domingo, 30 de noviembre de 2014

Explorando la Patagonia

Eduardo Paganini (Baulero)

En 1979 en Mendoza, los objetivos pedagógicos estaban centrados en concordar con los planes del gobierno nacional, la dictadura más sangrienta de nuestra historia. En ese entonces, el clima continental se tensaba frente a la reedición de un viejo conflicto de límites con la República de Chile, que a su vez no se quedaba atrás con la calidad de sus gobernantes, y hablar del Centenario de la ocupación militar del territorio patagónico —conocido por la historia oficial como la Conquista del Desierto— era un buen tema como para adoctrinar y agitar ideas descabelladamente bélicas. En ese marco, el Ministerio de Educación de la Provincia (que suplantaba a la constitucional Dirección General de Escuelas) se ocupó de dar letra con los aportes de una “comisión especial”, integrada por la Directora del Archivo Histórico del Ministerio de Cultura y Educación de Mendoza, Prof. Ana E. Castro; la Inspectora Técnica de la Dirección de Educación Media del Ministerio de Cultura y Educación de Mendoza, Prof. Susana M. Aruani; la Supervisora de Educación Primaria, Srta. Aurora E. Buera; el Prof. Salvador C. Laría.

Escribir exclusivamente sobre las expediciones militares que extendieron las fronteras interiores e integraron territorialmente el país, es mostrar un proceso histórico incompleto. Se hace necesario hacer la historia de algunos personajes heroicos y de sus viajes, porque contribuyeron con la campaña del desierto, brindando fuentes de información, cartografía, toponimia, etc. sobre una zona significativa del patrimonio territorial austral. Más aún, con su presencia y acciones soberanas ratificaron nuestros derechos en la Patagonia.

El conocimiento integral de la Patagonia y su difusión fue también motivo impulsor de grandes empresas.

Primero España, temerosa de que las revelaciones del libro de Tomás Falkner fueran a despertar la codicia de otras naciones por la Patagonia, ordenó la exploración del río Negro y de las costas patagónicas. Después viajeros argentinos, entre otros Moreno y Moyano con sus descripciones, informes y actos de soberanía, precedieron o continuaron la acción de las campañas militares.


Trascendencia de los escritos de Tomas Falkner

Tomás Falkner, inglés, físico de notables condiciones, fue también botánico, geógrafo, lingüista, zoólogo. En 1730 arribó a Buenos Aires y en esta ciudad abandonó el credo protestante. Se ordenó sacerdote católico y se incorporó a la Compañía de Jesús. Con otros sacerdotes fundó una misión cerca de la actual Mar del Plata.

Cuando Carlos III dispuso la expulsión de los jesuitas, regresó a Inglaterra y se dispuso a redactar un manuscrito sobre los lugares que había recorrido en sus viajes. Un escritor, William Combe, partidario del colonialismo inglés, remodeló la obra de Tomás Falkner y la publicó en 1774 con el título de Descripción de la Patagonia. Además escribió el prefacio de la citada obra, donde señaló los motivos que lo llevaron a publicarla, que no fueron producto de una acción filantrópica sino que sirvieron a los intereses de su país: brindar información sobre la geografía, habitantes y otros datos sobre la región más austral del continente americano, para favorecer la expansión colonial inglesa.

Alarmada la Corte de Madrid, ante el peligro que podría suscitar la lectura de este libro —despertar las apetencias inglesas por la zona austral del continente— resolvió ocupar la Patagonia.

De este modo, en el siglo XVIII se realizaron las expediciones de Francisco y Antonio Viedma, como así también las de Basilio Villarino, que dieron como resultado poblaciones que todavía subsisten en la costa patagónica: Carmen de Patagones, Floridablanca (San Julián), Puerto Deseado y San José.

Viajes y exploraciones en el rio Santa Cruz

En el siglo XVIII Antonio Viedma, partiendo desde San Julián, distinguió un enorme lago que, según le dijeron los indígenas, daba origen al río Santa Cruz, pero regresó sin constatar esta información.

