domingo, 19 de mayo de 2013

“Nicolás percibió que había un lugar importante en la escena pública que le cabe al intelectual”

Juan Ciucci

Entrevista con Ricardo Forster a raíz de su nuevo libro Nicolás Casullo. Semblanza de un intelectual comprometido. "Ha sido uno de los grandes intelectuales de la tradición ensayística argentina".

Agencia Paco Urondo: - ¿Cómo nace la idea de este libro?
Ricardo Forster:
- La idea la tenía desde hace mucho tiempo, te diría que en el mismo momento en que me despedí de Nicolás. Nosotros tuvimos una relación de amistad de 25 años, de trabajos compartidos, cátedras, revistas, de infinidad de cosas que nos unieron durante un cuarto de siglo. Y para mí era casi natural e imprescindible mantener el diálogo, esa fluidez con la que siempre se desplegó nuestra amistad. Escribir sobre él era seguir pensando en una cantidad de cosas que discutimos en común, seguir hurgando en temas que a Nicolás lo apasionaban y que me siguen apasionando a mí.

Seguir pensando en Argentina, en este tiempo civilizatorio, en las problemáticas del lenguaje político, seguir pensando en la política. Casi te diría, en ese sentido, una deuda que no me costaba pagarla porque era una manera de seguir sosteniendo ese diálogo. De ahí fue surgiendo el libro y estos meses previos fueron de una intensa labor, de un diálogo mucho más profundo todavía y de ahí salió este libro que intenta poner en evidencia la significación de Nicolás en el interior de la tradición del ensayo argentino y latinoamericano.

Hurgar en las honduras de su pensamiento, detenerme en algunas cuestiones que me parecen centrales, que van desde la reflexión de la modernidad hasta la cuestión del peronismo o la problemática del intelectual. Todo eso está dentro de este libro que incluye referencias continuas a la escritura de Casullo.

- En la presentación estuvo presente Eduardo Grüner y ambos recuperaban la idea de la amistad en este marco de un pensamiento. Todo un grupo que va dialogando en el tiempo y desarrollando sus ideas.
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- Sí, claro. Por eso te decía que este libro es un homenaje a la amistad y sobre todo, es un intento de pensar bajo la libertad crítica, lo que ha sido la travesía de un intelectual como Nicolás Casullo y lo que hemos construido también como grupo. Un grupo que saca la revista Pensamientos de los Confines que desde mediados, finales de los ´80 venimos recorriendo juntos la senda de la interpretación crítica de este tiempo tan complejo por el que atraviesa la Argentina y el mundo. Es también una devoción a una amistad, un vínculo intelectual que está atravesado básicamente por el afecto, por haber compartido muchas cosas en común, desde conversaciones interminables en bares porteños y de otras ciudades, hasta caminatas nocturnas por Buenos Aires.

Todo eso es parte de una relación, de un vínculo, de haber puesto en común una misma sensibilidad para discutir aquello que nos interesaba. La tradición filosófica, poética, política, obviamente una y otra vez la urgencia de dar cuenta de lo argentino, desde su tragedia, desde su oportunidad, desde todo aquello que lo fue atravesando a lo largo de su historia. Con algunas estaciones decisivas, los ’60, ’70, el exilio, la dictadura, el retorno de la democracia, cómo pensar críticamente lo que significaron esas décadas finales, los ´80 y los ´90. Después aquello que irrumpió en el 2003 y que a Nicolás lo impactó muy profundamente y que en lo común llegó también a que en el 2008 todavía estando vivo Nicolás, construyéramos Carta Abierta. Todo eso está en este libro que es un largo itinerario de una amistad intelectual.

- Recuperabas también en la presentación el concepto de intelectual comprometido. ¿Cómo pensás eso que justamente en estas épocas se recupera un intelectual en acción?
- Nicolás es de la generación de los jóvenes sartreanos. Él nació en el ´44, vivió la década de los ´60 en plenitud, incluso tiene un libro sobre el ´68, donde narra su propia experiencia de aquellas jornadas estando en París cuando estalla la revuelta estudiantil. Un hombre formado en la idea de la palabra intelectual, enredada de una manera intensa con las demandas de la época, con la demanda de la mayoría, de los olvidados, con la idea muy potente de aquellos tiempos de transformar el mundo.

La idea de la revolución y del compromiso eran parte de la escritura de un intelectual pero también un otro sentido, el momento en que la derrota exige pensar la época, pensar las causas, pensar el desgarramiento, pensar el exilio. Nicolás vive a lo largo de su biografía más de una situación, la del escritor que quiere dedicarse a su obra. Él comienza como novelista y ve de qué manera la realidad interrumpe esa obra y lo lleva a un enorme compromiso político al final de los ´60 y principios de los ´70.
Cuando ese compromiso político-militante es interrumpido por la dictadura, por el exilio, vuelve a aparecer la necesidad de replegarse en lo que llamaríamos el interior de la visión crítica que el intelectual va construyendo para pensar el mundo. Me parece que ese es el punto clave de la última travesía de Nicolás, sobre todo, en una época que había arrojado la figura del intelectual del centro de la escena, que prácticamente la había convertido en una figura en desuso. En los años ´90 ni siquiera discuten la figura del intelectual, el intelectual se había transformado en un académico, en un profesional de la palabra, de la literatura, pero poco tenía que ver con esa imagen sartreana del intelectual comprometido o del intelectual militante.

