domingo, 25 de noviembre de 2012

Omar Palermo, una fija en la corte

Ramón Ábalo

Llegó hace cuatro años, aproximadamente, Omar Palermo como fiscal general de cámara de apelaciones en la jurisdicción de la justicia federal de Mendoza, y fue el soplo vital para romper con la pasividad cómplice de la estructura institucional y corporativa enquistada desde el mismo instante en que se instala en la Argentina el terrorismo de estado.

Que no fue a partir de aquel fatídico 24 de marzo del ‘76, sino varios años antes y si intentáramos una fecha, desde los albores mismos de la institucionalidad. ¿Acaso no fue terrorismo de estado la mal llamada conquista del desierto, con su versión menduca? ¿Y la persecución a los militantes sociales en la década del 30 agudizada a partir de la asonada militar de Uriburu? ¿Y la semana trágica en los talleres de Krieger Vasena en plena era democrática del yrigoyenismo, y en paralelo las masacres en la Patagonia ovejera, y la persecución a los luchadores anarquistas, socialistas, comunistas que venían en tandas migratorias huyendo de los genocidas españoles, alemanes, italianos, franceses, árabes, judíos de la Europa fratricida? En conjunto identidad con la década infame, con secuelas en el primer peronismo.

Sintetizó con su compromiso y acción la larga lucha de los organismos de derechos humanos y por ello Omar Palermo es el candidato a ocupar el cargo de miembro de la suprema corte de justicia de la provincia, cargo vacante dejado por Aída Kemelmajer, la primera mujer en Mendoza en acceder a dicho rango, que dejó para jubilarse después de un par de decenas de años ocupando ese magisterio. Fue el gobernador Paco Pérez el que lo lanzó al ruedo como candidato para la corte mendocina. Seguramente que tuvo en cuenta, pese a los jóvenes 45 años de edad que tiene Palermo, un rico y voluminoso currículum, incluso con desempeños encumbrados en lo internacional. En lo local, comenzó su carrera en el cargo de fiscal y juez de Instrucción de San Martín, magistrado en juicios orales y públicos, hasta ocupar el actual cargo de fiscal en la magistratura federal.
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Recompuso las estructuras con el desplazamiento y enjuiciamiento de los entonces fiscales Miret y Romano, como asimismo de Petra Recabarren, y le dio impulso a los juicios por lesa humanidad que se llevan a cabo en esta jurisdicción mendocina, así como también en San Rafael, San Juan y San Luis. Decenas de genocidas ya están purgando sus culpas en cárcel común, y otros tantos, o más van a serlo en pocos meses más. Otilio Romano, cobardemente huyó a Chile, pero no puede salir de ese país que incluso lo condenó a prisión domiciliaria nocturna en tanto se ventila el pedido de extradición que ha hecho nuestro país.

El martes Palermo recibió la totalidad de las bolillas blancas. Si fuera una señal válida en ese sentido, entre la multitud que se dio cita, se encontraban los principales referentes de todos los partidos políticos, sin excepción. Las apoyaturas de las más variadas instituciones y organismos alcanzaron a 158, incluso de eméritos institutos académicos internacionales. Solamente un pícaro o un hijo de malas entrañas colocaría una bolilla negra, sinónimo de oposición.

Los valores éticos humanos de toda sociedad son mayoría y se expresan en el más alto nivel en esta primavera que es el presente argentino, latinoamericano.

La Quinta Pata

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