domingo, 27 de enero de 2013

El “fracking” como el nuevo negocio en perjuicio del ambiente

Alejandro Olmos Gaona
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La tercera reserva mundial de petróleo no convencional será explotada en Argentina por la multinacional norteamericana Chevron con el sistema fracking. El poder político que firmó el acuerdo se niega mostrar las cláusulas. Tampoco acepta discutir dos proyectos de ley en el congreso que prohíben el fracking, ya rechazados en varios estados de Estados Unidos por ser altamente perjudicial para la naturaleza y las personas.

Hace unas semanas se anunció el acuerdo suscripto entre el presidente de YPF, Miguel Gallucccio y el representante de Chevron para América latina, Ali Moshirii para explotar en conjunto las reservas de petróleo de Vaca Muerta en la provincia de Neuquén. El plan piloto supone una inversión en conjunto de 1.000 millones de dólares para perforar 100 pozos en un área estimada de 290 km2., pudiendo extenderse hasta los 600 km2 y futuras inversiones de hasta 15.000 millones de dólares.

Como en la Argentina siempre se cultiva el "secretismo", fuera de esos datos no se conocen los términos del acuerdo ni sus cláusulas, que seguramente serán beneficiosas para la petrolera estadounidense que jamás se compromete en inversiones que no sean altamente redituables, aun a expensas de la destrucción del medio ambiente como ocurrieras en Ecuador, donde ha sido objeto de una condena multimillonaria.

Hasta hace unos años nada había trascendido sobre estos yacimientos hasta que Repsol en noviembre de 2011 anunció que se podrían extraer 927 millones de barriles y que la consultora Wood Mackenzie lo había calificado entre los mejores del mundo al petróleo a extraerse. En febrero de 2012 un estudio de la consultora Ryden Scott, elevó la existencia de las reservas a 22.837 millones de barriles en un área estimada de 8.000 kilómetros. El departamento de energía de los Estados Unidos estimó que se trataba de la tercera reserva mundial de petróleo no convencional.
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Todos los informes de que se dispone muestran que la explotación intensiva de este sistema permitirá a los países su recuperación energética, lo que ha llevado a Estados Unidos, Rusia, China a desarrollar las técnicas adecuadas, para terminar con una dependencia energética y llegar al autoabastecimiento, sin tomar en cuenta los posibles daños ambientales que ello pueda ocasionar con el costo en vidas humanas, en contaminación de las aguas y la inevitable polución debida a las sustancias utilizadas, además del uso intensivo de grandes cantidades de agua que resultan necesarias para este tipo de explotación.

Conviene recordar que la fractura hidráulica (fracking) supone que una vez perforado un tramo de roca desviado, se va aislando por tramos el que fuera desviado y para ello se utilizan cargas explosivas que perforan la tubería, y se inyecta agua a alta presión, junto con una serie de aditivos, con el objeto de generar nuevas fracturas en la formación y ampliar las ya existentes, pudiéndose producir hasta 15 veces por cada uno de los tramos, con aditivos específicos en cada caso. Uno de los más habituales resulta ser la arena, para que al quedar atrapada en las grietas, las apuntale, e impida que se cierren una vez terminada la presurización de la formación. Además de la arena se pueden introducir hasta alrededor 400 sustancias, entre las que figuran 17 tóxicos para organismos acuáticos, 38 tóxicos agudos, 8 cancerígenos probados, 7 elementos mutagénicos, etc. Ácidos, antioxidantes, biocidas, benceno, xileno, disulfuro de carbono, compuesto de piridina entre algunos que se han podido detectar, ya que las estrictas composiciones de los fluidos son mantenidas en el más impenetrable de los secretos por las empresas que se ocupan de la explotación, a los efectos de evitar todo cuestionamiento por parte de las organizaciones medioambientales.

En cada perforación se llegan a utilizar hasta 200.000 m3 de agua para la fracturación. Si se tiene en cuenta que los agentes químicos que se utilizan pueden suponer un entorno del 2% del agua introducida, ello nos indica que en cada pozo se inyectan 4 toneladas de productos químicos altamente contaminantes. El fluido inyectado en el pozo retorna con posterioridad a la superficie, después de la operación o después de la extracción del gas natural, lo que determina que deba hacerse un adecuado tratamiento ya que el líquido es altamente contaminante, y no existe seguridad alguna de que las empresas que explotan el sistema lo hagan.

