista se place en demonizar a esa porción de la sociedad.

Y el conflicto ha sido desde siempre y lo seguirá siendo porque la realidad del mundo, el mundo material - incluido el ser humano - es materia viva y, como tal, en permanente cambio, y lo será siempre. Y todo cambio es supresión de lo de antes, exterminio, y ello provoca oposición, incluso violencia, porque, como en esta realidad argentina, esta realidad latinoamericana, la banca cambia de mano. El símil vale si se tiene en cuenta que una parte de este conflicto son jugadores que han hecho de la sociedad una timba que siempre los ha favorecido. Barajaron los naipes y los ases de oro y de copa fueron las cartas de triunfo en los tugurios de las bolsas, de las finanzas, de los bancos. En los tugurios de los monopolios mediáticos, emparentados en la misma timba con los poderosos del dinero.

El 8N, lo que representa, es un conflicto de nunca acabar. Las políticas, las que les duelen, las que les hacen transpirar odio y venganza, gran parte de ellas, son de esencia eminentemente populares y nacionales, como se las define en los talleres, en las fábricas, en los colegios, en las universidades, en los laboratorios. En todos los hogares donde el trabajo es la definición mayor de la dignidad, el afán de todos los días. Enfrente, el 8N, que serán varios más por aquello de que la ideología de lo incambiable tiene todavía varias cartas marcadas.

El conflicto, este conflicto, estos conflictos, se dirimirán en las urnas, en los pasillos del estado, de los gobiernos que lo represente, en los bufetes. Y siempre serán los intereses de los poderosos del mundo y sus feligreses nativos, los que jugarán las cartas mayores. Y entonces el conflicto, que contiene en sí mismo la dinámica de la superación del pasado, irá a otro terreno. Lo dice la historia. Y la ciencia del saber humano en su más alta expresión, la que marca la dialéctica de esa historia. Porque después será la superación del capitalismo, o sea el pasado, por el presente del socialismo. Y claro, también contendrá sus propias contradicciones y, por lo tanto, el conflicto para la superación de otra etapa. Y así sucesivamente.

La Quinta Pata

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