En 1834, Fitz Roy y Carlos Darwin también lo remontaron, pero sin descubrir sus nacientes. Treinta y tres años más tarde, Luis Piedra Buena, otra figura extraordinaria considerado el “patriarca de la Patagonia” —que había fundado un establecimiento en la isla Pavón, y que durante tiempo fue el único defensor de la soberanía al sur del río Santa Cruz— propuso y auspició una expedición, en la que iban ingleses, quienes avistaron el río y desde sus orillas parte del lago Argentino. Sin embargo, esta expedición se realizó por tierra. Es decir que, hasta este momento, el curso del río seguía inexplorado.

Valentín Feilberg

Este subteniente de la Armada Argentina, y cuatro argentinos, van a navegar íntegramente el río Santa Cruz y a avistar el lago Argentino, convirtiéndose en los primeros hombres blancos que llegaban a sus orillas procedentes del océano Atlántico. No pudieron navegarlo por falta de provisiones y de condiciones climáticas favorables. Feilberg, antes de regresar, improvisó un mástil y dejó flameando la bandera argentina. Allí labró la siguiente acta y la colocó en una botella:

“Lago Viedma, noviembre 29 de 1873. El día 6 de noviembre de 1873 salí de la desembocadura del río Santa Cruz con un pequeño bote de la goleta argentina Chubut y 4 hombres de la tripulación, para explorar el río hasta el lago Viedma. A los 20 días de la salida llegué a la boca del lago, el día 26 de noviembre; durante estos 20 días tuve vientos muy fuertes del tercero y cuarto cuadrantes; al día siguiente, como no me fue posible entrar al lago por el río, por la mucha corriente y fuertes vientos, pasé el bote sobre la playa hasta el primer río que desemboca en el lago en la parte norte y lo mismo hice en la sur. Hoy, 29 de noviembre, hace tres días que estoy aquí sin poder hacer nada por el tiempo malo, y como las provisiones se me están acortando, vuelvo para abajo llevando la latitud y la longitud del lago, para darle su posición verdadera, que aún se ignoraba. Valentín Feilberg. Subteniente de la Marina Argentina”.

No queda duda —sostiene Miguel A. Scenna— que Feilberg llegó al lago y creyó que era el Viedma. Por ello, el después llamado lago Argentino no fue bautizado en esa oportunidad.

Al poco tiempo de regresar, apareció en el estuario del río Santa Cruz una embarcación de la Marina de Guerra chilena, armada con tres pesados cañones, al mando del capitán de corbeta Jorge Montt. Los chilenos tuvieron que aceptar los hechos, es decir, la ocupación argentina. Tras una semana de permanencia en Santa Cruz, regresaron a Punta Arenas.

Francisco P. Moreno y Carlos María Moyano

Otro joven de gran calidad humana y fibra patriótica, Francisco P. Moreno, conocido como el “Perito Moreno”, hacia 1876 decidió realizar una expedición rumbo a las nacientes de río Santa Cruz.

Desde muy joven, Moreno mostró afición por los viajes. El itinerario que siguió cronológicamente y que marcó anualmente viajes diferentes comprendió Carmen de Patagones en 1873. Al año siguiente llegó hasta la desembocadura del río Santa Cruz. En 1875 viajó hasta Bahía Blanca, y luego desde Carmen de Patagones hacia el oeste hasta los ríos Limay y Neuquén. Residió en las tolderías de Sahihueque, donde fue bien recibido y se realizó una fiesta en su honor. En su obra Viaje a la Patagonia austral, editada en 1879, nos dice que en los centros civilizados generalmente no se conocen los instintos generosos del indio, pero él, que vivió con ellos, sabía que el viajero no necesita armas mientras habite el “humilde toldo”. “No será —agrega— atacado, a no ser en las borracheras, y si llega el caso raro de ser ofendido, lo será siempre después de haber sido juzgado”.

