Ramón Ábalo
El capitalismo decadente se expresa como tal y con virulencia en su retaguardia, que es actualmente la vieja Europa, la de las burbujas inmobiliarias, los indignados, la desocupación y la pobreza extrema para los sectores populares y se transmuta en periferia del capitalismo imperialista. La Europa eurocentrista de la civilización occidental y cristiana, cuna del poder vaticano, la Europa de los imperios, las cruzadas y los cruzados, la Europa transmutada a la periferia del capitalismo imperialista. Y por eso se arrodilla ante U$A y aceptó humillar a un presidente latinoamericano, que eso es Evo Morales, el de la Bolivia independiente, pluriétnica, identidad plena con la raza originaria de esta América rescatada por el sur. Más aún, Bolivia la del Evo, la de la raza milenaria del incario simboliza la representación de lo que es esta región con respecto al poder en decadencia del centro y la periferia del mundo.
El poder de la troika -FMI, Banco mundial, Alemania de la Merkel- es tal que ha logrado la sumisión total de los gobiernos más copetudos de esa vieja y destartalada región. Claro, nada que ver con la rica, riquísima historia de su cultura, de sus avances científicos, técnicos, culturales y artísticos pero sí desde la condición humana: si hacemos una aritmética de las contiendas guerreristas que engalanan las páginas de cualquier historia europea, los milenios de esa historia, también en los miles de años de sumisión y explotación de sus clases más humildes. A punto de ejemplo recordemos el trabajo esclavo de hombres, mujeres, ancianos y niños masivamente en la Europa de "las luces" durante la llamada revolución industrial, mientras se agudizaban las embestidas contra los pueblos del África, Asia y América. En el interior de esa Europa se dieron guerras campesinas (1500-1700) y los levantamientos del pobrerío aunque sin organización alguna hasta que llegó la revolución francesa para poner un parate a la explotación del pre-capitalismo. Sin embargo, se siguió con las campañas "civilizatorias" y colonialistas -con la cruz, la espada y los arcabuces- más allá de sus límites geográficos las que dieron la captura de millones de africanos para el mercado de esclavos del occidente civilizado.
La invasión de los territorios allende los mares, o sea el África negra y árabe, el Asia amarilla y la América india y cobriza, aunque -hay que decirlo- con imperios en su interior y pueblos conquistados que, por contradicción histórica, coadyudaron al invasor. En América, esto permitió que el español -europeo- se posesionara con unos pocos soldados a caballo y apenas algunos arcabuces, pero con la fortaleza de las ambiciones y la depredación como espíritu e identidad.
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