Por intermedio de la Cátedra de Historia Social Argentina II de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la U.N.Cuyo, EL BAÚL ha podido tener acceso a un valioso volumen donde se puede tener una visión detallada sobre el nacimiento y posterior desarrollo de la prensa de nuestra provincia, redactada por Conrado Céspedes (1863-1930; y que fuera vice gobernador de Carlos Segura en el período 1904-1907). Presentamos la primera parte de este importante trabajo del cual sólo hemos actualizado las convenciones ortográficas.
Se ha dicho y repetido con verdad, desde las columnas de la prensa local, que la historia de Mendoza, llena de hechos memorables desde los comienzos de nuestra emancipación política, no ha sido aún escrita, como no lo ha sido tampoco la historia de sus hijos ilustres a quienes tocara en suerte jugar una actuación brillante en aquella época por tantos conceptos imperecedera.
Recordar sucesos o episodios que de cerca o de lejos hayan influido en nuestra organización nacional y en nuestro progreso, es hacer obra buena, no sólo porque ella interesa a los pueblos que aspiran al gobierno libre y a la cultura social, sino también porque ese recuerdo contribuye a mantener vivo y latente en el corazón de los ciudadanos el espíritu cívico y el culto por los fundadores de nuestra nacionalidad.
Si este artículo no responde a los móviles que lo informan, valga como excusa la bondad del intento y sirva, por lo menos, como un modesto homenaje a la memoria de los que fundaron el periodismo mendocino, iniciando en nuestra provincia la emisión libre del pensamiento escrito, obra magna y trascendental capaz por su propia significación de sobrevivir a todas las indiferencias y a todos los olvidos.
Ningún archivo público nacional o provincial, posee mayores antecedentes relacionados con la prensa de Mendoza y con sus primeros órganos de publicidad, ya que esos antecedentes, constituidos por valiosas y raras colecciones de aquellos periódicos, pertenecieron a bibliotecas particulares como las de Hudson, de Zinny, de Trelles y de otros hombres estudiosos, colecciones que desgraciadamente deben reputarse perdidas para quienes pretendan hoy consultarlas, toda vez que se ignora hasta el nombre de sus actuales dueños.
La sección administrativa del archivo de Mendoza, que fue depositaria de una importante y minuciosa documentación histórica, pocos o ningún elemento de juicio útil a nuestro objeto puede ofrecer actualmente, sea porque la mayor parte de sus legajos destruyéronse con el terremoto de 1861, sea porque muchos documentos han desaparecido más tarde a causa de la incuria del gobierno y del abandono imperdonable en que por tantos años permaneciera esa oficina.
Imposibilitados, pues, de consultar lo que pudiéramos llamar las fuentes originales de información, forzoso nos será para el logro de nuestro propósito ocurrir a otras, si bien indirectas, pero de indiscutible mérito y autoridad histórica.
Esas fuentes de información y de consulta, están constituidas por las siguientes obras:
Historia de los gobernadores de las provincias argentinas, por D. Antonio Zinny;
Efemeridografía Argiroparquiótica, trabajo interesantísimo del mismo autor, que fue publicado en los años 1878 y 1879 por la
Revista de Buenos Aires; Recuerdos históricos sobre la provincia de Cuyo por don Damián Hudson, y finalmente,
Hombres notables de Cuyo, por don Pedro J. Caraffa, conjunto de bocetos biográficos de ciudadanos de las provincias andinas, que sobresalieron señalándose por su patriotismo y servicios en la guerra de la independencia y más tarde durante nuestra organización nacional.
Aun cuando parezca ocioso decirlo, cumple manifestar que no pretendemos hacer un estudio amplio y completo del periodismo local en todas sus evoluciones y progresos hasta el presente, ya que tal pretensión resultaría superior a nuestras fuerzas y excedería los límites en que debe encuadrarse un artículo de diario.
Como lo determina el rubro de esta colaboración, los modestos deseos que la inspiran se reducen a recordar el periodismo mendocino en su primera etapa, bastando a la realización de esa idea tomar un período de diez años a partir desde aquél en que aparece por primera vez una hoja periódica.
Dado que no es concebible admitir ni suponer la existencia del periodismo sin la existencia de imprenta, debemos, para ser lógicos, preceder nuestro trabajo con breves noticias sobre los establecimientos tipográficos de la época.
Según Zinny y Hudson, la aparición del primer órgano de publicidad se remonta al año 1820, fecha en que existían ya tres imprentas en Mendoza: la “imprenta Escalante”, la “imprenta de la provincia” y la conocida por entonces bajo el nombre de “Lancasteriana”.
