domingo, 25 de mayo de 2014

La educación popular en el CAE CP 324 del Bº Flores Oeste

Mariana Leyes

Alejandrina Coca abrió las puertas de su humildísimo hogar hace casi 30 años para los niños y niñas del Bº Flores en el oeste de la capital mendocina. Su casa fue comedor, techo de los sin techo, sede social para festejos y hasta salón velatorio.

Muchos fueron quienes se sumaron a través de los años al trabajo de Coca por los más necesitados, colaborando con alimentos, ropa y enseres varios; otros donaron su tiempo dando clases de apoyo educativo o ayudando a construir el saloncito donde actualmente funciona el CAE CP 324 del Bº Flores Oeste, y donde, de hecho comenzó funcionando el CEBA 3-126 que actualmente está en el Flores Sur.

“Doña Coca” murió en 2012. Su última batalla en favor de los niños, niñas y jóvenes de su barrio fue por la creación de un CAE (Centro de Actividades Educativas) que hoy institucionaliza la tarea de maestros y talleristas que desde hacía muchos años trabajaban allí de forma voluntaria, posibilitándoles, a partir de ese momento, prestar un servicio educativo con continuidad y planificación, más allá de que al decir de Ana Baglio “Nos reconocemos como trabajadores de lo social, venimos al Barrio desde el vínculo y desde la empatía con el otro”.

Trabajo voluntario, solidaridad, idealismo y amor, tal vez impotencia y coraje llevaron a los voluntarios durante mucho tiempo a no abandonar a la comunidad del Flores. Surgen los nombres sobre la mesa: Eduardo Picco, Sebastián Fozzatti, Mario Breccia, Viviana Hoses, Carlos Mario Raganato, mejor conocido como Matucho, Flavio Morcos y Guillermo Roldán.

Hoy el espacio está sostenido por Flavio Morcos, Ana Baglio, María Guadalupe Picco, Soledad Echegaray, Fernando Rivas, Flor Masino, Juliana López, Luciana Ríos, Juan Manuel Moreno, Carlos Cardozo, Estefanía Butazzoni y Laura Ortubia, la flamante Directora, para más de cincuenta niños, niñas y adolescentes. Este equipo se plantea nuevos objetivos dentro de la historia de esa comunidad, nuevos objetivos para el CAE, tal vez un espacio propio, una nueva institucionalidad.

Los talleristas han organizado sus acciones en un proyecto que se centra en la no subestimación de la población que atiende y es ambicioso en términos educativos. Proponen siete importantes talleres: -Apoyo educativo, Habilidades del pensamiento y lectoescritura, Cine Popular, Vivero, Protección de derechos de niños y adolescentes, Deporte y Recreación, y Murga.

Actualmente, el Taller de Cine y Video, que fue propuesto por alumnos de la Facultad de Ciencias Políticas, ha derivado, atendiendo a la necesidad de sus concurrentes de procurarse trabajo y dinero, en una productora que realiza videos institucionales, filmaciones y cortometrajes. Los alumnos adultos manejan herramientas de producción y edición que los capacita para trabajar. El taller de vivero se crea a partir del Proyecto Mauricio López y ahora CAE se encuentra reconstruyendo ese espacio. Hace unos cuatro años se generó también a partir de ese proyecto, un emprendimiento de jardinería, ya que las familias del barrio tienen muchos conocimientos de lo rural y este tipo de emprendimientos son posibles. “La escuela está en la práctica misma” dicen Fernando y Soledad.

Desde el Taller de apoyo escolar y habilidades del pensamiento y la lectoescritura trabajan en pareja pedagógica para sumar herramientas: una comunicadora social con una docente.

También siembran en alfabetización con el Plan “Mendoza lee y escribe” y con adultos desde el “Yo sí puedo”. De hecho las mujeres del barrio están muy contentas y entusiasmadas adquiriendo ellas mismas capacidades para ayudar a sus hijos en las tareas escolares. El CAE adquiere una dimensión comunitaria sumando a las familias, y las docentes se ubican en una pensamiento de vanguardia con respecto a la valoración que hacen de los padres como agentes educadores: “No somos los docentes los que educamos, nosotros acompañamos la trayectoria de los chicos, eso lo aprendimos muy bien acá en el barrio; la sociedad a veces subestima mucho el rol de educadores de los padres. Así crecemos como proyecto familiar y comunitario. Nosotros tratamos de fortalecer a la familia para que desarrolle ese rol.”

Guadalupe Picco sintetiza el espíritu del trabajo que realizan en el CAE:

“Algo que nos ha convocado a todos es que tenemos una mirada de la educación como educación popular, lo que no es menor ya que hay una diferencia bastante importante en la forma en la que trabaja la escuela. Si bien aportamos a fortalecer las trayectorias educativas de los chicos, lo hacemos en un sentido amplio, atravesando toda su vida. Apuntamos a favorecer el tránsito de los chicos y chicas por la escuela pero sabemos que sus vidas no se agotan allí y que tienen otras necesidades de aprendizaje y de fortalecimiento de capacidades para desarrollar su propio proyecto de vida personal o comunitaria. En ese sentido apostamos a que este espacio sea de cambio y oportunidades que en la sociedad no encuentran, también este espacio puede ser de producción cultural y educativa, que los chicos y chicas puedan ampliar su horizonte de vida, que generen sus propias expectativas y capacidad de proyección para conseguir herramientas para la vida más allá de las posibilidades del barrio que no son ni muchas ni buenas dadas su condiciones de exclusión. La idea es que puedan construir la vida y la realidad del barrio desde este lugar y las herramientas que les facilitamos. Aquí pueden darse la posibilidad de ser quién quieran en este contexto tan difícil. Sabemos que lo que les falta a los chicos son oportunidades, ni capacidades ni ganas como a veces la gente piensa. Para nosotras tampoco es fácil, nos preguntamos acerca del sentido de nuestra tarea, pero las familias valoran mucho este espacio físico y simbólico, entonces lo sentimos.”

Fuente: Prensa DEGSyC

Desde La Quinta Pata nos comunicamos con la directora del CAE CP 324 del Bº Flores Oeste y se nos informó que para colaborar con donaciones, por favor comunicarse al mail mlauraortubia@hotmail.com

La Quinta Pata

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