Me parece que en los últimos tiempos, sobre todo en los cambios que comienzan a operarse en Argentina, desde el estallido del 2001 pero sobre todo en el 2003, Nicolás vuelve a percibir que hay un lugar importante en la escena pública que le cabe al intelectual, de ahí sus intervenciones, su escritura, su toma de partido. En su último año de vida tuvo una participación muy activa en la creación de Carta Abierta, en la defensa del gobierno de Cristina Kirchner.

Y asumir con lucidez las demandas y los desafíos de una época que volvían a colocar al intelectual en un lugar que tuvo en otro contexto histórico pero bajo nuevas formas y con nuevos desafíos, ahí se inscribe la idea del intelectual comprometido, por eso el título del libro es Nicolás Casullo. Semblanza de un intelectual comprometido. Alguien que está exigido permanentemente por la realidad y que busca colocar su impronta en esa realidad.

- En esa participación en Carta Abierta, justamente en ese conflicto con el campo nos queda ese gran concepto que después fue muy utilizado, que es la idea destituyente.
- Narro en el libro que esa primera carta la escribimos una tarde de sábado en la casa de Nicolás y que allí desplegó, ya que tenía una escritura muy potente, el oficio periodístico y al mismo tiempo la conciencia y el impacto de las palabras. Ahí quedó cristalizada la idea de lo destituyente que creo que fue un parte aguas porque puso blanco sobre negro lo que se estaba disputando en Argentina y la significación verdadera de lo que era la disputa por la renta agraria en aquel contexto, ahí en esa carta está la firma - para decirlo de algún modo - de Nicolás Casullo.

- Uno puede ver tan clara esa interacción de lo intelectual y lo social, fue como un concepto que todo el mundo se apropió y utilizó rápidamente.
- Sí, a veces las cosas se dan por casualidad. En más de una ocasión discutíamos con Nicolás que la llegada de Néstor Kirchner estuvo ligada a lo azaroso y no a la necesidad o a la causalidad histórica, porque vino a posicionarse en un momento en que la Argentina o que una parte fundamental de su sociedad ni siquiera lo conocía o no lo imaginaba, ni tenía en su agenda lo que iba a venir a desplegar Kirchner. Me parece que a veces con ciertas escrituras o ciertas intervenciones, se produce algo de lo inesperado o de lo que golpea justo en el punto exacto, sin imaginar que podía hacerlo. Creo que con Carta Abierta y aquella idea de lo destituyente para definir el carácter de lo que estaba sucediendo, precisamente aconteció algo de eso.

- En el presente ¿Dónde percibís esta herencia de Nicolás?
- Creo que Casullo ha sido uno de los grandes intelectuales de la tradición ensayística argentina, ha dejado una marca muy fuerte para pensar las cuestiones ligadas a la memoria, al lenguaje, para establecer los vínculos a los que yo llamaría, una cultura pensada como refinada o alta sofisticada, y la cultura popular. Es un hombre que siempre se manejó con puentes de ida y vuelta donde la discusión sobre un poeta romántico se mezclaba con el debate en torno al peronismo. O donde ciertos rasgos de la cultura popular podían ser o debían ser pensados desde los instrumentos de la reflexión crítico-filosófica.

Es un tipo que le pasó el peine fino a gran parte del pensamiento argentino pero que también se atrevió a dar cuenta de un pensamiento más universal. Quizás aprovechó los momentos de derrota para pensar sin contemplaciones ni complacencias lo que había significado las travesías de los pensamientos de las políticas populares y de izquierda por nuestro país y por el continente. En su última obra muy importante que es Las cuestiones recorre a través, justamente de distintas cuestiones, lo central de lo que nos ha venido sucediendo en los últimos tiempos.

Creo que la impronta de Nicolás es la impronta de aquel que ha sabido cruzar caminos que generalmente no se cruzan, tradiciones que generalmente no se tocan, autores que parecen crear solo para un lado y que no tienen nada que ver con otros autores. Un hombre que podía pensar a Benjamin junto con Cooke, Walsh junto con Hegel, me parece que allí hay una intensidad, un desafío, un riesgo muy importante. Con una enorme independencia de espíritu con una firma que le era propia, sin construir una visión dogmática, cerrada, esclerótica de la realidad, sino, mirando críticamente su propia tradición, su propia interpretación del mundo.

Leyendo con mucha dureza la propia historia del peronismo o, repensando intensamente la cuestión de las izquierdas, o la crisis de la modernidad, o el tiempo civilizatorio actual. O los rasgos arquetípicos de una sociedad como es la sociedad de consumo, de los mass media tratando de instalar los fenómenos de enajenación, de objetivación de las conciencias, de construcción de un sentido común que deteriora la posibilidad de pensar críticamente el mundo. Todo eso está en la obra de Nicolás Casullo, pensar los fenómenos de la comunicación, de la industria de la cultura, de la sociedad del espectáculo.

Me parece que ahí está esa mezcla, para mí extraordinaria, que conformó un pensamiento único que se fue formando en un momento muy peculiar de la Argentina desde los años ‘60 en adelante. Nicolás es de una generación que en la medida que se va retirando deja un vacío muy grande, porque la alquimia que forma hombres como Casullo, ya no se da en una época como la nuestra.

Agencia Paco Urondo, 18 – 05 – 13

La Quinta Pata

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