La primera, cuya nominación responde al apellido de su propietario, D. Juan Escalante, era compuesta de tipos y demás elementos traídos por éste de Chile. A sus talleres, muy pobres y desprovistos de útiles tipográficos, cupo la gloria de editar
El termómetro del día, considerado como el primer periódico impreso que viera la luz, no sólo en Cuyo, sino aun en muchas otras provincias.
Podemos decir con legítimo orgullo que, a este respecto, Mendoza ocupa el tercer lugar entre sus hermanas de la República, puesto que hasta el 4 de mayo de 1820, fecha de la aparición de aquel periódico, sólo Buenos Aires y Córdoba contaban con órganos de publicidad.
La “imprenta de la Provincia”, como su misma nominación lo indica, perteneció a las autoridades locales, vale decir, al gobierno.
Sus talleres, a semejanza de la imprenta de Escalante, se componían también de tipos y útiles procedentes de Chile, adquiridos en el establecimiento de “El Mercurio”.
Por los talleres de la imprenta de la Provincia, se imprimió
El Registro Ministerial, publicación importantísima, muy adelantada para la época y de la que nos ocuparemos luego.
En esos mismos talleres se editó el boletín, cuyo facsímil publicamos(1), con la proclama del gobernador Luzuriaga dando a conocer al pueblo el triunfo alcanzado por San Martín y su ejército libertador en los llanos de Chacabuco. Este boletín se considera como uno de los primeros trabajos tipográficos preparados en Mendoza (febrero de 1817) y su original obra en el archivo de la provincia.
Es uno de los poquísimos papeles relacionados con la época legendaria, que conserva aún esa oficina.
Finalmente, el tercer establecimiento de tipografía denominóse “Imprenta Lancasteriana” por pertenecer a la sociedad que con ese nombre y bajo los auspicios del gobernador Molina y de su progresista ministro, el ilustrado jurisconsulto doctor Nolasco Videla, fue fundado en Mendoza a fines del año 1820.
La sociedad Lancasteriana, compuesta en su totalidad de ciudadanos instruidos y patriotas, tuvo por principal misión difundir los establecimientos de primeras letras para ambos sexos, por el sistema Lancaster, como el mejor en aquella época, al decir de Hudson, por los repetidos progresos que siguiéndole se conseguían.
Contaba con una imprenta y tenía a su cargo la biblioteca pública, creada por medio de crecidas donaciones en libros y dinero de los ciudadanos y como dos mil o más volúmenes obsequiados por el general San Martín desde Lima.
Por la imprenta Lancasteriana se imprimían, además del diario El verdadero amigo del país, de que nos ocuparemos más adelante, textos de enseñanza para el uso de las escuelas, con impresión muy correcta y limpia como obra de tipografía.
La
Efemeridografía del bibliógrafo Zinny, acusa la publicación de dieciocho periódicos, semanarios y quincenales en el lapso de tiempo comprendido entre el 20 de mayo de 1820 y el mes de septiembre de 1830, fecha de la aparición de
El Coracero.
He aquí la lista de esos periódicos, con indicación de la fecha de su fundación, la que tomamos íntegramente del autor citado:
El Termómetro del día: 1820
La Gaceta de Mendoza: 1820
El Orden: 1822
El Registro Ministerial: 1822
El verdadero amigo del país: 1822/23
El Amigo del País: 1824
El Eco de los Andes: 1824/25
El Aura Mendocina: 1826
El Iris Argentino: 1826/27
La Columna Federal: 1827
El Estandarte: 1827
El Huracán: 1827
El Telégrafo: 1827
El Fénix: 1827/28
La Abeja Mendocina: 1828
El Boletín del Ejército: 1830
El Coracero: 1830
El Nuevo Eco de los Andes: 1830
Hubiéramos deseado ilustrar este artículo con una reproducción fotográfica de cualquiera de dichas hojas impresas, pero la razón anteriormente expuesta nos impide hacerlo.
En efecto, todas las empeñosas gestiones de nuestra parte, iniciadas aquí como en la capital de la república, para obtener un original de aquellos órganos, han resultado estériles, circunstancia que nos determina a ofrecer en substitución un facsímil(2) de
El Constitucional”, diario también mendocino que tuvo larga vida y fue reputado hasta su desaparición como el decano de la prensa argentina.
(1) Esta referencia resulta fallida pues en la edición original no existe tal facsímil. Es probable que hubiere obrado en una versión previa de este artículo publicado años antes “en un diario local” según afirma la Dirección de la publicación en la presentación de la nota.
(2) Ídem nota Nº 1.
Baulero: Eduardo Paganini
Revista de la Junta de Estudios Históricos de Mendoza , julio de 1936. Tomo III, Nº 9 y 10.
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