Además el fluido inyectado que no salga a la superficie puede quedar en el subsuelo y penetrar hacia algún acuífero o a la superficie, con las consecuencias de arrastrar la contaminación.

De acuerdo con algunos informes que hemos podido analizar, existen riesgos durante la perforación, que consisten en explosiones, escapes de gas, escapes de ácido sulfhídrico (muy tóxico aún en bajas concentraciones) derrumbes en la formación de la tubería, etc. Si bien es cierto que los riesgos de esto último pueden ser bajos, dado la media de perforaciones habituales entre seis y ocho pozos por plataforma, no hay que descartar la realización de posibles accidentes.

También como ha sido denunciado por muchas organizaciones, uno de los elementos preocupantes de la fracturación hidráulica es la afectación de los acuíferos subterráneos. Cuando se fractura el subsuelo, no hay que descartar que las fracturas inducidas alcancen a algún acuífero contaminando las aguas. También debe tenerse en cuenta el peligro que significa el empleo de toneladas de productos químicos contaminantes en gran parte que, si bien se diluyen al 2%, llegan a los lugares de explotación sin mezclar, y dado la elevada circulación de transportes por cada plataforma que se estima en no menos de 4.000 camiones, existe siempre el riesgo de algún accidente. A esto se debe sumar que las necesidades de fractura entran en conflicto con el suministro para la demanda local donde se produce la explotación. Ello puede tener consecuencias perjudiciales para la vida acuática, la pesca y otras actividades recreativas, como así también para las explotaciones agrícolas y ganaderas.

Sin dejar de considerar la eventual contaminación del aire, ya que durante los procesos de perforación y fracturación se utilizan gran cantidad de aditivos muchos de ellos volátiles, se ha constatado el aumento de sismicidad en los períodos de fracturación hidráulica, debido al sobre esfuerzo a que se somete al suelo, provocando el desplazamiento de fallas subterráneas e importantes sismos como el ocurrido en Lancashire (Gran Bretaña) donde la empresa Cuadrilla Resources reconoció que las perforaciones y fracturas habían sido la causa de lo ocurrido.

Un estudio realizado por la Universidad de Duke (Estados Unidos) mostró que los pozos de agua potable cercanos a los lugares de extracción tienen concentraciones elevadas de metano “un asfixiante en espacios cerrados y un peligro de fuego y explosión”, mientras que en la localidad texana de Dish rodeada de pozos, el 61% de las enfermedades registradas estaban asociadas a contaminantes empleados para la fractura hidráulica.

Debido a tales peligros los diputados Fernando Solanas (Proyecto Sur) y Fabián Rogel (UCR) han presentado sendos proyectos para la prohibición del fracking en la Argentina, los que todavía no han sido tratados por ninguna de las comisiones donde fueran remitidos, mostrando una vez más que siempre se priorizan las urgencias del poder ejecutivo, aunque ello signifique la postergación de discusiones sobre temas fundamentales que hacen al derecho a una vida sana.

En los estados de Pensilvania, Vermont y Nueva Jersey el fracking ha sido prohibido, y existen también restricciones en otros lugares, habiendo advertido Parlamento Europeo sobre riesgos potenciales y la necesidad de su regulación. Sin embargo es indudable que nada va a detener a las grandes compañías petroleras en su afán de lucrar a costa de los pueblos y del medio ambiente, ya que ese ha sido siempre su único objetivo. A esto se suma como un elemento fundamental que si se explotan las reservas de Estados Unidos, que son las mayores del mundo, le permitirán terminar definitivamente con la dependencia energética, que tiene en estos momentos.

Es evidente que más allá de los irrelevantes discursos que plantean la protección de la biodiversidad, a los dirigentes políticos del mundo entero poco les importa la preservación de la naturaleza y la calidad de vida de los habitantes de nuestro planeta, permitiendo explotaciones contaminantes que continuarán degradándola con resultados que no son difíciles de imaginar.

* Historiador y especialista en el tema de la deuda externa.

Red Eco Alternativo, 24 – 01 – 13

La Quinta Pata

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