domingo, 7 de septiembre de 2014

Recomienzo

Rolando Lazarte

Hay momentos en los que necesitamos expresarnos con claridad. Decir lo que queremos decir sin medias palabras, directamente. Esto, que parece tan sencillo, no lo es tanto, una vez que podemos habernos habituado a no decir exactamente lo que pensamos o lo que vemos, cultivando una especie de vaguedad que nos impide expresarnos con claridad.

Estos días que estoy pasando en el Centro Mariápolis de Paraná, Entre Ríos, Argentina, están siendo de un aprendizaje bien definido en la dirección de la claridad. Ver claramente y expresarse claramente. Esto en relación a varias cosas, o a varios aspectos tanto de mi vida, mi estar en el mundo, como mi ser y mi hacer. Todo esto, es consecuencia de la inmersión en el segundo curso de formación de terapeutas comunitarios que se realiza en Argentina.

Curso éste comenzado en Valle María, Entre Ríos, en abril de 2014, como una iniciativa conjunta de la UNaM y de la Asociación Civil Salud Comunitaria, de Misiones. Una de las ventajas de la claridad, es que se ve mejor, se ve sin engaños, sin disfraces. Esto no quiere decir que uno se transforme en una persona escéptica o desesperanzada. Al contrario, la fe y la esperanza también exigen claridad, necesitan de ella. Lo que uno pierde cuando llega la claridad, es una dispersión de energías oriunda de la confusión y del autoengaño.

No sabíamos bien qué era qué, o por qué las cosas ocurrían, atribuyéndole poder a algo fuera de nosostros mismos. Estos días de convivencia y de inmersión en un diálogo constructivo y focalizado, me están empezando a traer cada vez más a este estado de claridad en el que me encuentro. Ahora sé mejor por qué soy terapeuta comunitario, qué significa para mí estar en este espacio de construcción de vínculos. Para qué y por qué estoy aquí. Un espacio de construcción de un conocimiento colectivo libertador.

Sólo el conocimiento que elaboramos colectivamente nos libera. Sólo los espacios en que unimos nuestras visiones de mundo en una perspectiva de construcción de nuevas formas de ser y de hacer, nos liberan. Otras formas de conocimiento pueden ser útiles para esta finalidad de libertar a la persona de sus autoengaños, de las prisiones emocionales y comportamentales, pero sólo contribuyen efectivamente para ello, si se insertan en una convivencia horizontal en la que conviven no solamente personas en busca de esta liberación, como también las visiones de mundo que cada uno y cada una elaboramos en nuestras propias trayectorias existenciales.

Estas visiones diversas confluyen y liberan. De lo contrario se cae en el fanatismo o en el fundamentalismo, en el saber colonizado, en visiones del mundo y de la gente construídas para dominar. No es por acaso que en estos días ha nacido un proyecto de escribir sobre “Sociología, Terapia Comunitaria Integrativa y acción social.” Un proyecto en colaboración con docentes de la UNaM.

La palabra libera, la palabra colectiva libera, y esta palabra libertadora es pronunciada en espacios como las ruedas o rondas de Terapia Comunitaria Integrativa, donde todas las voces se escuchan atenta y respetuosamente, no importando quién las emite, quién pronuncia la palabra que me va restituyendo mi humanidad, devolviéndome una noción más precisa de quién soy y qué quiero.

La Quinta Pata