En este viaje conoció el lago Nahuel Huapí, realizando a los 23 años de edad, y por primera vez en la historia patagónica, el recorrido hasta este lago marchando desde el Atlántico.

En cuanto a su viaje a las nacientes del río Santa Cruz, contó con la colaboración del presidente Nicolás Avellaneda. El comandante de la goleta en la que zarpó fue don Luis Piedra Buena, quien en todo momento le suministró curiosos datos sobre las tierras australes que él había reunido en su vida de marino.

Después de navegar el río en un bote, arribaron a la isla Pavón. Allí se encontraron con un oficial de la Armada Nacional, el subteniente Carlos María Moyano, mendocino de 22 años, que decidió acompañar a Moreno, misión que le había encomendado el ministerio de Relaciones Exteriores.

Además de este primer viaje de exploración, que Moyano realizó con Moreno, aquel joven oficial llegó hasta la cuenca carbonífera de Río Turbio; inició en Santa Cruz la exploración cordillerana hasta las nacientes del río Deseado; integró la Comisión Exploradora de la Patagonia para determinar la situación real de la región cordillerana entre los paralelos 41 y 52. Su última exploración la realizó para estudiar la demarcación de límites con Chile, recorriendo la cordillera, desde el lago Nahuel Huapí hasta el lago Buenos Aires. Como político, ocupó el cargo de gobernador de Santa Cruz. Presentó a Roca —cuando éste sancionó la ley creando los territorios nacionales— informes, cartografía y estudios ictiológicos y oceanográficos y sobre la flora y fauna australes. Su hija recopiló todos sus trabajos en una obra: Viajes de exploración a la Patagonia (1877-1890).

Moreno y Moyano debían conquistar la zona de Santa Cruz, ocupada por los indios tehuelches. Moyano se entrevistó con el cacique de esta tribu, y se intercambiaron regalos.

Esta expedición pasó por el pasaje donde Fitz Roy y Darwin suspendieron la exploración, y encallaron donde Feilberg había plantado el mástil con la bandera. Moreno recogió el acta depositada dentro de la botella, al pie del mástil, y decidió publicarla. Designó al lugar Punta Feilberg, nombre que aún se conserva. Consideró que no estaba ante el lago Viedma y se creyó autorizado para darle nombre. Lo bautizó, exclamando: “¡Mar interno, hijo del manto patrio que cubre la cordillera, en la inmensa soledad, la naturaleza que te hizo no te dio nombre; la voluntad humana desde hoy te llamará lago Argentino!”.

Al explorar este lago, Moreno y Moyano se convirtieron en los primeros navegantes del mismo.

Ultimas exploraciones y ocupación de la zona austral

A raíz del conflicto con Chile, el gobierno argentino envió expediciones para concretar la soberanía nacional en la zona austral. La primera, que llegó hasta Ushuaia, estuvo dirigida por el teniente Giácomo Bove, enviado desde Italia pero bajo los auspicios del Instituto Geográfico Argentino.

Ramón Lista, comisionado por la secretaría de Marina, reconoció en 1884 el río Valcheta, el Deseado y otras zonas patagónicas.

El presidente Roca dictó un decreto disponiendo que una expedición fuera a establecer subprefecturas en las zonas australes. El mando se encomendó al coronel de marina Augusto Lasserre, quien llegó a Ushuaia e inauguró la primera subprefectura en estos territorios.

En 1886, el marino Agustín Silvano Castillo descubrió el yacimiento de carbón de Río Turbio y realizó exploraciones remontando el río Chico. Realizó labores topográficas en la zona en litigio con Chile, llegando hasta Puerto Natales, en el Pacífico. Allí enarboló la bandera argentina.

Fuente: Varios, Viajeros, descubrimientos y exploraciones en la Patagonia en Las campañas del Desierto y del Chaco, 1979, Ministerio de Cultura y Educación, Gobierno de Mendoza.

La Quinta Pata

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