domingo, 11 de mayo de 2014

En el país de no me acuerdo

En la jornada del martes se llevó a cabo la declaración indagatoria de José Antonio Lorenzo Constantino quien se desempeñaba como oficial de policía de la comisaría 7ª de Mendoza, ubicada en Godoy Cruz y de Rubén Darío González, exintegrante del D2 de la Policía de Mendoza. Lorenzo Constantino debe responder por las acusaciones de privaciones ilegítimas de la libertad, asociaciones ilícitas y tormentos agravados. González, por privación ilegítima de la libertad agravada, tormentos y violación agravados, en perjuicio de Rosa del Carmen Gómez.

El relato de José Antonio Lorenzo comenzó con una reseña histórica. Relató su paso por la comisaría 3ª y su posterior traslado sin motivo aparente, a los 18 años, en agosto de 1976, a la comisaría de Godoy Cruz como Oficial Sub-ayudante, un cargo de baja jerarquía. Precisamente en este punto, Lorenzo concentra sus declaraciones, ya que afirma no haber tenido motivos para las interrogaciones y la tortura y no haber realizado investigaciones ya que no estaba a cargo de sumarios criminales. Su argumento más fuerte en relación a las asociaciones ilícitas sostiene que el hecho de que era un simple aprendiz significaba que no pertenecía a ningún círculo de confianza. En este sentido remarcó que “eran mezquinos con la información en la dependencia, yo no tenía jerarquía”.

No sabe / no contesta

Las respuestas a las preguntas de la querella y de los magistrados del tribunal estuvieron intercaladas entre “no sé” y “no me acuerdo”. Expresó no tener memoria acerca de quiénes eran sus pares en la comisaría, tampoco haber visto a torturados, ni quién era su propio jefe. Señaló también que no conocía a Miranda, Sánchez Camargo, Oyarzábal, Quiñones y que a Rico “lo he venido a escuchar después”.

“Nunca funcionó como centro clandestino de detención, siempre fue un centro legal” fue la frase que quedó resonando en la sala. Lorenzo se refirió de esa manera a la comisaría 7ma. Añadió también que en los patios no había ganchos, contradiciendo las declaraciones de Pablo Seydell en las cuales éste afirma haber sido colgado de los mismos como forma de tortura y que lo bajaban cuando se le acalambraba la espalda.

En varias ocasiones se le preguntó sí había escuchado sonidos o gritos provenientes de las torturas a lo que respondió que no oía más que ruidos y música originados en la sala de radio. Ante la mención de la declaración de Roque Argentino Luna que afirmó haber escuchado las sesiones de tortura, Lorenzo Constantino dijo: “concretamente yo no escuché gritos y no negué que sucediera”, entrando en clara contradicción con sus dichos previos acerca de que “era un simple centro administrativo” y no un centro clandestino de detenciones.

Con las manos atadas

A pesar de su manifiesta falta de memoria, Lorenzo Constantino aceptó haber atendido a Pablo Seydell en la cocina tras haber sido torturado con picana eléctrica. Sin embargo, no presentó por este hecho la correspondiente denuncia penal; se limitó a informarle a su superior de lo atestiguado. Pablo Salinas, representante del MEDH, le preguntó respecto de si no le parecía motivo de sospecha a lo que contestó: “no era normal, pero ¿qué podía hacer yo con 19 años? Estaba con las manos atadas”. Lorenzo mencionó el ingreso de Pablo Seydell, Francisco Aurelio Amaya y Daniel Moretti a la dependencia, el día 15 de octubre de 1976, por asalto a la sucursal del Banco Carrodilla del ex Banco Mendoza, anotados en el libro de novedades luego de provenir de la seccional 25° y Motorizada. Tanto Seydell, como Amaya y Moretti fueron torturados en la dependencia de la comisaría 7ma y en sus declaraciones en el marco del II juicio por delitos de lesa humanidad llevado a cabo en la Provincia en 2010, señalaron a Garro, Córdoba, Lazo y Lorenzo como autores de tormentos y/o apremios ilegales.

Esa mujer

Rosa GómezRubén Darío González, ex integrante del D2, imputado por privación ilegítima de la libertad agravada, tormentos y violación agravados, en perjuicio de Rosa del Carmen Gómez, negó las acusaciones alegando que no conocía a “esa mujer “, que no sabía si estaba detenida o no, que se debe haber equivocado en la rueda de reconocimiento en la que fue señalado por la propia víctima, desconociendo además las declaraciones de Eugenio Paris, quien durante el III juicio por delitos de lesa humanidad desarrollado en la Provincia en 2010, testificó haberlo visto en la celda de Rosa Gómez.

Al ser interrogado sobre sus funciones en el Departamento de Informaciones durante los años 1975, 1976 y 1977, declaró que pertenecía al sector de Reunión de dicho departamento y se desempeñaba en la calle, a la que salía con el Suboficial Hugo Bracón, haciendo recorridas, en un clima convulsionado, que a menudo recogían panfletos, o veían manifestaciones de estudiantes o de huelguistas y también verificaban si había “arbolitos”. La información recabada era informada a sus superiores sin realizar ninguna otra acción a partir de la misma. Aclaró que, dentro del sector de Reunión, estaba abocado a los gremios, los que debían ser visitados; al ser interrogado acerca de si él hacía dichas visitas, contestó negativamente, explicando que iban otros de mayor jerarquía, y que no recordaba quiénes cumplían ese rol. Tampoco hizo memoria acerca de otras personas que cumplieran las mismas tareas que él en el sector.

Refiriéndose a la función del D2, el imputado reconoció que se dedicaba a la lucha contra la llamada subversión, pero que él no participaba en ese sentido.

Felicitaciones por nada

Con respecto a los detenidos, declaró que había calabozos en la Planta Baja, sector al que ocasionalmente ingresaba cuando algún familiar de los detenidos dejaba un bolso con ropas o elementos de higiene para entregar a los mismos, oportunidad en que un oficial de guardia que tenía la llave, entraba a la celda y hacía entrega del contenido, quedándose el imputado fuera de la misma. Al ser interrogado al respecto, dijo no recordar a ningún familiar que él haya atendido en esas situaciones, así como tampoco quiénes eran los oficiales de guardia que abrían el sector de calabozos. Tampoco supo nunca acerca de las torturas en el Departamento, no oyó nada y no sabía cómo ingresaban los detenidos.

Ante tanto olvido e ignorancia, y preguntado específicamente, tuvo que reconocer que sabía quiénes eran Rondinini (su Jefe), Smaha, Fernández, Oyarzábal, Sánchez Camargo y Quiñones. Pero sorprendentemente, el imputado no sabía los motivos por los cuales constan en su legajo varias felicitaciones por su actuación durante esos años, que lo califican como un elemento completamente integrado a la función específica del D2.

El juez Piña, antes de dar por finalizada la audiencia, informó que los días 9, 14, 21 y 22 del corriente el Tribunal hará inspecciones en la antigua Justicia Federal, en la VIII Brigada de Comunicaciones y en la Comisaría 7ª de Godoy Cruz.

El debate continuará en el mes de Junio.

Fuente: http://juiciosmendoza.wordpress.com/

La Quinta Pata

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