Guillermo Almeyra
A riesgo de repetirme como disco rayado, recuerdo que el neoliberalismo no es un sistema, sino una política, la política actual del capitalismo, y resultado del fracaso del capitalismo "del bienestar social" vagamente keynesiano, el cual es irrepetible y está muerto y enterrado. Pretender centrar los esfuerzos contra el neoliberalismo equivale a disparar contra la mera sombra del sistema. No hay capitalismos "buenos": hay un régimen de explotación, opresión, racismo, colonialismo y guerras que hace de todo para sostener la tasa de ganancia de las grandes empresas financieras y monopolistas. Los capitalismos de estado y las políticas asistenciales y distributivas del ingreso forman parte de ese sistema mundial y lo sostienen. La diferencia entre los gobiernos que son agentes directos del capital financiero y los que tratan de tener algún margen de maniobra es que estos aplican algunas políticas que, defendiendo las ganancias de los capitalistas, deben tener en cuenta la necesidad de sostener el mercado y las ganancias con subsidios al consumo y a los servicios y de ceder algo a los movimientos sociales y a la protesta obrera, para evitar que se organicen en forma independiente. Los gobiernos "nacionales y populares", sin embargo, no pertenecen a una categoría diferente: igual que los demás, aceptan el despojo salvaje de la gran minería y practican un extractivismo que destruye los bienes comunes (agua, bosques, tierras, minerales) y que contamina, como demuestra China. Ellos privilegian el crecimiento económico sobre el desarrollo humano, reducen al mínimo los derechos humanos y sociales y los márgenes de la democracia. No son "populares" y tampoco son "nacionales".
Ahora, para colmo, Samir Amin descubre en Viento sur y en Utopie Critique que Francia es imperialista, sin duda, pero que en Malí cumpliría un papel progresista que hay que apoyar porque combate el islamismo extremista que Qatar financia y que Estados Unidos utiliza para desmembrar los estados africanos y para derrocar al gobierno argelino.
Francia fue uno de los grandes colonizadores y fragmentadores de África y carga con un millón de muertos (sobre 11 millones de habitantes) producidos por la guerra de independencia de Argelia, con cientos de miles de víctimas en Marruecos, Argelia, Túnez, Madagascar, con la horrible matanza de Burundi y la tragedia de Biafra, cuando quiso desmembrar a Nigeria, estado islámico que amenazaba sus intereses. Sostiene en Malí a un gobierno surgido de un golpe de estado, incapaz y corrupto, que se derrumbaba por carecer de apoyo popular ante unos pocos islamistas tuaregs, medievales y esclavistas, sostenidos y armados por Estados Unidos y Qatar, con las armas del arsenal de Khadafi vendidas a este por Sarkozy. Los socialistas franceses, que sostuvieron hasta el fin la guerra colonial en Indochina y las matanzas en Argelia (Mitterrand fue 11 veces primer ministro durante ellas y las cubrió), cumplen su papel de siempre de "médicos de cabecera del capitalismo", como decía uno de ellos, Léon Blum.
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